domingo, 11 de octubre de 2015

Con este nuevo artículo sigo recopilando todas aquellas historias que hace unos años relataba en una publicación que se repartía mensualmente, fueron unos relatos que tuvieron muy buena acogida, pero que al dejar de repartirse por mi zona, tampoco para mi tenía mucho sentido seguir publicándolos. Sin embargo siempre tendré muy buen recuerdo de aquellas publicaciones, y muy agradecida a tanta gente que los leyó y me conoció a través de ellos.

Pues sin mas paso a relatar este nuevo artículo, en el que he incluido algunos pasajes mas de la novela, y por el que podrán acceder a su lectura todos los nuevos amigos que me siguen en mi blog, con el titulo de "Las Historias de mi Valle".

   PEREDA    Y   "PEÑAS  ARRIBA"
Con este titulo con el que se han empezado muchos relatos sobre la vida y obra de uno de nuestros mejores escritores, - creo que como costumbrista el mejor- quiero hacer un poco de historia de este personaje muy ligado a nuestra comarca, por ser en ella donde encontró la inspiración para ambientar la novela que mejor la describe. "Peñas Arriba"
Desde que hace muchos años, leyese por primera vez ( y digo por primera vez, pues desde entonces son muchas las veces que he vuelto a su lectura), pienso en lo mucho que Pereda pudo llegar a querer y sentir esta tierra nuestra de Cantabria.
Pereda se sabe que solo pasó uno o dos días alojado por invitación de sus dueños, en la Casona de Tudanca, y a partir de ahí fue tal su impresión de estos valles y estas montañas, que decidió escribir una novela en la que relata las vidas y costumbres de unas gentes, para quienes los montes y las peñas que los rodean, lo mismo pueden ser sus protectores, que sus peores enemigos.
Cuando Marcelo, el protagonista de la novela, llega a Tudanca, para hacerse cargo de la herencia y los obligaciones que su tío Don Celso pretende depositar en el, cree que el mundo se le abre bajo sus pies. Su llegada en ferrocarril a Reinosa,  procedente de Madrid, donde ha vivido toda su vida, y la terrible cabalgada desde la estación de esta Villa hasta Tudanca, acompañado por el fiel criado de su tío, que lo había enviado a esperarlo, le parece terrorífica, las preguntas que dirige al fiel Chisco, interesándose por lo que va viendo, tanto de alturas como por los riachuelos que nacen entre aquellos  riscos, son apenas contestados por este, que se siente bastante cohibido ante aquel señorito al que hace de guía. 
Marcelo procura mantenerse en su cabalgadura por los tremendos barrancos y por la imponente mole del Peñón de Bejo, mas intuido que apenas visto, y que le va acercando al pequeño pueblo donde su tío le espera en la vieja "Casona" pensando que aquella cabalgada a lomos del según su propia descripción "espeluznado jamelgo"  no terminará nunca.
Cuando digo que Pereda tenía que tener un gran cariño por su tierra, o un fuerte orgullo de ser montañés, lo demuestra lo mucho y bien que supo retratarla en sus novelas, desde esta de "Peñas Arriba" en la que describe la vida mas montaraz, hasta Sotileza, en la que relata la vida de unas gentes de mar, las ricas y pudientes que habitan en las mejores casas de los muelles, con sus importantes fachadas de enrejados balcones y grandes ventanales y miradores, hasta las míseras viviendas de los pescadores de la Puebla Alta, donde la incultura y la miseria eran caldo de cultivo para toda clase de envidias y maledicencias, como los falsos testimonios de las dos vecinas, madre e hija, envidiosas del cariño y acogimiento, que los padres adoptivos de Sotileza le tenían, descargando en ésta todas las frustraciones de una vida miserable, preparándole la encerrona en la que solo buscaban desprestigiarla públicamente atacando su honradez y buen nombre.
Pero entre estos dos extremos en los que José María de Pereda nos describe las vidas de unos personajes, tanto de mar como de montaña, podemos encontrarnos con otros protagonistas de sus novelas igualmente relatados con todo el conocimiento y realismo con  que reflejaba  el transcurrir de sus vidas., igualmente si estas se ambientaban en el campo o en la ciudad, lo mismo si eran de mar o trataba la montaña. "La Puchera"  "El sabor de la Tierruca"  O el mismo "Peñas Arriba" nos relatan temas rurales con el mismo realismo que le daba el conocer muy bien de lo que trata en sus escritos.  Pero asimismo los temas urbanos los conoce muy bien, y los personajes que nos describe no le son desconocidos,  "Don Gonzalo González de la Gonzalera", "El buey suelto" "La Montalvez"... o el mismo "Pachin González", mucho muy real, y mucho mas pegado al mar, a los muelles, como la propia "Sotileza", son otros tantos relatos en los que están reflejados muy claramente, los personajes de nuestra tierra.
