sábado, 22 de abril de 2017

COSTUMBRES DE NUESTROS PUEBLOS



 Hola amigos del blog. En este reportaje, que ya fue dado a conocer en su día en la publicación donde colaboré hace unos cuantos años, le daba un repaso a lo que fueron las costumbres de nuestros pueblos en tiempos pasados. Pasados, sí, pero no tanto como para que nuestra memoria no nos alcance. 
Fueron años de pocos adelantos, todavía nos quedaban muy lejos descubrimientos tan importantes como los que nos fueron llegando bastantes años despues. ¡solo, y como muestra de lo que digo,! para poner una conferencia a cualquier familiar que viviese fuera, habia que llegarse al pueblo de Pesues, y alli hacer esta llamada desde unas cabinas en las que te daban el permiso para poder hacerlo. Yo eso no llegué a necesitarlo. En mis tiempos ya se empezaban a tener algunos adelantos, como por ejemplo ese mismo tendido telefonico en todos los pueblos,( Que no en las casas), esto todabía se tardarian unos cuantos años mas en conseguirlo. Como tardarían también unos años mas los benditos electrodomésticos, las televisiones, las planchas a vapor, disponer de algún coche en las familias, los útiles a motor para el campo, el agua corriente en las casas, los asfaltados y electrificación en nuestros pueblos... y suma y sigue, hasta llegar a lo que ni en los mas disparatados de nuestros sueños ( y ya no digamos en los que sin ser demasiado lejanos nos precedieron) las últimas y mas sofisticadas nuevas tecnologías que ahora disfrutan nuestros nietos. Y eso sin desdeñar que la edad desde la que yo estoy hablando está todavía en mis sesentaitantos, algo que,- con ser una larga madurez,- para nada en estos tiempos nos trasladaría a la edad de "Maricastañas."Por todo ello, y por lo rápido que se nos va el tiempo, por que estas costumbres que fueron tan importantes en nuestros pueblos, quisiera que esta memoria de lo que fue ese tiempo no se pierda para siempre. Este recuerdo se lo merecen todas aquellas heroicas personas que no pudieron disfrutar de ninguna de las muchas ventajas y comodidades que ahora disfrutamos en nuestras casas. unas gentes que nunca pudieron tumbarse en un mullido sofá despues de una agotadora jornada de trabajo, ni de unas vacaciones como ahora pueden disfrutar los muchos juvilados como los que se programan del Inserso, y en la mayoría de los casos hasta del muy escaso dinero con que poder sacar adelante a los suyos. 
Por que nunca perdamos esa memoria, me gustaría que el amigo que lea mis escritos los valore y los transmita, por ellos, por los que vivieron esos tiempos heroicos. Son por ellos por los que hago muy a menudo un examen de la memoria.    UN SALUDO.    

Cuantas costumbres antiguas, nos parecerían ahora, pasados los años, como cosas de novela.  Y no solo costumbres, también canciones, coplas, versos… momentos que vivimos, o se vivieron asociados a esas costumbres.  A veces, cuando nos encontramos en reuniones, cuando celebramos una merienda…un cumpleaños, o…simplemente porque un grupo de personas nos encontramos porque sí, sin siquiera proponérnoslo, y casi sin darnos cuenta, nos da por recordar,  y solemos decir… ¿ Te acuerdas de esto?...¡ Parece que fue ayer,… casi no me acordaba ¡…  Son momentos en los que cada una recordamos aquellas anécdotas que nos pasaron, o que vivimos, o que nos contaron.
Estas anécdotas, o vivencias, a veces son alegres y nos reímos con ellas, otras pueden ser dolorosas y mas traumáticas, y nos pueden dejar mal cuerpo al recordarlas, pero también salen a relucir, pues son cosas nuestras, son situaciones que surgieron en nuestro pequeño mundo, y que de vez en cuando vuelven a nuestra memoria, y así de esta forma siguen formando parte de el,  no se pierden para siempre, es lo que se dice de forma popular, “ el boca a boca del pueblo”
Hoy la vida ha cambiado tanto, que cuando nos da por comentar aquellos episodios de hace años, nos parecen, como digo, cosas de novela. Por eso creo que estas situaciones, estos recuerdos, esos retazos de nuestra vida, esta bien que queden escritos, pues todos ellos se vivieron de forma muy real.


