Hola amigos, hace ya unos meses publiqué un artículo con el
nombre de " Los otros indianos". Era una historia sacada de la
realidad misma, sus protagonistas los podemos situar en países a los que separa
un gran Océano, como son España y Argentina.
Contaba la historia,
las vidas de aquellos que, un día muy lejano, marcharon de su pequeño pueblo, para
poder buscar una vida mejor en aquellas lejanas tierras. Eran años de
emigración, la vida en el pequeño pueblo que dejaban atrás, pocas expectativas
de vida podía ofrecerles, la mayoría pertenecían a familias muy numerosas, en
las que poco o nada había para repartir. Así que metieron sus escasas
pertenencias en una vieja maleta, y Dios sabe con cuantos sacrificios por parte
de todos, para reunir el dinero justo para el pasaje mas humilde, que la
compañía naviera podía ofrecerles, salieron de su pueblo con el peso en el alma
por la marcha, y la esperanza puesta, en poder regresar algún día, y poder
compensar a su familia los sacrificios que por ellos hicieron.
Como relataba en aquel artículo, no pudo ser el regreso,
ellos allá, con el tiempo, con trabajo, con muchas lagrimas y mucha nostalgia,
fueron saliendo adelante. Por lo relatado por el único miembro de la familia
del pueblo, que un día recaló en Argentina, como tripulante del barco en el que
estaba empleado, y sobrino de los que habían marchado hacia tanto tiempo, pudo
conocer por primera vez a sus familiares,
que enterados por carta, de que el barco en el que iba su pariente, recorrieron
mas de dos mil km. para poder estar con el unas pocas horas, pudo comprobar que
sus familiares tenían un vivir bastante
holgado, las fotos que se trajo para casa al regreso, así lo atestiguaban, de
uno de sus tíos conoció por las fotos, una bonita casa con su jardín, incluso
con su coche aparcado cerca de ella, algo todavía impensable en aquellos años
en las familias del pueblo. En fin una vida normal hecha con trabajo, y en la
que se podría decir que era un buen
vivir, pero en la que nunca se llegó a juntar el capital necesario para poder
regresar a la tierra que tanto añoraron siempre.
Según el relato del que yo he tenido
conocimiento, por esta misma persona, el encuentro fue muy emocionante, a la
reunión acudieron varios familiares, algunos
directos, y otros por cercanía con la familia del muchacho. Las preguntas no
daban tregua, todos querían saber muchas noticias de sus familiares del pueblo,
( Eran tiempos en que los adelantos que ahora tenemos de comunicación, podían
sonar a ciencia ficción), y aunque por cartas podían tener algún contacto, este
poco a poco se fue perdiendo , y muy de tarde en tarde, y solo por noticias muy
importantes, podía reanudarse algo la comunicación, cierto es que siempre se
los recordó, pero unos y otros se fueron resignando a que nunca mas llegarían a
volverse a ver.
Todo esto es el preámbulo, para dar a conocer una preciosa carta que me han mandado unas de
las familiares que emigraron, hace mas de ochenta años, cuando en compañía de
su madre llegó a aquel país siendo una jovencita. Hoy esta persona cuenta
noventa y muchos años, y lo que es la vida, tuvo oportunidad de leer el relato
en el que yo contaba las historias de aquellos emigrantes que marcharon muchos
años atrás, y en el que ella se sintió muy identificada. Cuando leyó el relato que, como digo,
publiqué, hace unos meses, su emoción
fue muy grande, y a trabes de su hija,
se puso en contacto con otro familiar- ya lejano- pero con quien de vez en
cuando siguen en contacto aquí en el pueblo, para que yo supiese de primera
mano, sus vidas en aquellos lejanos países desde donde, a pesar de tantos años,
siguen añorando, una tierra que nunca han olvidado, y a la que tanto quieren.
Pues así sin mas dilación transcribo lo escrito por Lola,
que así llamamos, a esta lejana(en la distancia que no en el corazón,)
pariente, solo he introducido unas
ligeras correcciones gramaticales, para hacer mas comprensible la trascripción
del relato.
CARTA DE LOLA.