Sin embargo Pereda no era ni muy de mar, ni muy de montaña. Nace en Polanco de familia hidalga, se relaciona con lo mejorcito de la época, Amós de Escalante,  Menendez Pelayo, o Pérez Galdos, que aunque no sea éste cántabro de nacimiento, siente un cariño y un apego muy especial por nuestra tierra, en la que paso gran parte de su vida, y en la que escribió también parte de su gran obra "Los Episodios Nacionales" Tanto era su raigambre por Santander, que aquí mando construir una casa, a la que le puso el nombre de "Quinta San Quintín", en recuerdo a su obra "La de San Quintín".
 Y en este punto, haciendo un inciso, diré, que para verguenza de quién correspondiera en su día, a dicha casa nunca se le dio el lugar que debía de tener, aunque no fuese mas que por el gran honor que este importante personaje nos hizo a todos los cantabros, al querer pasar una importante parte de su vida en nuestra ciudad, y ser aquí donde quiso vivir, y donde también escribió lo mas importante de su obra. En el estreno de "Fortunata y Jacinta" sin ir mas lejos, los propios Reyes, Don Alfonso y Doña Victoria, presidieron el palco Real, y tan importante fue para la ciudad,  que eran comentadas las tertulias de toda la intelectualidad  en la finca "San Quintín".
Arxiu: Pérez galdos.jpg
La casa yo no se que sería de ella, si el abandono la habrá derrumbado, como tantas otras, o si pasó a manos particulares, o si la familia se llegó a hacer cargo de ella, ignoro estos datos. Esta casa podía haber sido un museo dedicado al escritor y su obra, el cual sería hoy visitado por personas de cualquier parte del mundo, y que le darían un gran prestigio a nuestra provincia. En fin, no sirve de nada lamentarse de lo perdido, sírvanos de consuelo el bonito paseo que lleva su nombre "Paseo de Pérez Galdos" en una de las zonas mas bonitas de nuestra ciudad, y que se inicia en un punto de la Avenida de la Reina Victoria, muy próximo a la zona de La Magdalena.
Como digo fue muy amigo de Pereda, y fue este, quien le dio a conocer a un viejecillo que se paseaba por Santander, y al que Pereda describía como, de pequeña estatura, muy locuaz, gallego por mas señas, apellidado Galán, ataviado con chistera y levita muy anticuadas, y que era ni mas ni menos, que el último superviviente de la batalla de Trafalgar, en la que este personaje había sido grumete en el navío Santísima Trinidad. (Estupendo  reportaje de J.P. San Román, que los lectores pueden leer en el número dedicado al escritor en la revista de Cantabria.)
Para Galdos este personaje fue todo un descubrimiento, y de el pudo saber de primera mano numerosa documentación para su gran obra " Los Episodios Nacionales" No ha estado nuestra tierra falta de nombres ilustres, pues además de los reseñados, la lista seria mucho mas extensa.
Siguiendo con nuestro personaje,  nace en Polanco, y es el menor de 22 hermanos. Sus padres se casaron muy jóvenes, su madre era casi vecina de nuestro Municipio,( desciende su familia de Pesues)  Tenían solo 15 y 18 años, sin embargo pasaba ya su madre de la cincuentena cuando nace el último de sus hijos, José Maria en 1833. Se llama su padre Juan Francisco de Pereda, y su madre Bárbara Sánchez de Porrúa, una mujer muy culta, y esta parece ser dejó una gran huella en la educación de sus hijos.
Después de hacer este rápido recorrido familiar, sacado de lo relatado por sus biógrafos, me quiero centrar en el libro que mejor ambienta nuestra Mancomunidad, "Peñas Arriba".
Seguro que ni en el mejor de sus sueños, habían pensado los antepasados de Don José Maria de Cosío, que su pueblo de Tudanca, y mas concretamente, su famosa "Casona" sería hoy mas conocida y visitada de lo que lo fue en vida del Señor que la habitaba en la novela de Pereda. Y ¡Quien le había de decir a aquel Don Celso, que temía morir pensando que aquel patriarcado y aquella hacienda que el había heredado y mantenido durante toda su vida, se acabaría perdiendo con el!  Pues hombre viudo y sin ningún hijo que le sobrevivió, solo le mantenía la esperanza( muy escasa por cierto) de que aquél sobrino, hijo de su hermano, y que al contrario que el, que nunca quiso salir del solar de sus padres en Tudanca, salió muy joven a estudiar, y concluidos sus estudios, prefirió una vida en la capital en la que sus oportunidades serían mayores para ejercer su trabajo. Y así casado y con los hijos que le nacieron, solo regresaba al pueblo de sus padres muy de tarde en tarde. Y en uno de estos sobrinos era en quien Don Celso depositaba la muy tenue esperanza, de que pudiese ser el continuador de su obra.
