sábado, 27 de mayo de 2017

TABERNAS Y TABERNEROS... LOS DE ANTES

Hola amigos : despues de un tiempo vuelvo a retomar de mi carpeta de articulos de hace años,otro de los reportajes que mas exito tubieron de los que salieron en la publicación periodistica en la que colabole
Antigua taberna de la familia del Pozo, Puentenansa
 
En aquel artículo hacia un pequeño homenaje a todos aquellos taberneros que ejercieron durante muchos años (toda su vida diría yo) en nuestros pueblos, prestándonos un servicio del que entonces no nos dábamos cuenta, pero que con los años, yo por lo menos, creo que fue impagable.

El meson de Celis recuerda a las antiguas tabernas
Con este recuerdo quiero  hoy,  con este medio de difusión tan importante como son las redes sociales, y a través de los miles de seguidores con que cuento en mi blog, se le dé mucha más categoría, o….  mucha más importancia, a esas personas, que hace tantos años nos acompañaron, desde aquellas antiguas tabernas, y que fueron para los vecinos de su pueblo mucho mas que un dependiente, fueron amigos solidarios en muchas ocasiones, los cuales seguramente sabían mucho de escaseces y necesidades, también de ratos de tertulia sin más, de charlas en las que la mente se relajaba ante unos vinos, muchas veces acompañada la persona por el propio tabernero.


Por eso este relato quiero que sea como un pequeño homenaje a quienes hace ya muchos años se fueron de nuestras vidas en las que dejaron muy buenos recuerdos, estos eran los taberneros de antes. El único pesar que me queda, después de haber redactado este relato, es el poquísimo material fotográfico que he podido reunir de aquellos bares y tabernas de hace años.
Casa Cholo fue siempre un referente en la xona del nansa (Cosio)
 De todos modos, si al leer este recuerdo, de lo que fueron las vidas de estas personas y de sus familias hace tiempo, yo me sentiría muy agradecida de que alguien me pudiese proporcionar alguna de esas fotos, que seguramente se conservan en alguna caja en vuestras casas, pues estaría encantada de ir incluyéndolas en el relato a medida que estas me fuesen llegando.    Solo quiero que vieseis en este reportaje, un recuerdo, y un reconocimiento, para que ( como digo en otro lugar) su memoria no se olvide, y la juventud que no conoció, y no vivió aquellos años, tenga algunas referencias de lo que significaron esas personas en nuestras vidas y en nuestros pueblos ¡En todos nuestros pueblos,! Y también de cualquier lugar que se pueda identificar con estos taberneros. Pero  muy especialmente en la zona del Nansa, que es lo que yo más puedo conocer.     
 
 
Casa Andres, en Celucos
                   
  Con mucho gusto pasó a trascribir el artículo que publiqué en su día.
  TABERNEROS …LOS DE ANTES!!
Es verdad ¡¡Que taberneros aquellos de antes!!  Yo no puedo hablar de lo que no conozco, pero de lo que si he conocido, si puedo decir con toda propiedad, ¡Que buenos taberneros aquellos de antes!
Tengo comprobado que los artículos que más gustan a la gente, son aquellos que hacen referencia a las cosas que vivimos hace años. Sera porque con los años, estos recuerdos se vuelven borrosos, y solo hace falta que alguna vez les demos un repaso para que nos traigan a la memoria aquellos hechos que al fin y al cabo formaron parte de nuestra vida.  También formaron parte del ir y venir de nuestra comunidad, y de la comunidad de cualquiera que al leerlos, se sienta identificado con cualquiera de ellos.
Y desde luego si alguien así puede dejar mucha historia en nuestros pueblos, estos son aquellos taberneros de antes, custodios de muchos secretos y muchas confidencias, junto a la toma de unos “chatos” de vino,  fiadores de algunas deudas, seguramente también pacientes escuchas de algunos desahogos, de algunas preocupaciones, y como no, consejeros fiables de que una taberna era mejor como lugar de convivencia, de sanos encuentros, y nunca lugares de grescas y de vinos peleones.

