Hola amigos.
Estoy escribiendo en las vísperas de nuestra feria por
excelencia, nuestra feria de San Miguel, y quiero hacerlo con un recuerdo, a
todo lo que fue la feria y a lo mucho que durante tantas generaciones este
acontecimiento ha significado en una comarca como la nuestra, la comarca del
Nansa.
Cúantos años habrá vivido la gente esta feria, cuanto se
habrá recorrido esta carretera, cuantas mañanas esperando unos autobuses que
pasaban sin parar cargados de gentes, y esperando haber cuando alguno de esos
autobuses tendría cabida para unos pocos de los muchos que esperaban poder
hacerse un hueco en ellos para llegar a la feria.
Sin embargo no por eso la
gente se amilanaba , cuando ya se desesperaba de poder acceder al tan ansiada
plaza, en uno de aquellos viejos autobuses, ( esto de plaza es un decir) la
mayoría se podía conformar con un apretujado lugar encajonado entre otros
muchos sufridos viajeros, para los cuales ya era un triunfo encontrar ese tan
ansiado hueco que lo quitase de unos cuantos km. de, también, sufrida carretera,
la gente se echaba al camino, como fuese, con cestas cargadas de comida, los
paraguas por si algún chaparrón, a los que no era ajena la feria, pues todos en
alguno de los muchos años que hemos vivido este día sabemos de alguno de estos
inoportunos aguaceros, eso cuando no lo ha fastidiado el día desde el
principio. Sin embargo, nunca nada detenía a la gente feriante, en tan
esperada fecha.
La llegada al "Prau Socollu" ya de por si era un
triunfo, la emoción de los muchos visitantes,
que año tras año acudían al prao, hacía olvidar los cansancios de
aquellas caminatas, el espectáculo de animación y colorido, solo era comparable
a la del encuentro con los muchos amigos familiares y conocidos, que como un
ritual que se repetía año tras año, se encontraban en la feria. Por que esta feria no era solo eso -una feria- también era
el lugar en el que muchas de las familias que estaban dispersas por otros
pueblos, se daban cita de antemano aquí, para que, cada uno trasladando su
propia comida, se compartiese alrededor de unos manteles colocados en la braña,
y en la que acompañando unas tortillas unas chuletas unos chorizos o cualquier
otro de los menús que, ya seguramente se habrían preparado en la víspera, se compartiese
con el imprescindible queso picón, que a buen seguro se les habría comprado a
las muchas tresvisanas que acudían con este rico y oloroso manjar.
Ellas también tenían que hacer la feria, y lo
cierto que todas sus ganancias de ese día siempre sería muy merecidas, era muy
sacrificado sacar un dinero en aquellos tiempos, y no solo por lo costoso de la
elaboración de este producto, si no por el lugar de donde tenían que
trasladarlo, solo los que conocen el lugar de donde venían, un remoto puebluco
perdido entre las montañas cercanas a los Picos de Europa, y cuyo traslado
seguramente en cabalgaduras, para tomar
la carretera, en la que,- con un poco de suerte - tendrían algún medio de
transporte que los pudiese llevar hasta la feria, los que no tuviesen esa
suerte, pues a trabes de colladas y montes, tal vez pudiendo pasar la noche en
casas de algún familiar o conocido. Hoy esto puede parecer un tanto trasnochado,
pero en casa de mis abuelos, donde me
crié, esto lo oí comentar en alguna ocasión , pues conocían bien a alguna de
estas " queseras" por los muchos años comprándoles el queso, y estoy segura que no serían los únicos, eran
tiempos difíciles, para poder sacar unos pocos dineros.
Como digo la gente no se acobardaba por tener que subir
andando a la feria, de hecho era mas el público que subía andando que el que
transportaban aquellos viejos autobuses, solo hay que recordar los muchos
acompañantes que desde primeras horas de la mañana trasladaban las cabañas de
vacas que - unas por que sus dueños querían lucirlas en la feria - y otros por
la necesidad de sacarles unos dineros, todos esperaban este día con mucha
expectación.