La novela sigue con la muy difícil adaptación del joven Marcelo, hecho a una vida de comodidades y lujos de la gran ciudad. Todo le parece pobre triste y oscuro, desde luego su llegada a Tudanca no puede coincidir con peor época, el invierno está encima, el pueblo para el es casi intransitable, las pocas salidas que realiza desde la Casona de su tío, le enfrentan a personajes que para el - señorito de la capital - le parecen de lo mas insulsos, toscos, y simplistas, solo la compañía de Neluco Celis, que ejerce de médico en aquellos perdidos pueblucos,( pues el mismo es nacido en uno de ellos aguas abajo, Rozadío) le distrae un poco, acompañándole en sus cortos recorridos por el pueblo, le presenta a las gentes que se van encontrando, le habla de sus familias, de sus costumbres, de sus circunstancias, y de los usos y modo de sus vidas, todo con la sana intención de que poco a poco aquel aburrimiento y aquella tristeza que lo atenaza en este perdido valle, entre montes y despeñaderos, le resulte cada día un poco mas tolerable.
 Como el relato se haría muy extenso, pues la novela es rica en personajes y situaciones, describiré en un resumen los acontecimientos mas destacados. La caza del oso en la cueva de los altos puertos, y el terror que Marcelo sintió, cuando en un alarde de valentía, se comprometió con Chisco y los demás componentes de la batida para salir de madrugada es su busca, pues por lo visto este enorme oso ya había sido visto atacando el ganado en aquellas alturas. La escena que Pereda relata en la novela es de un realismo brutal, - por cierto esta practica que hoy sería muy severamente  condenada y castigada - tenemos que ambientarla en la época en que se escribió el relato, hace mas de siglo y medio, los osos eran muy numerosos en nuestros montes de la cordillera cantábrica, lo que yo tampoco dejo de pensar, es que quizás por estas y otras costumbres, muchos de nuestros animales autóctonos, con los años han desaparecido de nuestros bosques.  
Con el cura Don Sebas, realiza otra de las salidas que había prometido a el sacerdote, este que es parco en palabras, se transforma cuando con gran agilidad, dados sus años, según comprueba Marcelo, quien se ve y se desea para seguirle por aquellos riscos, y su locuacidad se vuelve poética, cuando escala aquellas alturas ¡¡Mira Marcelo,- viene a decirle,- contempla desde aquí arriba la grandiosidad de la obra de Dios, para terminar su disertación en una gran retahíla de latines que le mantienen casi en éxtasis durante el tiempo que contemplan el panorama. Estas alturas podrían ser desde lo mas alto de la sierra de Peña Sagra, lo mas seguro desde el "Cornon", aunque tampoco sería descartable que fuese en la otra vertiente, las cercanías al pico Tres Mares en los altos de Campoo, y desde luego lo que si era cierto que estas salidas desde Tudanca de madrugada y en cabalgaduras que, aunque muy acostumbradas a los vericuetos de los montes, su continuo movimiento, hace que tenga el cuerpo derrangado cuando regresa por la noche a la "Casona".
El drama de la mujer gris, como el califica a Facia, la criada de su tío, con sus ocultos terrores, por ocultarle la verdad de su vida a la hija que tanto quiere, es otro de los pasajes de la novela, así como la rivalidad que él cree descubrir entre Chisco y Pepazos, por las atenciones de Tomasa, la moza que parece ocupar los sentimientos de los dos.
Para matar las muchas horas que le quedan libres, salvando estas salidas que le proporcionan, a pesar del cansancio alguna distracción, decide por su cuenta hacer él solo una a la que mucho le animó su amigo Neluco Celis. Esta será aguas abajo, y pasando por todos los pueblos que va encontrándose a su paso. Hace un alto en Rozadío, para conocer a la familia de su amigo, que lo recibe con grandes muestras de simpatía, pues ya tenían ganas de conocer al sobrino de Don Celso. Después de los saludos de cortesía y sin poderse negar a tomar un tentempié,con tan amable compañía , sigue su ruta por los senderos que, unas veces a orillas del río, y otras mas alejado de el, lo van acercando a su desembocadura, en el pueblo de Muñododero. Contempla el panorama que tiene a la vista, no sin sentir el tremendo impulso de tomar aquel camino que lo llevaría hacia los espacios abiertos que tanto añoraba, a la vida de elegantes y  bullicios cafes, de salones alfombrados, de el Ateneo... mientras por aquí... y volviendo los ojos a los senderos montaraces que acababa de recorrer, siente  que se alza dentro de el una protesta por tener que cumplir lo que el cree un gran deber hacia le hombre que lo espera lleno de ansiedad en aquel pueblo, y en aquella Casona, donde siente que se va a enterrar en vida. Pasó aquel impulso, dañino, y dando vuelta a su cabalgadura regresa aguas arriba hacia la hacienda de su tío con el pesar por lo añorado, y la satisfacción por poder llegar a cumplir un deber.