Pues bien, seguro que en nuestros pueblos, (pondré como ejemplo al mío, Celis, que como siempre digo, es el que más conozco) hemos tenido unos cuantos propietarios de esas tabernas.  Ahora bien, me gustaría que cada lector situase su memoria y su pensamiento en los personajes de sus propios pueblos, entre los que seguramente encontrará muchas situaciones similares a las nuestras, en los antiguos taberneros que conocieron y trataron hace muchos años.
No quiero confundir a la gente, por que diga “taberneros los de antes”. Yo no quiero quitarle ningún mérito a los propietarios de los bares que tenemos actualmente, porque precisamente ahí está la diferencia.  Hoy la palabra `tabernero` es que hasta ha caído en desuso, son dueños de tal o cual bar, o para dar más categoría a la palabra, se les conoce como Empresarios de la hostelería.  Desde luego el nombre no deja de tener su empaque. Lo que no relaciono yo, es la vieja taberna que conocí desde muy pequeña,  con los modernos locales, en el mismo lugar de aquellas, y que actualmente están regentados por los hijos primero, y actualmente por los nietos de aquellos antiguos taberneros, leyendas vivas del ir y venir de la historia de sus parroquianos.
Restaurante la Portilla en el tiempo de Amparito y Francisco '' Quico''
Empezaré por la tienda del Tío Julio,( lo de tienda era el nombre con el que también eran conocidas las antiguas tabernas) y la aclaración es obligada, dado que, si bien las tabernas hace muchos años, eran en los pueblos lugares reservados casi exclusivamente a los hombres, no dejaban de ser donde el resto de la gente del pueblo se abastecía de todo aquello que se necesitaba para el consumo de la familia. Por eso las tabernas de los pueblos eran también tiendas para todo, algo que se complementaba perfectamente.
De la tienda del  tío Julio, o tienda la Portilla, me ha quedado el recuerdo de un mostrador muy alto,( seguramente lo de alto seria porque yo era muy pequeña) de madera al fondo del local, con unas viejas estanterías, también de madera, combadas por el peso de las botellas, o de los demás usos que se les daban. Justo debajo de estas estanterías,  unas cubas incrustadas bajo sus  tablas, con un tubo  tapado con un gran tapón de corcho, servía para verter el vino en unas jarras o en botellas, con un embudo coloreado por su uso, con las que era servido el vino en el mostrador, o comprado para el consumo en las casas.
Restaurante la Portilla en la actualidad

 El tío Julio solía tener a la vista cualquier cosa que se precisase, como cajas de cerillas, velas que daban un fuerte olor a cera, cajetillas de tabaco, tubos de aspirinas, ovillos de cuerda de “guita” tan precisa para el amarre de los chorizos en las matanzas.   También sujetas en unas puntas entre las juntas de las estanterías, había colgadas  botas de vino, ristras de ajos, o de pimientos secos… algunas boinas, o algún sombrero,  rollos de alambre… en el techo, sujetas asimismo por algún clavo, creo recordar,  cestos de mimbre, o alguna “triguera,”  también pequeñas “maconas” cordeles, o “jaretos” de los que se usaban para sujetar la hierba en los carros. También los llamados “jarmosos,” que eran marmitas de reluciente aluminio y de variados tamaños… Un sinfín de utensilios con los que la gente del pueblo podía abastecerse de lo más necesario en una casa de labranza como eran la mayoría del pueblo en aquellos años.  Además de esto,  en la tienda del tío Julio se podían comprar algunos comestibles, ( pocos) el surtido era muy sencillo, algunas cajas de galletas, algún paquete de café, creo recordar también la venta de algunos productos a granel, como podrían ser, harina lentejas, alubias… pero poco mas, en esto había mucho mas surtido en otra de las tiendas del pueblo. La de Jesús el pasiego. 