Eso por no hablar de las numerosas personas, tanto de grupos
familiares, como de los muchos romeros que se iban , sumando, y que se echaban
a la carretera, por no tener que esperar a que los autobuses fuesen desalojando
su carga de viajeros, y así dándose compañía unos y otros emprendían el camino
esperando que en el trayecto pudiesen tener la suerte que alguno de estos
autobuses parase para llevarlos, y si no era así pasito a pasito - como dice el
refrán - se llega lejos.
Lo que si era también un espectáculo, en los pueblos de la
ruta, era ver pasar la riada de cabañas,
de vacas, de autobuses , y de gentes andando por la carretera, -los coches eran
un lujo que pocos se podían permitir. - Esto para los que por cualquier motivo,
no tenían oportunidad de acudir a la feria, ya era en si la mejor de las
distracciones, y no era raro el comentario, de que en casa ya lo habían dejado todo
hecho, para poder contemplar ese desfile desde primeras horas de la mañana.
La llegada al "Prao Socollu" nunca defraudaba, el
bullicio de los muchos feriantes, que con sus puestos llenos de vituallas y
colorido, eran una gran tentación para los muchos parroquianos,- sobre todo los
críos- que nos colocábamos alrededor de aquellos puestos con sus exposiciones
de juguetes, y nos quedábamos eclipsados contemplando, todo aquel batiburrillo
de caballitos , muñecos , trompetas de brillantes colores "cochucos"
que incluso tocaban la bocina, silbatos, globos de muchos colores.... un sin fin
de chucherias que, a los críos de aquellos años, que solo nos compraban algún
juguete en la fecha de los Reyes Mágos, nos mantenía apalancados alrededor de
aquellos puestos, en la que la sola contemplación de aquellas
"maravillas" ya nos dábamos por contentos. Aunque cierto es que yo
siempre recuerdo que algo caía, fuese por que alguno de la familia nos daba
unas pesetas, o por que nuestros padres se estiraban un poco ( dado el día que
era) en la feria de San Miguel no nos faltaba a mi, y a mis hermanas alguna de
aquellas alegres chucherias, aunque para nosotras la mayor alegría, era poder
acudir a la feria con toda nuestra familia.
Lo que no es comparable con
aquellos años, son los muchos comerciantes que ahora exponen sus mercancías, en
unas interminables hileras de puestos, con todo lo que de ventas se pueda uno
imaginar, ropa, calzado, embutidos repostería,
artesanías de lo mas variado, de productos típicos de la época ,
cebollas, ajos, castañas, avellanas, manzanas....Estos Últimos son los que ya
se comerciaban toda la vida, pero ahora inclusa parezca que se han potenciado y
aumentado. El primer recuerdo que tengo
de lo escuchado en aquellas charlas familiares, fue que con apenas medio año,
mi abuela se empeñó en llevarme a San Miguel, muy bien acomodada en una cesta,
me imagino que sería de aquellas cestas grandes con las que en el verano se
llevaba la comida a los prados altos de los invernales, yo no sería muy
voluminosa pero me hago una idea de la ilusión que a mi abuela le tendría que
hacer mostrar a su primera nieta a todos los conocidos ( que no eran
pocos, pues tengo entendido que años
antes, mis abuelos, tuvieron un puesto donde se daban comidas,) y con muchos de
ellos que se encontraría por allá, esto
no sería muy de extrañar por que todos los que conocieron a mis abuelos,- y
sobre todo a mi abuela Luisa,- saben de
lo muy animosa que era en acudir con toda la familia a estas romerías. El Cristo
de Bielva era otra de las citas obligadas de toda mi familia, a la cual, al
igual que a esta de la feria de San Miguel, acudían siempre con las cestas de
la comida, como otros muchos cientos de romeros, para los que estos señalados
días eran casi un deber, y en el caso del Santo Cristo de Bielva, además era
una tradición religiosa.
De aquella feria de San Miguel de hace tantos años, tengo un
recuerdo muy grabado, y era el de aquellas balanceantes "barcas" que
con un fuerte impulso, se elevaban hacia arriba a una mas que respetable
altura, para dejarse caer con gran fuerza y nuevamente seguir elevándose hacia
arriba, provocando los excitados gritos que el vértigo de aquellas alturas
provocaban, en quienes ocupasen las
cuatro plazas de quienes se subían en ellas. Cualquiera que viviese aquel juego
en los años que estoy recordando, tendrá en su memoria aquellos gritos, mezcla
de miedo y de diversión, y también como algunos de los comentarios, señalaban
que las faldas de las muchachas dejaban al descubierto bastante mas de las
piernas de lo que ellas querían enseñar.