La juventud de ahora seguro que no sabe, que hace unas cuantos años, cuando las mozas acudían a las romerías de otros pueblos, eran “vigiladas” o mejor sería decir “ protegidas” por los mozos de su pueblo.  Si los pretendientes que solicitaban la compañía o el baile de alguna de estas muchachas, era lo que se llamaba, persona de bien, o traía buenas intenciones y formalidad, tenian buenos modos, y les caía bien a los mozos, dejaban que la cosa siguiera. Si por el contrario el mozo en cuestión,  tenía fama de mujeriego, era camorrista, o venia fanfarroneando,  ¡ ahí estaban los chavales para pararle los pies!


Yo recuerdo haber escuchado, hace ya muchos años, como cuando alguno de estos “elementos,” no querían hacer caso de algunas advertencias, al final se les propinaba unos buenos palos, y la cuestión se tranquilizaba. Normalmente no volvían a por mas. Estas costumbres hoy parecerán muy radicales, y hasta condenables, pero seguro que en la memoria de muchos al leer este relato, recordará haber escuchado o haber vivido algunas de estas anécdotas.


También se podía dar el caso, de que cuando dos pueblos cercanos celebraban fiestas, surgieran piques, como cuando algún muchacho que cortejaba a la muchacha del pueblo vecino, esta lo prefiriese a algún pretendiente del suyo propio, y ahí la crueldad de la persona despechada, podía poner en entredicho el buen nombre de aquella que no le había hecho caso, entonces las coplas mas hirientes solían ser un buen recurso.
                      
      Los amores que tu tienes,
   Primero los tuve yo,
         ¡Ojalá que te diviertas,
                                 Con lo que a mí  me sobró.
Estas coplas podían ser motivo de hacer sospechar al novio de la chica, que a lo mejor su conducta no había sido muy honrada, y ahí tendrías como el pretendiente despechado, con unas coplas malintencionadas, sembrarían unas dudas en su propio beneficio, pues a veces el daño era irreparable, y podía romper el noviazgo. Eran tiempos en los que la maledicencia y una honra mal entendida  tenían un gran peso. En esto sí que se nota muchísimo el paso generacional, y las diferencias en el pensamiento.

No todas las anécdotas que se trataban tenían que ver con cosas que resultaban perjudiciales: había otras, como rememorar los tiempos de la niñez, los años escolares… los maestros que nos impartieron clase… Estos fueron unos cuantos. En nuestro caso ( las niñas) eran maestras. En Celis desde los tiempos que yo recuerde siempre tuvimos maestros para los niños, y maestra para las niñas.

 Solían ser casi siempre,- sobre todo en el caso de las niñas,- maestras primerizas, como para que adquiriesen rodaje y experiencia, la prueba estaba – ellas mismas lo decían- que sus primeros destinos eran estos pueblos pequeños, los cuales les servían para ir acumulando puntuación, y así poder optar a una plaza en otros lugares mas destacados, lo malo era que al tener constancia del poco tiempo que impartían clases en estos pueblos, tampoco se motivaban mucho con los estudios impartidos. Claro que como en todo hubo buenas excepciones, y justo es reconocerlo, hubo maestras que dejaron muy buen recuerdo.

 
De esos años, recuerdo,- recordamos muchas condiscípulas,- el aprendizaje de aquellos versos del mes de mayo que ensayábamos en la escuela, y que la maestra, ayudada por el párroco del pueblo nos hacía poner en escena.  Los ensayos nos planteaban dos situaciones, por un lado la ilusión que nos hacía ser protagonistas de un acontecimiento que año tras año realizábamos ante todo nuestro público, y que ese día estaría muy pendiente de nuestra actuación. Y por otro la responsabilidad de que los nervios no nos traicionasen y pudiésemos dejar en buen lugar aquella tarea, por la que nuestra maestra y el Señor cura tanto nos habían machacado en los ensayos, por todo ello teníamos que meternos muy bien en el cometido, y que nuestra pequeña honrilla quedase muy alta. 


