sábado, 9 de septiembre de 2017

LAS REUNIONES DEL ENCUENTRO



Hola amigos:  Esta vez me he retrasado un poco en publicar mi relato. Esto a veces me suele pasar, y es que me pongo a dar vueltas a la cabeza para ver de encontrar algo que pueda ser interesante a quien lo lea, y a veces no es fácil,  pero tengo que reconocer que una vez puesta, el teclado del ordenador es como si me fuese dictando, ¡y la historia sale sola!
Sin embargo en esta ocasión, y dándole un repaso a los artículos que ya había publicado hace unos años, he rescatado otro de los que tenía,  en el medio escrito en el que colaboré hace tiempo, y  aunque ya había empezado a darle  forma a otro relato, he preferido dar salida a este, pues me trajo a la memoria algunos recuerdos de lo vivido hace años en estos pueblos nuestros.
A este relato lo titulé “LAS REUNIONES DEL ENCUENTRO”  Algunas veces a estos relatos ya publicados les suelo cambiar el encabezamiento, así le doy un aire mas actual. Sin embargo he preferido en esta ocasión, dejarlo con el mismo titulo con el que lo di a conocer en aquel tiempo.  Es un compendio de unas historias… O mejor de unos recuerdos, que, como tantos otros que he publicado, me gustaría que, cuando pasen los años, quedasen en la memoria de quien los quiera leer. Muchas veces,- ya lo he dicho en otras ocasiones,- esos recuerdos de nuestros pueblos se han ido perdiendo, si no están ya perdidos del todo.  Yo quizás siga pensando, que a alguien dentro de muchos años les puedan interesar las vivencias que los vecinos de este pueblo tuvieron en tiempos pasados, eso yo seguramente tampoco lo llegaré a saber, pero lo que si es cierto es que si nadie deja alguna memoria de ellos, verdaderamente nunca se recordaran, porque tampoco habrá nadie para contarlo.
Con esta convicción de que lo que no se deja constancia, se olvida, y también de que lo que se escribe se lee, paso a relatar este artículo que,  cómo comento, salió publicado hace ya unos cuantos años.
                                    

  “ LAS   REUNIONES   DEL   ENCUENTRO “
Estos encuentros pueden ser por muchos motivos.  Están los de los antiguos alumnos de los diferentes de los diferentes colegios e Institutos, aquellos que quieren recordar sus graduaciones o fines de carreras,  los que quieren recordar después de los años aquél tiempo en que de pequeños acudieron  a las escuelas de sus pueblos, pues al contemplar una vieja foto de todos sus compañeros  junto a sus maestros, les vienen a la memoria con mucha nostalgia, recuerdos de aquellos amigos que hace mucho tiempo que no ve, y que, como uno mismo, seguramente se han ido dispersando, perdiendo  poco a poco todo contacto con ellos.
También esas reuniones de “Quintos” que quieren volver a rememorar aquellos años de milicias, en los que siendo muy jóvenes, compartieron penas y alegrías, añoranzas y sueños, con esos compañeros de acuartelamiento.
En resumen, estos encuentros, estas reuniones, pueden ser por estos o por cualquier otros motivos, pero de lo que no me cabe ninguna duda, es de lo mucho que se agradece el pensar que estos encuentros no deberían perderse nunca.
Solemos ser muy solidarios en las desgracias, y eso está muy bien, desde luego es cuando mas se necesita esa solidaridad. Lo que a veces se nos olvida es demostrar esa misma solidaridad  cuando  lo que tratamos de hacer es celebrar algún acontecimiento.  Por ejemplo sacar del olvido costumbres que dieron vida y auge a nuestros pueblos.

 Sacar tiempo para participar en las necesidades de nuestra parroquia, juntarnos para limpiar y embellecer los jardines comunales de nuestro pueblo… Esta tarea que hace ya unos cuantos años solíamos hacerla muchas mujeres del pueblo, es cierto que al ir quedando cada vez menos que lo pudiesen hacer, se fue un poco como perdiendo la costumbre. Cierto que cada vecina – en general – nunca descuidaba la parte correspondiente de su barrio o entorno, sin embargo,  como digo, el hacerlo del pueblo  en  su conjunto se fue perdiendo, y aunque es cierto que esta tarea era bastante cansada, también tenía grandes compensaciones, como esas reuniones entre compañeras y vecinas, que, a pesar de nuestras inevitables diferencias, también mantenían un buen grado de compañerismo y solidaridad.

