viernes, 1 de mayo de 2015

UNA LEYENDA EN EL TIEMPO


HOLA AMIGOS,
                        
Cuando he abierto mi blog para dar salida a un nuevo relato, la idea que tenía en mi mente no era sobre el que estoy escribiendo, sin embargo, como a veces me pasa, parece que mi mano y mi cabeza me guían por otro sitio.
No es la primera vez que al empezar la escritura, el pensamiento, o la memoria me traen recuerdos de algo que empieza a darme vueltas, sobre otros temas que nada tienen que ver con lo que ya tenía medio esbozado, así que me he vuelto a guiar por otra nueva intuición, y voy a relatarles una historia que hace muchos años viví junto a mi hermana Carmina, cuando siendo las dos muy jóvenes trabajamos en Santander en un colegio cuidando niños,(en este caso eran todas niñas) cuando la Obra fundada por Don Daniel García, acogía a todos los chavalucos mas necesitados de la provincia, en los colegios de dicha  Obra. Eran los primeros años de la fundación de de la Obra San Martín.
Sin embargo, aunque el arranque surja de aquí, no es nada relacionado con este tema lo que me mueve a escribir este relato,  que por otra parte ya había publicado en alguna ocasión, como un pequeño homenaje particular a la memoria de una de las personas mas solidarias que ha dado nuestra Tierra de Cantabria.
Todo sucedió una noche en que una vez habíamos acostado, ayudadas por las monjas que atendían el colegio, a las mas de cuarenta niñas que teníamos a nuestro cargo, fuera de las horas lectivas. Una vez acabada esta obligación, mi hermana y yo solíamos quedarnos en el gran salón, que hacía de comedor y sala de juegos, charlando de las incidencias del día, y también para  ver los programas que daba la televisión, en aquella primera ( y única) cadena que,- si no lo impedía alguna circunstancia climatológica- podíamos entretenernos viendo. Hoy parece imposible, dados los avances de cualquier tipo que tenemos,- pero sobre todo de alta tecnología,- que hace cuarenta y tantos años, la sola contemplación de un único canal de televisión, nos hubiese marcado en tantos sentidos, y con ello me estoy refiriendo a lo mucho que aprendimos la gente de aquellas generaciones con aquel aparato, desde el que podíamos contemplar un mundo que hasta hacía solo unos pocos años, nos era tan desconocido.
Esa noche como digo, nos quedamos un rato mirando la tele, solo nosotras dos, pues las monjas solían ver también algún programa, pero en una pequeña salita, en lo que debía ser como una especie de retiro, dado que la orden de su congregación, les exigía unas normas que eran de obligado cumplimiento, sea por esto, o por alguna otra circunstancia que ya no recuerdo, lo cierto era que estábamos encantadas de tener aquel tiempo de tranquilidad para nosotras después de la cena, y de haber dejado descansando a las niñas.
Y fue en una de esas sesiones de televisión, cuando una de esas noches, pasaron una obra de teatro de aquellos recordados “Estudio I” en los cuales los grandes actores de nuestro país, recreaban las mejores historias de nuestros dramaturgos mas famosos. Estas obras de teatro fueron durante unos cuantos años la mejor escuela cultural, para que,- sobre todo en las zonas rurales,- poder tener un día a la semana la oportunidad de ver por televisión, las obras mas importantes.
Fue aquél un tiempo como digo de mucho aprendizaje, los pueblos, bien es cierto, no eran ignorantes de muchas de las obras que la televisión nos enseñaba, todos recordamos, -los que tenemos cierta edad,- aquellos teatros ambulantes, que bien avanzada la posguerra, recorrían los pueblos de nuestras provincias, primero en grandes carretones, y mas tarde en algún viejo camión, con un planten, que casi siempre era familiar, para, en algún local mas o menos cubierto, o en alguna plaza, si esto no era así, poner unas lonas que protegiesen el espectáculo que tocaba representar.
Las gentes, grandes y pequeños, acudíamos a ver estos espectáculos, llenos de expectante curiosidad, y así, sin siquiera darnos cuenta, empezaron  a quedársenos en la memoria nombres de autores, que nos enseñaban un mundo, histórico, o de fantasía, con el que la gente que lo escuchaba, podía dejar que su imaginación, pusiese el resto de su parte.   Solo años mas tarde, y cuando ya la televisión empezó a entrar en nuestras casas, la memoria nos trajo el recuerdo de aquellas historias que habíamos visto en los teatrillos de nuestros pueblos, escenificadas por aquellos ambulantes “titiriteros,”y con ello también recordamos los nombres de dichos autores. Yo recuerdo como siempre, antes de empezar la función, el que hacía de maestro de ceremonia, salía al escenario para explicarnos de forma sencilla, el tema de la obra, y también de la misma forma nos hablaba de su autor, o autores, por ello cuando pasados los años pudimos contemplar estas obras en la televisión, todos estábamos mas o menos familiarizados con esos nombres.
La historia que vimos esa noche mi hermana y yo, era un relato histórico, que durante mucho tiempo comentamos y recordamos. Lo extraordinario es que después de tantos años, al venírseme a la memoria la siga recordando tan vivamente, se llamaba “Corona de amor y muerte,” y su autor era uno de los mejores dramaturgos que haya dado la literatura de nuestra tierra, Alejandro Casona.