 Después ya vendrían los parabienes y las felicitaciones, pero de momento lo que se esperaba de nosotras era que quedásemos bien, pues en ese último domingo del mes de mayo, la Iglesia acogía a los fieles de todo el Concejo, formado por los tres pueblos que lo componen,- además de sus correspondientes barrios, que por cierto en aquellos años tenían un gran número de vecinos, así como la correspondiente chavalería. Estos recuerdos, ya los doy a conocer en anteriores artículos, pero como todo ello forma parte de las mismas historias, no pasa nada porque se vuelvan a traer a colación. Lo que si quiero destacar de este tiempo de aprendizaje, son los numerosos niños que acudían a la escuela de los barrios del Concejo. En Celis tenemos unos cuantos.  Los de la Cotera,  las Bárcenas, la Herreria, Los de Arenas… estos son de por si varios núcleos, diseminados por una ladera en la que en lo mas alto, se sitúa la capilla bajo la advocación de la Virgen del Carmen, tales como el Carmen, La Cotera del Carmen, Repollo,… y el mismo Arenas y Calleja.

  Pues bien, de estos barrios quiero destacar la gran cantidad de niños que en aquellos años acudían a las dos escuelas de Celis, eran pocas las familias de cada barrio, pero como en cualquier casa del pueblo de aquellos años, en cada una de ellas se podían contabilizar un buen número de chavalería.  Mención aparte se merece otro lugar, (no se si le cuadraría bien la palabra barrio) Mas bien se le puede definir como poblado minero.Eran estas unas familias que vivían muy cercanas a las entradas de las minas de la Real compañía Asturiana, en los llamados, montes de la Florida, y lugar de trabajo de  -, además de estos vecinos,-  un gran número de familias mineras del pueblo de Celis.   Estas minas que funcionaron y dieron vida y prosperidad a muchos pueblos de la comarca, cerraron hace ya bastantes años. 


 Hoy son mas conocidos estos terrenos, por ser el lugar donde está ubicada la famosa cueva del “Soplao,” claro que, en el tiempo en que los niños de estas familias mineras bajaban a las escuelas del pueblo, nadie podría imaginarse que aquellos caminos de las cuestas de la Florida, que diariamente recorrían estos sufridos chavales, llegarían a tener la fama que cientos de turistas les han dado, al contemplar  los espectaculares  interiores, que el paso de los siglos ha dejado en los maravillosos techos y suelos de estas cuevas mineras, cuando pasados los años, se ha dado a conocer estos maravillosos interiores     Pero volviendo a lo que fue la vida de estos críos en los año de su niñez, no era poco sacrificio el que realizaban diariamente.  Con buen tiempo, al fin y al cabo, eran niños,- y unos niños enseñados desde muy pequeños a largos recorridos,- no en vano vivían en las montañas, y como se decía antes, están “escorreaos desde chicos”. Lo  malo eran los inviernos, con sus fríos, sus celliscas, sus nevadas, y mas si se recuerda que en esos años ninguno de estos críos disfrutaría de las ropas de abrigo, ni los alimentos que hoy seguramente, tienen los nietos de los que lo fueron  en aquellos años. Por todo esto,  este apartado a esa memoria creo que es de justicia que se haga.
Siguiendo con el mes de mayo, mes de las flores, como nos enseñaron a conocerlo, llegaba también el último domingo, y así, con muchos nervios y mucha ilusión, nos preparábamos para decir nuestros versos a la Virgen.  La Iglesia estallaba de flores y velas. El altar se había cubierto con el mejor mantel, y la gente llegaba temprano con sus mejores galas para poder ocupar un buen lugar.
Los niños lucíamos nuestros  trajes de primera comunión. Otras niñas vestían de angelitos, con unas largas túnicas y unas enormes alas llenas de plumas, y todas nos metíamos en nuestro papel como la mejor de las artistas, no en vano llevábamos muchos días ensayando nuestro papel.

  La Virgen también representada por otra de las niñas, lucia un precioso manto y una corona muy brillante.  Y así unos niños diciendo los versos, los angelitos acompañándolos, y la Virgen respondiendo a cada verso que le dedicábamos, íbamos poco a poco perdiendo el miedo y la aprensión, a medida que los versos iban desgranándose.
 Cuando acababa la ceremonia, la alegría del Señor cura y las maestras, y el orgullo de nuestros padres por lo bien que lo habíamos hecho, nos dejaba mas que satisfechas. Algunas de aquellas estrofas seguro que mas de una las conservamos en nuestra memoria.
Adios Maria, preciosa estrella,
Rosal del cielo, y Madre nuestra.
  Adios te dicen, con mucha pena
  Los niños todos, de nuestra tierra
  