Soy Maria
Dolores Gutiérrez Fernández, nací en Celis, un 15 de Septiembre, de 1919, hija
de Jacinta Fernández Pérez, y de Jesús Gutiérrez, Gutiérrez.
Mi padre a mi nacimiento, ya había fallecido, víctima de un
homicidio, cometido entre la Coterona y el pueblo de Celis, siete meses antes,
por una persona apodada "El Palancas". Según cuentan los diarios de
la fecha,- cuyas copias poseo,- y donde mi presencia en el juicio, realizado en
Santander, cuando yo era muy pequeña.
El lugar de mi nacimiento, fue en la casa al lado de la
Iglesia de San Roque ( actualmente de Concesina y su hermano Jesús,) estando en
dicho momento, mi tía Irene, madre de mis primas, Cortines Fernández.
EN ESTA CASA DE SAN
ROQUE NACIO LOLA HACE 96 AÑOS.
PLAZA DE SAN ROQUE EN
LA ACTUALIDAD.
Mis abuelos fueron
Agustina García, y Arsenio Gutiérrez, en ese momento en Argentina, y Antolín
Fernandez, de Peñarrubia, y Laurencio Perez, ya fallecidos, al yo nacer. A mi
abuelo Arsenio, lo conocí cuando llegué a Buenos Aires, quien desconocía mi llegada.
Antes de ingresar en la escuela, me mandaban sola a llevar
los corderos de mi madre a la cuesta. Mis primeros años de alumna, los hice en
la escuela de la Herrería, siendo mi maestra, Doña Julia, pudiendo citar entre
mis compañeras, a Remedios Abascal, a Gloria y Concha Cortines, de
Riclones, Lucinda Linares y demás
chavalas de Celis, Celucos, y Riclones.
A la salida de la escuela, llevaba los corderos a pacer, para luego
poder jugar. En mi memoria, figuran los
nombres de, Juliuca, hermana de Concesina, y otras niñas de Celis. Mi madre era
hermana de Recaredo, que vivia en Tartagúl, -Argentina,- desde los 11 años,
donde llegó, supuestamente como polizón, Irene Elena, Adolfo y Maximina,
residentes en Tucumán, Argentina, casada en primeras nupcias, con Juan
Gutiérrez, con un hijo nacido en Celis,-Eduardo-, hijo de Justo Garcia, y primo
carnal de mi padre, y en segundas nuncias se casa en España con Juan Garcia,
hermano de mi madre, y de Emilia Álvarez ( de la Calleja), y de Jesús, Pepe,
Aniceto e Inocencio. Deciden Juan y Maximina, por pedido de Recaredo, residir
en Argentina, donde aparentemente las condiciones de trabajo son mejores. Nacen
en América, Pepe, Ricardo, Elvira, Elena, Armando, y Alfredo, quienes nunca
conocieron España, considerándose muy Argentinos.
Recaredo en primeras nupcias, se casó con una nativa,
argentina, de cuya unión, nacieron, Inocencio, Rita, Elena, y Luis. Al quedar viudo, se casa con Amparo Gutiérrez,
nacida en Rábago, hija del tío Gervasio, que vivia en la Barrua. Nacieron de
esta unión, Amparo, hija única, y Recaredo, " El Pive".
Los hermanos de mi padre, eran José "Pepito",
Delfina, Josefa, -fallecida hace poco a los 102 años en Bilbao, y Augusto,
quien después de vivir en Acegio, se radicó en, Coronel Boar, provincia de
Buenos Aires, quien tenia un almacén, de ramos generales, y se unió a una
nativa, sin dejar descendencia.
Mis vacaciones en este lugar, era para hablar con mi abuelo,
y hacerlo cantar canciones montañesas, ( ya padecía demencia senil, y toda la
noche, se la pasaba cantando.
A los doce años, fui
con Doña Julia, a una escuela, en la provincia de Guadalajara, quedando mi
madre sola al cuidado de los animales, y tierras. En las vacaciones, volvía a
Celis, debiendo, ser yo quien cuidaba a los animales. Mi vida en ese tiempo era
el juego, sin gustarme nada el cuidado de las ovejas. Luego de mucho estudiar, con los esfuerzos de
mi madre para ello, pasé a Madrid, donde me especialicé, en taquigrafía, y
mecanografía, las cuales me sirvieron mucho para mis posteriores labores en
América.