De Amparo su mujer, la recuerdo trasteando en la cocina apenas vislumbrada desde la parte de fuera del mostrador.  Son recuerdos ya muy lejanos, pues del tío Julio, que era ya bastante mayor, siendo yo una cría, tengo en la memoria, como cuando me mandaban a buscar algún recado a su tienda, inclinaba su alta estatura por encima del mostrador ( al que yo no llegaba) para preguntarme –¡Haber mozuca, que te mando a buscar tu "guela!"-   Estos o algunos parecidos, son los recuerdos que yo puedo conservar del tío Julio, pues  debía de tener entre ocho o diez años cuando él murió, quizás alguno más, pero no lo recuerdo.
De lo que si tengo muy vivo en la memoria, es de cómo aquella antigua taberna, se transformo cuando su hija Amparito, junto a Francisco, su marido,- Quico el de la Portilla,- como siempre se le conoció, se hicieron cargo del negocio de sus padres cuando a estos les llegó la edad de la jubilación,  o tal vez la carga de los años, pues para mí que a estas gentes de antes solo los jubilaban los muchos años de trabajo, y que el cuerpo ya no daba más de sí.

Con la remodelación del nuevo local, la antigua taberna del tío Julio, paso a ser un bar bastante moderno para aquellos años, perdió su aire de tabernona oscura, con sus vigas renegridas por el humo de los muchos cigarros fumados a través de tantos años por sus parroquianos, con aquellas viejas sillas de madera, donde alrededor de unas cuantas mesas, los hombres pasaban el rato jugando alguna partida a las cartas, dejando pasar el tiempo, sobre todo en las tardes invernales.  En estas partidas no se jugaba dinero,¡ no lo había,! si acaso algún vino que pagaban los que perdían, y poco mas, yo recuerdo como mi padre, al que le gustaba jugar unas partidas a las cartas como al que mas, en los pocos ratos de ocio que el trabajo le dejaba, al no ser mucho de vinos, solía canjear sus ganancias( cuando ganaba) por unos caramelos, o por algún paquete de galletas, de aquellos paquetes que todos recordareis tubulares, de diez galletas “”María” que era como se vendían en aquellos años, y nos los repartía a mis hermanas y a mí, sentado a la mesa de la cocina esperando la cena, mientras mi madre, con su sempiterna labor de punto entre manos, siempre rezongaba por aquel “vicio” de mi padre de jugar a las cartas.
 
 También recuerdo cuando alguna noche al llegar,  mientras nosotras esperábamos expectantes  el reparto, mi padre se hacia el desentendido, y entonces mi madre- no sin cierta malicia- nos decía, ¡¡ala crías, volver a jugar que papa hoy perdió.
Volviendo al cambio que esta vieja taberna experimentó, fueron los nuevos dueños, Francisco y Amparito quienes lo hicieron posible, y aquella transformación no le restó nada de su habitual acogimiento, ello se debió  en parte, a que Quico supo ganarse muy pronto la confianza de los parroquianos, era muy bromista y bastante “chungón” y a veces sus bromas sentaban mal a los mas quisquillosos, pero el si alguno se enfadaba más de la cuenta,  optaba por contemporizar, y sin darle mayor importancia al asunto, esperando que todo se calmase le Francisco tenía algo que suele ser un buen principio, y era que sabía atraerse a la juventud.
 A veces, cuando no andaban bien de dinero podía fiarles, en el convencimiento  que estos mismos chavales en cuanto podían, saldaban con el su cuenta, y nunca nadie se enteraba de sus eventuales apuros económicos.  También les daba buenos consejos, y cuando marchaban a la “mili”, no les faltaron unas pesetas en sus bolsillos, o alguna remesa de dinero cuando éstos, alguna vez,  les escribieron alguna carta, en la que dejaban entrever que pasaban alguna necesidad que otra.

 Eran tiempos en los que estos chavales toda su dependencia, dependía de sus padres, y estos, al que mas y al que menos seguramente tenían en casa muchas necesidades que cubrir, ¡aquello si eran crisis! Pero haber donde iban a quejarse. Su vuelta a casa suponía una boca mas que alimentar, pero también una ayuda  para sus padres, pues cuando se acababan los trabajos más perentorios, sobre todo los de verano con la hierba, salían a buscarse la vida en cualquier otro trabajo, por sacrificado que este fuese.