Volviendo a nuestras celebraciones y costumbres, otra de las fiestas de gran relieve en nuestro pueblo, fue la del Corazón de Jesús.  Era esta una fiesta muy religiosa, pero también de muchísimo lucimiento, y en la que de una forma o de otra, colaboraba todo el pueblo. Las calles principales se llenaban de altares, y aquí también los niños teníamos mucho protagonismo, pues en estos altares nos colocaban evocando escenas religiosas, para las que la imaginación y el buen gusto de quienes nos ponían en escena era todo un reto. Aquí cada altar era adornado por las personas del barrio al que representaban, pues además de la calle principal, cada uno de estos barrios podían decorar su propio altar.
Los cruces de las calles se adornaban con arcos hechos con ramaje y ramilletes de flores.  La juventud del pueblo, -chicos y chicas- ponían toda su ilusión en adornarlos, y todos juntos trabajaban con gran entusiasmo, y tampoco faltaban las bromas y las risas.
…. Y así llegaba el día de la fiesta, el día que se conmemoraba el Corazón de Jesús.
Después de la misa, muy solemne, cantada por el coro parroquial, la procesión salía de la Iglesia con el Señor Cura vistiendo su mejor ropaje, los monaguillos, también con sus túnicas blancas, y los bajos de precioso encaje de gran gala, portando los cirios, adornados también para la ocasión. Y lo que mas emoción despertaba entre toda la gente,  los dos grandes estandartes, uno en raso rojo con una preciosa imagen del Sagrado Corazón estampado en su centro, y otro en azul cielo, también de raso, con otra estampa de la Inmaculada Concepción.
Estos estandartes los portaban normalmente  algunas personalidades de mando, aunque también los podía portar cualquier vecino que lo solicitase. Otra costumbre que se daba para llevar estos estandartes, era que si alguna pareja de novios, tenía en proyecto casarse en un corto tiempo, podía tener también el honor de ser ellos quienes los llevasen.  Lo cierto que unos u otros nunca faltaron voluntarios para este cometido. A cada lado de quien los portase se colocaban dos niños vestidos con sus galas de primera comunión, con unos cestos con pétalos de rosas, estas se lanzaban a pequeños puñados, cuando el sacerdote impartía su bendición en los altares.

 Estas fiestas religiosas, vistas con la perspectiva actual todo lo que queda de ellas solo son los recuerdos,- y muchos ya también se han perdido,- pues ya casi no queda nadie de los que participaban en ellas.  Y no es eso lo malo, es peor escuchar como a veces se reniega de unas tradiciones que todos vivimos en el tiempo que nos tocó vivirlas, que marcaron el devenir de nuestros pueblos y nuestras gentes, que fue un tiempo en que todos éramos participativos, pues a nadie le era indiferente aquello que de una forma o de otra servía para el realce de su barrio o calle, pero que sobre todo servía para que un pueblo viviese la alegría de unas fiestas muy señaladas.

 Lo malo (con serlo) no es que solo se reniegue de estas tradiciones que estuvieron tan arraigadas en nuestras vidas, si no que al fin y al cavo, tampoco actualmente sea mucho mejor lo que tenemos.  Podemos pensar que entonces por lo menos la gente sentía el orgullo de lo suyo, se vivían los días señalados con mucho entusiasmo, sería porque no teníamos mas,  o sería porque a pesar de todo había ilusión, no sé, yo soy de las que pienso que algunas cosas en nuestros pueblos, no han cambiado para mejor,  como las bonitas voces  del coro parroquial tan participativo entre las chicas y los chicos, con el encanto y la potencia de barítono de alguno de ellos.

                                Salve  Corazón Sagrado
                                 En la tierra,
                                Establece Tu reinado
Este do final de la canción era, como el resto de las cantadas por el coro, de un emocionado respeto, así como cualquiera de estas interpretaciones, que el juvenil grupo, entonaba durante la celebración de la misa.
                                  Corazón Santo,
                                   Tu reinarás
                                   Tu nuestro encanto,
                                    Siempre serás.