Alos 16 años, empujadas por la situación crítica en España,
y las buenas noticias de Maximína, embarqué en Cádiz, el 17 de Enero del 36, en
el Cabo San Antonio, de la Compañía Ibarra, acompañadas en el viaje por Jesús
Cortines Fernández. Nos despidieron Lito Cortines, y Manolo Pérez Gómez, entre
otros.
Desde ese momento, llorando hasta la presente, me acuerdo
con añoranza, cada día de mi tierruca.
El tres de Febrero
conocí por primera vez a mi abuelo Arsenio, que vivía en Buenos Aires, solo, en
la calle, San José, 1644, trabajaba en una fabrica de quesos de unos italianos,
llamada Luis Maguasco, y Cia, muy renombrada hasta la fecha. Mi abuelo hizo que
me colocarían en una sucursal de Tucumán, recién abierta, despues de haber
trabajado durante unos meses en la tienda Casa Boss. Me retiré de Maguasco a los 61 años, después
de 45 años de trabajo.
A la llegada a Buenos Aires, el 2 de Febrero, donde
tomé un tren hacia Tucumán, llegando el
4 de febrero, ví en la Banda Santiago, del Esteroa, un celorio. Eduardo García Fernández, primo por ambas
partes, quien pasó a ser mi primo preferido, aunque el, poco se acordaba de su
tierra, y nada preguntaba.
Pasé a vivir en una habitación que alquiló mi madre a
Maximina en la Calle Bolivar 948, luego nos fuimos a la Avenida Belgrado 1900,
casa de Don Neno, un italiano que nos quería mucho. Era vendedor de pan, en una
"jardinera" tirada por caballos. Un día nos ofreció unas habitaciones
para alquilarlas, y nos trasladamos a la Calle Santa Fé 1623, allí pasaba las
tardes, después de salir del trabajo, paseando con Elvira, yendo todos los días
al cine Reggio, propiedad de Eduardo Garcia.
En las vacaciones, iba a Buenos Aires, donde visitaba a
muchos parientes, llegados antes que nosotras, y frecuentábamos a muchos de
ellos apellidados García ,García Emeterio, con cuyos descendientes estábamos en
contacto. Un nieto suyo Guillermo, fue a conocer los orígenes, hace
aproximadamente 8 años , coincidiendo con una estancia mía en Celis, viaje que
no olvidaremos.
Al terminar la Guerra civil,
llegó acá, Concepción Pérez Gómez, "Chistu", con sus hijas
Carmina y Maria Paz. Se establecieron en la provincia de la Pampa, para luego
pasar a Río Negro. En Allen, a los 14
años, fallece Maria Paz. Mi madre y yo íbamos todos los veranos, a pesar de
estar a 2400 km. en tren.
Los paseos por las
chacras de manzanas junto a Carmina, eran de película. Jesús fallece en General
Roca 5 años después de Maria Paz.
En el mes de Abril de 1950, en la calle Congreso, a la
salida del trabajo, escuché una voz cantando, "Viva La Montaña viva",
razón por la cual me acerqué a este hombre, y le pregunté de donde era. Me
contestó que de Burgos, se llamaba Basilio, González Serrano. El había, llegado en Noviembre del 49 a Buenos Aires, donde tenía un hermano,
Mariano, y una sobrina Ángela.
Decidió trasladarse a Tucumán, donde había conseguido
trabajo en su oficio de carpintero, viviendo en hoteles con tres españoles
republicanos, quienes después emigraron a Venezuela.
El 23 de Mayo nos casamos,
en la Iglesia de San Juan de la Cruz, siendo mis padrinos ,Eduardo
García y Elvira Gutiérrez. Teníamos previsto
ahorrar, y volver a España. Nació de esta unión, Carmina, y a los dos años,
Basilio, contrajo tuberculosis, contagiada, probablemente durante la guerra,
razón por la cual, nos comimos los ahorros, y nos quedamos en la Argentina.