Han pasado ya varios años desde que este grupo de compañeras realizábamos estas tareas, y en estos años han cambiado muchas cosas. Hoy son las cuadrillas de obreros que cada Ayuntamiento contrata  por ciertos meses al año, se suelen ocupar de estos menesteres, y así tiene que ser, lo primero porque con esos contratos, hay muchas casas que tienen empleados algunos de sus miembros. Y ya de paso,  esto también nos ha liberado a las mujeres de un trabajo para el que  con los años íbamos quedando muy pocas manos. Cierto que nos liberó de una costosa tarea, pero no quita para que algunas veces, no sintamos un poco de pesar, al recordar lo bien que nos lo pasábamos todas juntas, cuando una vez acabada la tarea, y muy satisfechas por el resultado de ver nuestro pueblo limpio, y florecidos sus jardines, sentadas en alguno de sus paredones,  cada una contase anécdotas y situaciones, que sacábamos de los recuerdos de la memoria.


 Todas seguramente recordaremos lo mucho que nos reíamos cuando alguna,- con mas gracia que las demás,-  empezaba a contar aquellas historias divertidas, imitándonos a personajes y situaciones, que todas habíamos conocido, pero que ya ni recordábamos, y en ese momento al caer en la cuenta, las risas a veces nos hacían saltar las lágrimas. Siempre que pueda conservar la memoria, recordare aquellos buenos ratos, y también recordaré a las compañeras,- algunas de ellas que ya no están entre nosotras,- que lo hicieron posible. Creo que esta se podría considerar como una de las mejores reuniones del encuentro.
Pero encuentros para pasar buenas tertulias puede haber muchas, y por diferentes motivos, y encuetros  que ni siquiera tienen por que ser programados también.  En el principio de mi relato, hago mención a esas reuniones de “quintos.


  Yo siempre recuerdo cuando por la feria mas importante de nuestra Comarca,-  la feria de San Miguel,- mi marido se encontraba invariablemente en ella con algunos de aquellos compañeros de sus tiempos de la “mili”. Eran unos encuentros llenos de compañerismo, en los que invariablemente año tras año, empezaban a rememorar multitud de anécdotas de  aquellos años juveniles, cuando en sus acuartelamientos,  se crearon unos lazos de amistad que, pasados los años, se demostraba que habían sido los mejores compañeros que se habrían podido tener.  Yo escuchando casi invariablemente año tras año las mismas anécdotas, me daba cuenta de que, aunque todos ellos ya eran personas muy veteranas, se diferenciaban poco de cuando siendo niños en las escuelas nos contábamos nuestras cosas, y salvando las distancias, en nuestras conversaciones de escolares, para nosotros, eran tan importantes como para estos amigos veteranos de la mili sus tiempos de soldados, pues en los unos y en los otros lo mas importante era poder tener esos encuentros y sentir la comprensión y compañía del amigo.


Nunca se podrán tener mejores recuerdos, que cuando en buena armonía, se pueden formar grupos para intentar sacar adelante proyectos que sirvan para que los pueblos tengan vida.  En estos proyectos pueden darse el programar las fiestas de nuestros pueblos, buscando un buen ambiente que los haga seguir vivos. Tenemos que tener en cuenta que aquellos años en que en nuestros pueblos rebosaban de gente joven, ya son historia,  eran años en que la vida se desarrollaba en un entorno muy reducido, pues la juventud apenas salía de sus pueblos, salvo para quizás pasar la semana en algún trabajo, y regresar ( si podía) el fin de semana a su pueblo, ¡ y eso del fin de semana también es un decir,! pues este se solía reducir a regresar en alguno de los viejos autobuses que hacían la línea del recorrido de la zona el sábado después del trabajo, para regresar al mismo el lunes muy temprano, y en el mismo medio de transporte, ¡¡ Que lejos quedaban entonces las facilidades que hoy disfrutan nuestros jóvenes, donde cada uno dispone de muy buenos coches que tanto les facilita la vida, y tanta libertad de movimiento les da!!