Por todo ello, porque no se pierdan del todo estos recuerdos de nuestros pueblos, quiero hacer también un repaso a lo que eran las celebraciones de las bodas entre nuestros amigos contrayentes.
Hace años no había como ahora, la costumbre de salir del pueblo para celebrar los convites de bodas. No es que estas no tuviesen un gran protagonismo, muy al contrario, pues la gente del pueblo participaba en ellas de una forma o de otra, esta podía ser limpiando y adornando la Iglesia, o bien ayudando a servir en el convite.  Además de, (claro está) los invitados, en los que seguramente habría un representante de cada casa del pueblo.
Antiguamente la costumbre era la de casarse a una hora muy temprana, para después, bien en la casa de cualquiera de los dos contrayentes, o en el “Salón del Pasiego”, servir un chocolate con galletas y rosquillas, y después cada uno a su casa, mientras los novios con un poco de suerte, igual podían bajar a Pesues a la pasada del tren para disfrutar de un día o dos en Santander.
Mas adelante las cosas fueron cambiando, y aunque la ceremonia siguiese siendo muy sencilla, el convite se alargaba un poco mas, pues se ponía un poco de “ picoteo” como embutidos, algunas conservas, y la siempre recurrente tortilla de patata, además de alguna botella de vino.  Como postre se servía también chocolate y rosquillas, o algún otro dulce.

Pero un día alguna de las parejas contrayentes, quiso que su boda fuese mas rumbosa, y decidió que sus invitados comiesen a gusto. Para ello encargaron la comida ( como siempre ) en el salón del pasiego, y aquello ya tuvo otra categoría. El menú salía mas caro, pero los novios quedaban muy bien.  Además en las bodas ya empezó la costumbre de hacerse regalos a los novios por parte de los invitados, regalos que eran muy apreciados por estos, pues con ellos podían completar el ajuar para la casa.
Esta comida de bodas consistía en una buena sopa de primero, seguida de merluza rebozada, y finalmente la carne, que podía ser de cordero cabrito o ternera.  Se daba el caso de que en la mayoría de las casas tenían ganado, o “recilla menor”, con lo que la propia familia ponía dicha carne, y si no lo tenían en la familia, siempre los podían surtir algún familiar.
Lo que no faltaba en estas bodas del pueblo era una buena cocinera, la cual invariablemente era Cunda la de Celucos, la mejor, al decir de los restaurantes que siempre recurrían a ella si querían tener garantías de que todo saliese bien´
Como digo, en las bodas mas antiguas todo era muy temprano y con mucha discreción, casi como algo clandestino, o un poco a escondidas, pero a medida que las costumbres fueron cambiando, las bodas ya fueron siendo un gran acontecimiento, las celebraciones fueron siendo mucho mas alegres, con los años la juventud que era invitada pagaba a “escote” una pequeña orquesta de algún músico de los alrededores, y así la fiesta se prolongaba hasta bastante avanzada la noche, los novios también participaban del jolgorio, y después emprendían en algún taxi de la zona, lo que ya no sería solamente de fin de semana a la capital, sino que muchos de ellos ya programaban salidas para conocer otras ciudades. Desde luego aún quedaban muy lejos los viajes organizados a alguno de los exóticos países que ahora se visitan, pero no dejaban de ser buenos cambios con lo vivido anteriormente.
En estos viajes se daba el caso de que algún recién casado, le gustase llevar a su pareja a conocer la ciudad donde había realizado su servicio militar, ¡claro que esto debía de ser a aquellos a los que les quedó un buen recuerdo de aquel servicio! Lo cual no sería muy de extrañar, pues en aquellos años tal vez estos muchachos era la primera vez que habían tenido  la oportunidad de salir de su pueblo, o como mucho de su provincia.
En Celis, justo es decirlo, además de la casa de comidas del pasiego, otro restaurante se repartía las bodas y celebraciones de los pueblos del Concejo.
El restaurante de Jesús el pasiego fue ganando en categoría con la llegada de su hija Remedios y su marido Memes, estos fueron los que tomaron el relevo del negocio familiar, cuando por su edad, su padre tuvo que retirarse. Este salón, así como el restaurante y el bar tomaron con el empuje de Memes un gran protagonismo, que Memes patrocinó y modernizó, dotando al salón de baile de el mejor de los tocadiscos, así como las últimas novedades en cuanto a tendencias musicales, dando a este pueblo un auge como nunca antes fue conocido.
El otro restaurante del pueblo, era el que regentaban Amparito y su marido Francisco, conocido por todos como “Quico el de la Portilla”, los cuales se hicieron cargo de la antigua taberna de los padres de Amparito, Julio y Amparo, y que siempre se la conoció como la taberna de tío Julio.  La taberna del tío Julio, tuvo antiguamente, junto con la de Jesús el pasiego mucha importancia, y fue también durante muchos años, lugar de encuentro de los parroquiano del Concejo, así como de toda la gente que pasaba por el pueblo.