Son recuerdos, y retazos de la vida, de unos años en lo que
todo se vivía con mucha ilusión, quizás en lo que no han cambiado tanto los
tiempos, es en el entusiasmo que todavía se vive con respecto al tema del
ganado. Cierto es que hoy las facilidades para su traslado a la feria, para
aquellos que quieren abreviar el camino, tienen en los camiones de ganados una
mejor forma de evitarse las caminatas. Sin embargo las tradiciones siguen muy
vivas en nuestra feria de San Miguel, y a los muchos admiradores de nuestras
cabañas ( sobre todo y ante todo de las tudancas) todavía les llena el alma de emoción, cuando este animal
mítico, pasa con toda la nobleza y el señorío
que le da el ser una raza única.
Por lo demás la feria sigue siendo el gran mercado donde las
transaciones de todo tipo se dan cita. Aquí
lo mismo se puede comprar o vender una vaca, unas becerras o becerros, como un
lote de ganado caballar, o por separado, como también un buen rebaño de cabras
o de ovejas.... todo es canjeable... o no:
también los ganaderos aunque no piensen en ventas , llevan sus cabañas,
con gran orgullo para que sean contempladas,
las cuales no hace mucho han
bajado de los altos puertos muy lucidas, algo que después de verlas dándose el
paseillo por las carreteras que las acercan al prao, compensa a estos animales
del encierro que les espera durante los largos meses invernales, los hermosos
mastines que las acompañan luciendo esos collares de puntiagudas púas, también
participan en gran medida de esa exposición de nuestras vacas tudancas.
Los premios que desde hace relativamente pocos años se
conceden a los ganaderos, pueden ser un aliciente para que estas costumbres no
se pierdan, sin embargo son muchos los que piensan que la autenticidad de
nuestra mejor feria de ganado de toda la comarca desde hace muchísimos años no
necesitó nunca de estas compensaciones para ser muy autentica, y yo creo que
las opiniones son libres, si no fuese por esas compensaciones la feria ya se
habría perdido.... no lo sabremos, pues
mejor no hacer experimentos, con o sin premios,
lo importante es que se sigan conservando lo mejor de nuestras
tradiciones.
Y como todo evoluciona en nuestra feria también las
costumbres son diferentes, desde hace unos cuantos años, el arrastre de la
tarde por parejas de bueyes, y de seleccionadas vacas, atraen también numeroso público, amante de este
espectáculo, que por supuesto también tiene sus premios. Para finalizar con los
conciertos y demás atracciones con los que se pone un broche de oro a una feria
que siendo de ganados , no le falta de nada.
Pues nada mas, solo esperar que la feria halla sido todo lo entretenida
que se espera de esta tradicional ocasión, y desearles a todos que los muchos
siguientes años que esperemos poder celebrarla, nos volvamos a encontrar en
ella.
Un saludo,
de MARI PÉREZ. DE
CELIS
He querido
incluir al final de este reportaje, las fotos que por no disponer de mas
espacio dentro del artículo, merecen la pena ser contempladas, esto puede ser
como un recopilatorio que pasado el tiempo nos traerá los mejores recuerdos de
nuestra mejor feria de la comarca, nuestra feria de San Miguel.
Pero Mari de donde sacas tanta información se vé que tienes la cabeza muy despejada,sigue escribiendo que te leemos con mucho gusto
ResponderEliminarMuchas gracias Amparito, lo hare!
EliminarEstupendo artículo, al que yo le añadiría lo que andabancon sus cabañas los ganaderos Bustriguado La concha etc. Que haciendo la travesía del Escudo, como hacia yo la víspera junto a un tío mío, teniendo que hacer noche en el " pueblo " de Cabrojo, recuerdos que se me amontonan en mi cerebro al leer este estupendo relato.
ResponderEliminarGracias por hacerme recordar estas vivencias de mi juventud.
Gracias!
Pues me alegra saber que mi artículo te recuerde tan buenas vivencias , solo por lo que la gente disfruta con estos relatos de " Las historias de mi valle " merece la pena escrivirlas. Un saludo.
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