 Por eso es muy de agradecer cuando todos juntos nos involucramos en que muchas de aquellas antiguas tradiciones,  en las que se podían contar en nuestros pueblos con tanta juventud no se pierda, porque no hay nada que mantenga mejor y mas vivo un pueblo que aquello que les da alegría. Que duda cabe que tendremos que corregir actitudes, buscando con buena voluntad salvar aquello que hace grande la convivencia, intentando comprender las razones del otro, limando a veces malos modos, estados de tensión que solo sirven para amargarnos esa convivencia.  Al hilo de esto, hace un tiempo, leyendo un magnífico artículo en una de esas revistas dominicales, que salen en algunos periódicos, me llamó la atención, una entrevista en la que el prestigioso profesor y sociólogo Bernabé Tierno, comentaba los muchos problemas que para nuestra salud, acarreaban las personas, que siempre ven la negatividad en la vida, personas- comentaba este señor,- que ni siquiera tienen motivos para desarrollar esa negatividad, pues ni siquiera tienen en su vida nada que les impida llevar esa misma vida con total normalidad. 


 En esta misma entrevista el profesor Tierno decía, que si la gente supiese las muchas enfermedades que se propician así mismas, las personas negativas, les causarían pasmo.  Venía a decir que una persona, permanentemente malhumorada, generaba unos ácidos en su organismo, que estudios médicos habían comprobado atacan a los huesos y el corazón, produciendo un desgaste que es el mejor caldo de cultivo para padecer estas enfermedades, las cuales al no ponerles remedio con un mejor cambio de conducta seguirían actuando en nuestro cuerpo haciendo que nuestra calidad de vida fuese mucho mas precaria.  Me gustó mucho la lectura de este artículo.
Yo me quedé con la enseñanza que la lectura de la entrevista que el profesor Bernabé Tierno nos transmitía, la cual me confirmó que enfrentarse a la vida con buen humor y una dosis de alegría, pueden ser al fin y al cavo una receta de salud,  por cierto, una receta muy barata.


Con esto hay que ser lo suficientemente realistas, para comprender que algunos días los ánimos pueden estar por los suelos, pero nunca se hizo la noche que no amaneciese el día. A mi padre le escuché en bastantes ocasiones decir, que nadie que cayese a un pozo, no arañase para salir de el, y aunque esto puede parecer bastante subjetivo, es una buena forma de ver la parte buena de la vida.
Con la receta de que con el buen humor y el optimismo nos puede ir mejor en la vida me voy a quedar, y una de las mejores ocasiones para pasar esos ratos en buena armonía, pueden ser esas reuniones en las que unas buenas celebraciones nos permiten pasar los días de fiesta,- y cómo no,- también como digo en algunos de los actos solidarios de nuestro pueblo.
Pues bien, si para algo ha servido desde hace ya,  mas de veinte años  una celebración, esta es para reunir a todas aquellas amigas que desde hace tantos años venimos celebrando el día de que, con mucha razón llamamos “De Hermandad y Marzas.”

Esta costumbre que antiguamente solo se asociaba a los hombres, se fue perdiendo en el tiempo, como tantas otras. Antiguamente fue una fiesta muy típica en los diferentes pueblos rurales de nuestra provincia. Consistía en que, durante unos cuantos días del mes de marzo, los mozos de los pueblos  según costumbre ancestral, salían en los atardeceres de este mes, pidiendo por las casas de sus vecinos, los cuales, como gesto de buena voluntad, aportaban cualquier clase de alimento, en función de lo que la economía de la familia pudiese dar.  Estas peticiones eran aceptadas por los vecinos, como si de un ritual se tratase, eran los mas jóvenes de su comunidad, que precisaban de todos sus vecinos para dar salida a unas costumbres que se renovaban año tras año, y el testigo se venía pasando de padres a hijos desde donde la memoria ni siquiera alcanzaba, por eso, por muy escasa que fuese la economía familiar,- y entonces la mayoría lo eran,- nadie dejaba de cooperar en que dicha tradición no se perdiese.