 Además de estos dos lugares, en Celis, a la salida del pueblo había otra taberna, la de “Jandro” y Rosina, la cual era conocida por su buena bodega, además de contar justo enfrente de la taberna, con una bolera, donde dada la gran afición bolística que siempre existió en el pueblo, era muy concurrida sobre todo en las tardes veraniegas. Todavía se tienen buenos recuerdos de los muchos torneos celebrados hace años en dicha bolera, además de celebrarse en ella el baile de la festividad de la Virgen del Carmen.
Tanto los restaurantes de Remedios y Memes, así como el de Francisco y Amparito, fueron pioneros en las celebraciones de convites de bodas, en los que ponían todo de su parte para intentar superarse, y lo cierto es que fueron unos convites excelentes durante muchos años.
 Después vendrían las modas de que las bodas se celebrasen fuera, lo que para mí, hoy, al cabo de los años, me parece que fue una gran pena, pero las cosas fueron así, los tiempos cambiaron para muchas cosas, pero creo que algunas de ellas ni siquiera para bien.
Otra de las costumbres que pervivió en el tiempo de de estas celebraciones, fueron las canciones que alegraban las sobremesas de los banquetes de los novios, que eran dedicadas a ellos, y que afloraban, una vez bien lleno el estomago, además de alguna que otra copa, que era cuando la alegría se soltaba.  Las coplas siempre ponían toda la gracia y la picaresca a la que hacían alusión.
 En la cola del vestido,
 Lleva la novia una estrella,
Con un letrero que dice.
    Viva su novio con ella.          
  A veces las coplas aludían también al papel del cura, y si este se encontraba presente en el convite, lo mejor era que se lo tomase a guasa, y así todos contentos.
                                                            El señor cura no canta,
                                                            Porque lleva la corona
                                                           ¡¡Cante Señor cura cante
                                                            Que Dios todo lo perdona!!
       Otras de las coplas eran como para avergonzar un poco a los novios, pues no dejaban de tener su chispa.
                                                         Por debajo de la mesa,
                                                        ¡se menea no se qué,!
                                                        Es el novio a la novia,
                                                        Que la toca con el pie.
Y también las había las que hacían alusión a lo que sería su vida de ahora en adelante, y decían así.
                                                       Estos que se casan hoy,
                                                       Dios les de mucha fortuna.
                                                       Y para el año que viene,
                                                       Tengan un niño en la cuna.
Pues nada mas  por ahora, creo que este recorrido por las costumbres de nuestros pueblos de hace años, nos traerán muchos recuerdos y algunas nostalgias. La vida ha dado un giro tan grande que nos conoce ni la madre que nos parió.
Si en algo se puede notar el paso del tiempo es en los usos y modos de vida de nuestra gente. en la foto el muy recordado y querido " Candidin" tal como nuestra memoria lo recuerda, con su pequeña estatura y su cara de niño viejo.

Ojalá alguna de esta juventud de ahora sepa apreciar lo que vivieron sus mayores, no se trata de querer volver atrás, ellos también serán mayores algún día, aunque ahora les parezca muy lejano, pues si algo pasa muy rápido, eso es el tiempo, y tal vez alguno quiera también dejar constancia de esas vivencias que sin ninguna duda van a tener, la historia esta ahí para contarla, y nunca lo bueno se debería perder para siempre.
       UN SALUDO PARA TODOS LOS LECTORES, DE MARY PÉREZ.  DE CELIS.
                                                                                                               
PD.  Lo que mas dificil me resulta en estos artículos del recuerdo, es encontrat fotos de los momentos que descrivo, por eso el lector debe disculpar el que muchos de los recuerdos a veces no puedan ir acompañados de las fotos que los harian mas interesantes, por mas que pregunto por fotos de esos tiempos no siempre las encuentro.

           
    

2 comentarios:

  1. El relato y las fotos no pueden ser mejores
    Gracias Mary aunque no soy de este pueblo me identifico con todo lo que has contado. Eres la mejor

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  2. Muchas gracias, me alegra que te resulte bonito, son relatos que solo quieren que nuestra historia no se olvide.

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