 Junto a Quico, su mujer Amparito, también supo de un trabajo sin horas, arrastrando una  dolorosa  dificultad física, sacando adelante el trabajo de un comedor en el que nunca faltaron clientes, era una cocina sencilla y muy de pueblo, pero por lo que yo pude comprobar en alguna ocasión, abundante y con una apetecible presentación.  Lo que sí tuvo siempre Amparito era un vivo genio con el que nunca se mordía la lengua cuando lo sacaba a relucir. Solía ser el contrapunto de Quico, su marido, al que si había que soltarle la bronca por algún motivo, Amparito no se cortaba ni un pelo.  A su favor estaba que de su casa jamás se marcho nadie sin comer, fuese a la hora que fuese, y muchas de estas comidas, eran a gentes que se podían presentar a horas intempestivas, pero que estos  comprendían que sería  por algún motivo ajeno a ellos. Seguramente allá en su cocina, Amparito  rezongaría un rato, pero ella les daba de comer.
Hoy su hija Belén junto a su marido Jorge, siguen la tradición (no tabernera) pero si hostelera, en el nuevamente remodelado Restaurante, “La Portilla”  Pero pasados los años esta será otra historia, solo que esta historia seguramente serán otros quienes la cuenten.
De la taberna de Jesús el “Pasiego” y Catalina su mujer, se podía decir poco más o menos. Lo que variaba aquí, era la distribución del local. Este estaba situado en la planta baja de la magnífica casa familiar de vivienda.  Aquí, además del  mostrador de madera,   sus estanterías de bebidas, y las imprescindibles cubas del vino que se servía a granel,  tenía un apartado para tienda, y en ella, además de los comestibles muy bien alineados en sus estanterías, había un lugar muy bien delimitado, donde Jesús el pasiego en otras estanterías de madera, pero mucho mas artísticas,  exponía un montón de piezas de telas. Todo un lujo en una tienda de pueblo en aquellos años, y que permitía a las mujeres, poder confeccionar las ropas necesarias, sobre todo para el uso diario. En este comercio se vendían piezas de sábanas, cortes de pantalones,- estos sobre todo de aquella tela de “mahón”  que era la más usada para confeccionar los pantalones de diario de los hombres,  piezas de telas para manteles.
La Capellania, antigua casa-taberna del pasiego, mas tarde de Memes y Remedios
  También se podían encontrar una buena variación de las llamadas “pisanas” que al decir de mi abuela, que como modista era bastante entendida, eran de muy buena calidad.  Con ellas las mujeres confeccionaban, o mandaban confeccionar, los vestidos de diario. Porque  entre estas telas que vendía Jesús el pasiego, también había algunos lujos, estas podían ser las de algunas telas que por no poder estar al alcance de las escasas economías de aquellos años, se compraban solo cuando la ocasión lo pedía.  Para las fiestas más señaladas, para las bodas, para si había que emprender algún viaje...
Antiguo portalon de baile o Salon de Memes

En la tienda del pasiego, que como he señalado en alguna que otra ocasión, se podían encontrar las más variadas cosas, era sin lugar a duda el comercio que mejor abastecía las necesidades, no solo del pueblo, también los pueblos de los alrededores encontraban en este comercio todo lo necesario, sin tener que desplazarse a otros lugares más alejados, - dado que entonces no se contaba ni de lejos con las facilidades con que ahora cuentan las familias, que pueden tener en su casa para cualquier desplazamiento, uno o varios coches a su disposición,- este comercio, con el gran surtido de que disponía, facilitaba enormemente la vida de sus clientes.
En casa del pasiego, además de las telas, no faltaban los complementos, tales como los detalles de mercería, con sus hilaturas, pasamanerías, corchetes, automáticos, piquillos, galones, hilos para repasar,  aquellos hilos de carretes, de una gran resistencia, también un buen surtido para bordados… con ser esto mucho, estas mercancías se incrementaron mucho mas, cuando en la tienda del pasiego  tomaron el relevo su hija Remedios y Memes, su yerno, un hombre de una gran iniciativa, que además de darle un gran vuelco al local, continuarían  modernizarlo y abasteciéndole de multitud de otros productos, tales como un buen surtido en ferretería, droguería, bisutería, ropa interior,  por supuesto comestibles de una mayor variación. Desde luego no seríamos justos si no le reconociéramos a Meme y a Remedios, las muchas mejoras que introdujeron en su negocio cuando al jubilarse su padre, se hicieron cargo de este.  
  Aquel “Portalón”  que tanta fama dio a nuestro pueblo en los días del pasiego, se multiplicó por mucho con el interés que Memes se tomó en aquel salón de baile, costeando de su propio bolsillo un moderno tocadiscos para el que cada temporada nos compraba a la juventud de Celis, las últimas tendencias.