Sin embargo, con el paso de los años, otras nuevas costumbres fueron cambiando el rumbo de las cosas, los mozos que antes apenas salían del pueblo, se empezaron a ir dispersando, fueron buscándose la vida mas allá de los límites de su pueblo.  Otros al ir formando su propia familia, ya no tenía cabida en esta clase de celebraciones, y lo mas importante, las nuevas hornadas de gente muy joven, empezaban a ver en estas antiguas costumbres, algo que relacionaban mas con los años de sus padres, ¡ incluso de sus abuelos,!  y ya no querían ser los herederos de algo que consideraban viejo, pasado de moda, antiguo.  Eran chavalería que ya estaba viendo otro mundo y otras formas de vida. Y de este modo, como tantas otras cosas, una costumbre que se perdía en la noche de los tiempos, desapareció sin pena ni gloria, ¡O para algunos, con mas pena que gloria!

Y sin embargo algo pasó hace, como digo, unos veinte años.  Todo empezó como suele ser habitual, de forma casual.  Yo recuerdo, que estábamos comentando, unas cuantas vecinas, en esas reuniones que a veces surgen porque sí, sin siquiera proponérnoslo, cosas de las novedades del pueblo, - que no serian muchas – pero lo cierto es que ni siquiera lo recuerdo.  Tengo que decir que algunas de estas vecinas ya eran bastante mayores, pero si algo me gusta especialmente, es como estas veteranas vecinas, sacan del olvido aquellos recuerdos que ellas pudieron vivir mucho tiempo atrás,  los cuales suelo “archivar” en mi memoria. De estos recuerdos, o anécdotas, que escucho a la gente más mayor, suelo apuntar aquello que en estas conversaciones  me ha podido llamar la atención especialmente,  pues siempre pienso las muchas cosas que se nos han perdido, por no interesarnos en conocer mejor las historias de nuestras gentes.


Sin apenas darnos cuenta, unas y otras, empezaron a rememorar aquellas costumbres que por una causa o por otra se habían perdido, todas con mas o menos distancia en el recuerdo, comentaron las viejas costumbres que había en los pueblos desde tiempos muy antiguos, y lo poco que quedaba ya de aquellas costumbres. Todo se acaba,- comentaban – hoy con tantos modernismos, y tantas libertades como tiene la gente joven, no quieren saber nada de como se divertía la chavalería hace años, no les interesa nada, todo se pierde. En estas y otras parecidas disquisiciones andábamos, cuando alguna comentó que en algunos pueblos se estaban volviendo a poner de moda usos y costumbres que casi estaban olvidados.  ¡¡ Lo vi en la televisión!!  comentó una de ellas, que en algunos pueblos están celebrándose otra vez las Marzas! Todas recordamos que a pesar de que ya se había dejado de celebrar mucho tiempo atrás esta costumbre primaveral, un sacerdote que vivió entre nosotros hacia unos años, animó a los mozos del pueblo a volver a actualizarla, pues les recordó que esta costumbre se seguía celebrando en su pueblo, y resultaba muy divertida.
Durante dos o tres años este simpático cura, colaboró con los mas jóvenes del Concejo, dándoles instrucciones y consejos para dicha celebración, pues pocos o ninguno recordaban las antiguas celebraciones que se habían perdido.
 La idea de este cura como digo, se recuperó durante un corto espacio , pues al poco tiempo  fue destinado a otra parroquia,  y la chavalería sin nadie que los animase y dirigiera, se fueron olvidado de dicha fiesta.  La verdad es que algunos lo sintieron, porque era una reunión muy activa y de colegueo. Lo que les indico el cura a los chavales, era poco mas o menos lo que se conocía de antiguo.  Se empezaba saliendo por las noches, cuando con mas facilidad se encontraban  los vecinos en las casas, y como si de una ronda se tratase, se recorría todo el pueblo casa por casa pidiendo algún donativo, que les ayudase a juntar los productos suficientes para poder organizar una buena cena todos juntos en cualquiera de las tabernas del pueblo. No solía estar mal lo recaudado, en esto no querían mucha variación con lo que la gente daba antaño. Claro que siendo como eran de generosos estos vecinos de los pueblos y barrios del Concejo, no estaba nada mal lo recaudado, constaban estos productos de buenos chorizos, huevos, patatas, algo de jamón  y lomo, ( eran años en los que en la mayoría de las casas se hacían las matanzas,) También les daban harina de maíz para que cocinasen las tortas, castañas nueces, avellanas, algún queso… en las tabernas les podían dar el vino… Todo esto una vez hecho el recorrido y el recuento de todo lo recaudado, se hablaba con el tabernero al que le tocase el encargo de la cena, la cual se hacía por turnos un año en cada una, empezando con un sorteo.
En estas peticiones también se podía solicitar que aquellos vecinos que tuviesen a bien, podían dar en vez de productos algo de dinero, pues en unos años en que los mas jóvenes no andarían muy sobrados, este dinero les vendría muy bien para poder costear el trabajo de cocinarlo al tabernero, ( bueno, a la tabernera, que sería la encargada de cocinarlo todo)
Hay que decir que en esta costumbre, también había sus detalles, como que al pasar por las casas en busca de las peticiones, y antes de llamar a las puertas, se cantaban unas coplas con las que se daba a conocer el motivo de las visitas, y de paso tenían un festivo detalle para con los habitantes de las casas.
                    Ave Maria señores, buenas noches nos de el cielo.
                     Aquí  tenéis a la puerta, todos los mozos del pueblo.
                     A pedir las Marzas vengo, que es costumbre que tenemos.
                     Una rueda de longaniza, unas docenas de huevos.
                    Un celemín de castañas, para irnos entreteniendo…