Con Neluco Celis hace otra de las salidas, pero esta vez de las que mas complacería a Marcelo por lo mucho que le interesa el personaje al que el médico le quiere presentar, esta excursión también la hacen en cabalgaduras, y también la salida desde Tudanca por senderos de montaña, para, en esta ocasión, para llegar a la hacienda de un buen amigo de la familia de su tío, y visitador ocasional de la Casona.  Se trata de Don Ángel de los Ríos, personaje real, aunque aparezca novelado en "Peñas Arriba" Pereda lo describe, como un hidalgo de antiguo linaje, y gran sabiduría e inteligencia, muy venido a menos en dineros, pero de muy rica hacienda en Proaño, pueblo de Campoo donde la gran Casona y Torre medieval hoy es visitada por la gran importancia que como casa museo tiene, doy fe de que actualmente personas- creo que todavía familiares de esta casa- le atenderán con mucha amabilidad, particularmente la visité hace unos años, y así fue, este personaje del que hay biografías escritas muy interesantes, era también conocido, como el Sordo de Proaño.
De todos estos viajes da cuenta a su tío en la tertulia que, junto a los vecinos que cada noche acuden a la "cocinona" de Don Celso, comparten las novedades del día, y que es un lugar donde además de la charla, cada vecino suele llevar algún quehacer, albarcas, cebillas, palos de arrear el ganado, "cachabas" cualquier apero que les sería muy necesario en la vida diaria.