Mucho antes de esto, su suegro tuvo el gran mérito de acondicionar el local que sería desde los primeros años de su andadura, en los años cuarenta, el mejor punto de encuentro,  de todas las generaciones, de la juventud de toda la zona. Y aunque el aparato de música de los tiempos del “Pasiego”  seria de lo mas rudimentario, no dejó de ser un gran principio, que mas adelante Memes,  con su gran interés por este salón de baile, cambió por otro mucho más moderno, consiguiendo que este fuese un inmejorable lugar de diversión.   Un lugar en el que jugábamos siendo críos en los días lluviosos del invierno, y estorbando a las parejas de bailarines en las tardes de los domingos, cuando corríamos entre ellos a jugar a pescarnos unos a otros. No hay que olvidar que en el portalón del pasiego la entrada era de total libertad para todo el mundo.   Estos juegos darían paso con los años a nuestros primeros intentos de baile, y como se dice ahora, a nuestros primeros “ligues,” con lo que se iban completando esos ciclos que se sucedían año tras año, cuando las nuevas “hornadas” de chavalería venían empujando a las anteriores.
Nunca podremos olvidar, las numerosas generaciones juveniles, todo lo que – primero el “Portalón”- y mas tarde el estupendo Salón de Memes, supuso para (y lo digo sin exagerar) una gran parte de nuestra provincia, pues de ello dan fe las numerosas parejas que se fueron formando entre la multitud de jóvenes que se desplazaban cada domingo a este lugar.  Hoy estas parejas, ya abuelos, siguen viniendo por el pueblo donde tal vez recuerden a esos nietos, que aquí empezó lo que ahora es su vida.
 El salón del pasiego,  fue siempre muy aprovechado para cualquier evento.  Aquí se debatían los concejos comunales, también en la Cuaresma de hace años, al no permitirse el baile, se aprovechaba, los domingos para que la juventud tuviese un lugar de encuentro, y se buscaban las formas de suplir dicho baile con otras alternativas, para las que, desde luego, ideas no faltaron nunca.
Este local servía  también para que aquellos teatros ambulantes, que cada cierta temporada recalaban en nuestros pueblos,  pudieran montar en él su escenario, en el que interpretaban las obras de los dramaturgos más famosos.  Con los años y ya en la era de la televisión, muchos recordaríamos aquellos comediantes, y lo mucho que con ellos aprendimos, viendo muchas de estas mismas obras, recreadas por los mejores actores de la pequeña pantalla.
Restaurante Casa Jandro

Durante bastante tiempo, y una vez  jubilados Memes y Remedios, su hija María Paz, junto a su marido Fonso, se hicieron cargo del negocio familiar, con lo que como digo, estos comercios tuvieron, y tienen, toda la confianza y la solera que dan estas sagas familiares, en las que el buen hacer se lleva en la sangre.   Hoy  este comercio está cerrado al público como bar, y se ha convertido en un bonito museo,  que puede ser contemplado por aquellas personas que quieran pasar sus vacaciones, pernoctando en la casa rural que es ahora la vivienda familiar.  El antiguo “Portalón ”siguió siendo durante unos años más, una estupenda sala de fiestas, que en nada envidiaba a la de cualquier villa o capital, mucho más importante que nuestro pequeño pueblo.  Sin embargo a este salón también le llegó su cierre, la juventud se buscaba otros lugares más alejados, los tiempos fueron cambiando.  Hoy este antiguo “Portalón,”  sirve para otro menester, también muy necesario en nuestro pueblo.  Son nuevos tiempos y nuevas costumbres.