Las coplas con unas cuantas estrofas mas, eran alusivas a lo que los mozos pensaban celebrar con la ayuda de los vecinos, los cuales, con mas o menos donaciones, colaboraban en que dicha celebración se pudiese llevar a cabo. Tampoco tenían mucha causa para negarse, dado que de todas las casas seguramente había algún muchacho. Cuando en alguna de las casas por las que pasaban, habían tenido recientemente algún difunto, en vez de las coplas se agradecía el detalle rezando una jaculatoria.

 Y aunque los tiempos y las costumbres son otras, en el último tiempo en que se llevó a cabo esta celebración, los muchachos cumplieron lo mismo con las coplas que con las oraciones. También tenían en cuenta los mozos, que como un detalle a los compañeros que tenían pensado casarse durante el año ( hay que tener en cuenta que en los pueblos hace años había muchas bodas, pues también había micha juventud) la noche de la celebración de la cena se invitase también a las novias, era como si les quisieran ofrecer al  amigo, una despedida de soltero.
Después de estos largos recuerdos que fuimos rememorando, todas nos quedamos un poco tristonas, pensando que a la juventud actual seguramente poco o nada les interesaría conocer estas costumbres.  No solo eso, es que ni siquiera les sonarían de nada. Ciertamente no es que quede mucha gente joven en los pueblos, pero pensamos que a poco que se lo propusieran podrían juntarse los que quedaban en el pueblo con los que vivían fuera, incluso para que les resultase mas ameno, lo podrían celebrar con las muchachas del pueblo y  también con las que vivían fuera.
  Esto y algunos temas mas referentes a lo poco que nos estaba quedando en el pueblo en cuanto a celebraciones se refiere, y sin ninguna esperanza de que los mas jóvenes, estuviesen por la labor, se nos ocurrió que porque no tomábamos las mujeres la iniciativa, y tomábamos ese relevo en la fiesta de las Marzas, al fin y al cavo, comentamos, en ninguna parte estaba escrito que nosotras lo teníamos prohibido. Esta idea era muy novedosa, pero visto que ni los hombres ni los jóvenes se habían vuelto a interesar desde hacía años por esta costumbre, nosotras la podíamos volver a sacar del olvido, y al mismo tiempo podríamos dedicarnos un día a nosotras mismas, que nos vendría muy bien.
Cierto que esto solo empezó como una idea, pero esta idea al trasladársela al resto de mujeres del pueblo, fue tomando cuerpo, y sobre todo nos fue ilusionando mucho, pues creo que nos dimos cuenta de la falta que nos hacia ese día de libertad solo para nosotras.
También caímos en la cuenta, de que esta celebración, en cuanto a lo que fueron en tiempos las marzas tradicionales, no podíamos hacerlo. Todas dejamos claro que si esto lo llevábamos a efecto  se trataría de una reunión en la que cada una se pagaría su comida, la cual como también decidimos la encargaríamos en algún lugar acordado.