A su tío le complace ver como poco a poco su sobrino va intentando llenar las muchas horas que tiene libres con estas distracciones, y que también con el paso de los días y las semanas, en que las tremendas nevadas que muchos días lo mantuvieron encerrado en la Casona, y que parecían querer enterrarlo en vida en aquel lugar, para el muchacho tan solitario, van tocando a su fin. Marcelo muy despacio parece ver una pequeña luz al final de un túnel muy largo. Neluco no es ajeno a esta pequeña recuperación, se ha encargado de darle a conocer a las familias del pueblo, para que no se encuentre extraño entre sus gentes. Entre estas familias, el conocer a la jovencita nieta de uno de los mejores amigos de Don Celso, y familia muy respetada en el pueblo, contribuye a que una vez mas, su tío, que por otra parte, ve como su salud se agrava cada día, siente el alivio de ver que todo el caudal familiar que el a conservado y aumentado, no se perderá con su muerte.
Por ello una tarde en que los dos se encuentran tratando temas familiares, Don Celso le notifica a Marcelo que, apartando algunas "mandas" a antiguos trabajadores, y criados de toda la vida de la Casona, el resto de su herencia será para él. Cuando su tío le da cuenta de todo el caudal, el muchacho no da crédito, su tío aunque siempre ha vivido sin despilfarros, si lo ha hecho holgadamente, el y las personas a su cargo, nitampoco han faltado las ayudas que siempre se le han pedido. Este le hace partícipe de un caudal de fincas, así como participaciones en Empresas muy importantes de la época, además de joyas, muebles, y otras pertenencias nada despreciables.  Le comunica a su sobrino que el que si al fin puede hacerse dueño de su hacienda, y amo y Señor de la Casona, no le invalidará, para hacer también una vida de hombre joven que puede satisfacer sus inquietudes viajando y cultivando amistades, fuera de aquel pequeño rincón, aunque eso sí sin por ello dejar de atender ( ayudado por personas que como el joven amigo y médico del lugar, Neluco Celis, seguro le habrán de facilitar mucho la tarea que recaerá sobre sus hombros.
Y finaliza la novela, que con este resumen que les he descrito, animo a leerla a quien no lo halla hecho, ( esta o cualquiera de las muchas escritas por Perda) como digo finaliza con la llegada de una esplendida primavera, seguida de un verano en el que Marcelo descubre otro paisaje muy diferente del que se encontró en lo mas crudo del invierno. Su tío falleció, rodeado del cariño y el respeto de todas las personas que vivieron con el durante muchos años sus alegrías y sus pesares, sus preocupaciones y sus satisfacciones, y que lo acompañaron en un funeral, al que acudieron personas humildes, y también de la mas alta relevancia, que acudieron de todas partes de la provincia y fuera de ella a presentarle su último respeto.
Don Celso no llegó a ver esta primavera, ni tampoco el verano que la siguió, un verano en el que Marcelo declaró su amor a Lituca, ni la transformación que pasado un tiempo hizo del viejo caserón, para adaptarlo a los nuevos inquilinos que en su día lo habrían de habitar.
 Con los años Marcelo deja constancia de la vida que siguió, y que fue tan serena y feliz como el mismo relata al finalizar la novela.
-Han pasado algunos, bastantes años desde que ocurriesen estos sucesos, hasta la fecha en que los recuerdo, con el único fin de distraer la nostalgia de aquel vendito rincón de la tierra del que me apartan muy contados meses, que para mi son de un gran sacrificio, por que tan cabal, tan intensa, tan continua ha sido mi felicidad en éste tiempo, que a veces me espantan los temores de que no haya sido mi gratitud tan grande como el beneficio recibido, y un día me hiera la justicia de Dios en lo que mas amo para recordarme lo mucho que le debo.-
     Así termina la novela que mejor ha ambientado nuestra comarca, Peñas Arriba, espero que les satisfaga el abreviado relato que he intentado hacer sobre ella,  pero lo mejor  de todo, es que la Casona y sus recuerdos, siguen ahí para todos los que quieran visitarla,                                     
                                                           
          

2 comentarios:

  1. Gracías por tu trabajo, si tienes revistas originales u otra información nos interesa, por favor contacta a este email eten1982@gmail.com. Un saludo Iván

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