Mi madre sufriendo del corazón desde hacía mas de 10 años,
fallece de peritonitis, cuando ya teníamos nuestra propia casa en Monteagudo
1848, un 31 de Mayo del 58, sin haber podido volver a España. Su contacto con
la Tierra, eran, la radio, y las cartas de Vicente Fernández Gómez, verdaderas
historias, de cada uno de los vecinos del pueblo. Yo siempre las esperaba, pues
eso me mantenía viva en Celis y en mi Montaña. Adelina, su hermana, también
solía escribirnos, cosa que me llenaba de gozo.
Basilio regresó por primera vez a España, en la década del 60, a ver a su madre. Visitó
Celis, y se enamoró del pueblo, siempre lo recordaba, y cantaba sus canciones,
" Salí de mi casa un día.."
En el año 70, volví a mi Tierra por primera vez, junto a mi hija Carmina
y una amiga, Clarita. Pasamos un mes en Madrid, donde conocí a mi suegra
Antonia y familia de mi marido, radicada en Quintanilla de Vivar, (Burgos). Mis regresos eran melancólicos y dolorosos,
pues no sabía si podría volver, pero nos trajimos un poco de tierra del lugar,
la tenemos en un cofre, la usamos por primera vez, en el entierro de Basilio,
quien murió con problema senil, y recordando a España, y a sus hermanos, a los
que confundía conmigo, y los llamaba muy seguido.
El destino me permitió volver varias veces, y Dios me concedió
buena salud, y una memoria privilegiada, la cual pude inculcar en mis nietos
historias de la tierruca y amor hacia ella.
Carmina, Maria José, y José Maria, pudieron obtener la doble
nacionalidad, y conocieron esos lugares, tan recordados y amados. Un día, Concepción Cosio Linares,( Conchi) ,
nos envió, varias direcciones electrónicas, muy valoradas por mi. La de Mari
Pérez. de Celis, un video de los armadores de albarcas,( extraordinariamente
explicado por Manolo Cosio), y las voces con las canciones montañesas, de el
grupo de hijos del hermano de Conchi.
Las lecturas de Mari, en su página, me acercan cada vez mas a mi Tierra.
Por esta razón, decidimos , Carmina y yo, redactar lo que voy recordando, para
ayudar a los jóvenes a revivir la Montaña pasada, y amar la vida en la Montaña
actual.
Queremos hacer un aporte, a una de las páginas de Mari, en
"Las historias de mi valle", donde colocó unas fotos nuestras. En
varias está Servando, Gutiérrez Cortines, quien viajó en el "Cabo San
Roque" hacia Sudamérica
CABO SAN ROQUE EN
BUENOS AIRES
Allí pasamos unos días inolvidables, acosando a Vando a
preguntas, de todos, y de todo. A el lo volvimos a ver en Madrid y en Celis.
Quien vino a Tucumán
una vez, y yo no llegué a ver, pero si
Jacinta, -mi madre-, fue a Ceto, Álvarez, Gutiérrez , a conocer a su tío casado
con Maximina.
FINAL DEL RELATO
Así terminan los
recuerdos, que he intentado transcribir lo mejor que he podido, creo que Lola, y su hija Carmina, verán reflejados
todos estos los recuerdos, que Lola ha ido acumulando en su dilatada vida.
Ojala esa vida se alargue muchos años mas. Hacen falta recuerdos como los
tuyos, para que no se pierda la memoria popular. Muchas gracias por querer
compartirlos en las "Historias de mi Valle". Un abrazo.
MARI PÉREZ. DE
CELIS.
Bien
ResponderEliminarMuy bonito Mari
ResponderEliminarGracias a ti Mari nos enteramos de muchas cosas que no sabiamos
ResponderEliminarBien
ResponderEliminarmuchas gracias por buestro interes
ResponderEliminarUna historia real muy emocionante '
ResponderEliminarSon hermosos recuerdos, y que adquieren todo su valor, pues por desgracia Lola ya no volverá a mandarme ningún relato más, ha fallecido a los - creo- 102 años.
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