La idea ya estaba en marcha, solo tuvimos que animar a algunas que no estaban demasiado convencidas, y también pasarles el aviso a nuestras amigas y familiares que vivían fuera. Con esto ya en macha y con una buena respuesta de todas ellas, hablamos con el restaurante del pueblo donde haríamos la reunión para la cena, y concretamos el día – que desde luego tendría que ser en el mes de marzo, nuestro recuerdo a lo que fueron las marzas de antaño, estaba fuera de toda duda.-   Lo demás todas lo sabemos.  Un día, que después de mas de veinte años, todas esperamos con enorme alegría.   

 Con los años esta cena ( que ahora hemos cambiado a comida, por aquello de que les resulten mas cómodos los traslados a las que vienen de fuera) Y también para un mejor aprovechamiento del día para todas nosotras, pues  
hay que facilitar el que muchas amigas que ya se nos han hecho muy mayores, el tener que salir de sus casas de noche, cenar tarde, y también regresar tarde a sus casas, se les estaba haciendo difícil el que pudiéramos seguir contando con ellas, por todo esto, y por que nos dimos todas cuenta de que era la mejor solución, lo que en los primeros años fue una agradable velada, es ahora una divertidísima comida, a la que cada año se siguen sumando mas y mas amigas.
Cierto que en estos años se nos han ido sumando muchas amigas, que no necesariamente tienen que ser del pueblo, las hay que vienen por que las conocemos de otros pueblos al coincidir con ellas  en algunas excursiones o cualquier otro evento.  Otras vienen como invitadas de las que viven fuera, porque quieren que participen de un día solo de mujeres en el que nos lo pasamos genial, y algunas mas que sea por lo que sea, quieren acudir.  Por unas cosas o por otras, raro es el año que el número de participantes no se acerca al centenar,- cuando no lo han sobrepasado de largo.-
Lo que siempre hemos sentido cuando cada año nos reunimos en esta comida, son las buenas amigas que ya nos han ido faltando a través de los años.  Cierto que seguimos contando con un buen número de veteranas, pero nunca podremos encontrar reemplazo para todas esa compañeras que nos han ido dejando. El mejor homenaje que podremos hacerles es que las tenemos presentes en nuestro recuerdo cada año en esa fecha, y el convencimiento que donde quiera que nos estén mirando, se sentirán felices de que todas juntas, sigamos celebrando nuestra fiesta de marzas.

También quiero explicar porque, en una fiesta que tradicionalmente fue siempre de hombres, estos estén excluidos de ella. Quiero aclarar que no ha sido por nada discriminatorio, simplemente fue decisión de la mayoría de las mujeres, que todas queríamos tener un día solo para nosotras  mismas. Creo que eso nuestros maridos y compañeros lo supieron entender y aceptar desde el primer día. Por cierto que también les sugerimos que ellos podían formar también su propia comida de marzas, y desde luego libremente lo pueden hacer cuando ellos quieran. Además excluidos no están, todos pueden acudir a acompañar a sus mujeres en el baile de la tarde.  Desde luego en honor a ellos y a la verdad, todos creo que se han mostrado encantados de que sus mujeres pasen un día muy feliz  

Y  ya  para acabar, como reuniones del encuentro, puede haber bastantes mas, simplemente acudir juntas a las fiestas mas tradicionales, hacer salidas con amigos que nos visitan… participar por ejemplo en las fiestas navideñas, con el adornado del nacimiento, y la bonita cabalgata de Reyes, ayudar con una cesta solidaria a los que mas lo necesitan… colaborar con las flores cuando hay algún vecino difunto… Todo son maneras de que las reuniones sirvan para encontrarnos,  que nunca falte la participación en mayor o menor medida, que nunca falte el encuentro. En estos encuentros, creo que nunca sobrará nadie.
                         UN  SALUDO  DE  MARY  PÉREZ.   DE  CELIS.                


PD. Muchas de las fotos mas actuales que incluyo en el artículo, las he tomado del recopilatorio que conservo, con la idea de hacer en proximas publicaciones un reportaje con la mayoria de todas ellas. Parece increible lo que una se alegra al contemplar estos recuerdos de las diferentes reuniones que hemos tenido, y la satisfacción que produce volver a ver esos momentos, en los que todas nos hemos sentido tan cerca unas de otras, sobre todo cuando el encuentro es tan divertido. Por todo ello, prometo publicar ese recopilatorio con el que todas podreis tener un bonito recuerdo.     

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