La taberna de Jandro y Rosina, se encontraba(aun se encuentra) a la salida del pueblo en dirección carretera de Pesues. En el barrio de la “Coterona” y era otro de los lugares de esparcimiento de las gentes de Celis más visitados. Su buena bodega tenia justa fama, Rosina  era una cocinera muy apreciada por todos aquellos parroquianos que acudían a esta taberna-bodega.  Dicha clientela también le venía dada por los muchos concursos de bolos que se celebraban en la bolera que estaba situada, cruzando la carretera, justo enfrente de su taberna, y que era también propiedad de Jandro y Rosina.

Platos muy variados y apetecibles en Casa Jandro
El juego de los bolos, ha sido una afición muy arraigada desde siempre en la Comarca del Nansa,  raro será el pueblo, grande o pequeño, que, -sobre todo en las tardes veraniegas- cuando las faenas del campo, o cualquier otra obligación se lo permitiera, que estos parroquianos no acudiesen a la bolera de Casa Jandro, en la Coterona, para pasar unos buenos ratos practicando unas “tiradas” a los bolos, tiradas que se compensaban consumiendo unos vinos de la apreciada bodega de la taberna de Jandro y Rosina.


Puentenansa, Casa Fidel, una casa con mucha solera

Como la taberna del tío Julio, y la de Jesús el pasiego, con los años también Jandro y Rosina, dieron paso a su hila Mary y su yerno Serafín, los cuales también realizaron en este local una importante obra de remodelación. Hay que tener en cuenta, que los nuevos propietarios, que al final, después de hacerse cargo del negocio familiar, eran también la familia más directa de estos, lo que más les interesaba era facilitar el trabajo, con unas mejoras que ya resultaban imprescindibles para un mejor funcionamiento de dicho negocio.  Y así fue durante bastantes años, en el que este restaurante contó con una gran clientela, a la que Rosina, con su enorme vocación de cocinera, colaboró, y fue una gran ayuda para su hija y su yerno todo el tiempo que su salud se lo permitió.
Taberna y restaurante de la familia Cossio (Camijanes)
Hoy todos estos antiguos negocios familiares, que pasaron de padres a hijos, son sus nietos quienes, de una forma o de otra continúan con ellos, y digo de una forma o de otra, porque ninguno de ellos seria reconocido en aquellas viejas tabernas, ni siquiera en el nuevo aire que les dieron sus padres años atrás, y que todavía tuvieron en sus años de recorrido, un término medio entre la vieja “tabernona” de sus abuelos, y los modernísimos restaurantes que ahora dirigen sus nietos, unas tabernas que fueron pasando a sus hijos y nietos, y donde muchos clientes vimos como  aquellos viejos y entrañables taberneros, fueron pasando a sus hijos,- y un tiempo después a sus nietos,-  con el delantal de mando, los recuerdos de toda una vida, muchas horas de trabajo, y el recuerdo de su compañía y su buen hacer.
Para finalizar, he recabado los nombres de algunos de aquellos viejos taberneros, que quedan todavía en la memoria de los mas veteranos de la zona. Entre ellos me dan nombres como´, Teodorín de Polaciones, El Rubio de Carmona, Pilar y hermanos del restaurante “ El Sindicato” en Puentenansa. Tambien en Puentenansa, el bar tienda y restaurante de Maria Rosa, así como el restaurante de Fidel y Adelina, Casa Cosme en el Arrudo, Casa Cholo en Cosio... Tabernas, Bares, Tiendas para todo en cualquier pueblo de toda la zona que como digo siempre quedaran en el recuerdo. Con el tiempo me gustaría incrementar este reportaje con todas aquellas fotos que me puedan hacer llegar, o que yo pueda encontrar.
                       
Casa Cesar en Bielva, siempre ha tenido una cocina con mucha fama
UN  SALUDO  DE  MARY  PÉREZ.   DE  CELIS.      









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