Seguramente cualquiera de las obras teatrales de este autor, puede ser mucho mas conocida que este drama, sin embargo son los amores desgraciados los que por alguna razón se hacen inolvidables, y si no ahí tenemos a Romeo y Julieta, Abelardo y Eloisa… los amantes de Teruel, Juan Diego Martínez de Marcilla e Isabel de Segura… En este caso lo que la televisión nos relataba esa noche, era la historia de amor del Infante Pedro de Portugal, que mas tarde seria Rey de este país como Pedro I, con Inés de Castro, noble gallega, y la hi 
storia data del bajo medievo, concretamente del 1300.
Este infante era hijo y heredero del Rey de Portugal, Alfonso IV “el Bravo.” Se enamora el príncipe  de la hija natural de Pedro Fernández de Castro, perteneciente a la corona de España. Se sabe poco de su infancia, se cree que fue educada junto a la que sería Reina de Portugal, y prima suya Doña Constanza, hija del Infante Don Juan Manuel de Villena.  Doña Inés era integrante del séquito que acompañó a Doña Constanza cuando esta se desposó con Don Pedro, con la que por cuestiones dinásticas la habían prometido.  Doña Constanza, supo de los amores de su esposo con su pariente Doña Inés, por cuyos celos siempre la consideró la prostituta real. Pasados unos años murió Doña Constanza del parto de un hijo.
Doña Inés fue siempre repudiada por los nobles de la corte portuguesa, sus hijos fueron
considerados ilegítimos, y con ello también siempre se atrajo el repudio del Rey Don Alfonso IV,  pues al ser su hijo heredero de la corona, no consideraba digna de él a la que era su amante.  


                                                                                                           


Con este ambiente tan hostil, Don Pedro decide casarse en secreto con la que el consideraba ya su esposa, para una vez fuese proclamado Rey, nadie pudiese negarse ante los hechos consumados. (Habían pasado unos años de la muerte de Doña Constanza,) y con ello, aunque fuese en secreto, daría legitimidad a la que era la madre de sus cuatro hijos, -fueron cinco pero uno de ellos, Alfonso, murió al poco de nacer.-
Los nobles portugueses no dejaron de intrigar, para que el Rey, padre de Don Pedro, condenase a muerte a Doña Inés, tal era el odio que les inspiraba la que ellos consideraban una advenediza, y eran además enemigos de los Castro, la familia gallega  de Doña Inés.  Por ello aunque este se resistía a ordenar su muerte, por considerar que Doña Inés al fin y al cavo era inocente de toda culpa,  tampoco fue suficientemente firme en imponer su autoridad.



     


El drama se desarrolló un día en que el Rey,  aprovechando que su hijo estaba ausente organizó una cacería muy próxima a la finca donde se encontraba Doña Inés con sus hijos. Enterada esta de la proximidad del Rey, y temerosa de lo que pudiese suceder, salió a su encuentro acompañada de sus hijos, suplicando clemencia, pues temía por las intenciones que pudiesen traer, este se conmovió con las lagrimas de Doña Inés, y decidió marcharse sin hacerle ningún daño.


                      

 Entre los caballeros que clamaban por la muerte de Doña Inés, tres eran los que mas hostilidad tenían hacia ella, Alfonso Goncálvez, Pedro Coelho y Diego López Pacheco, como digo, enemigos declarados de la familia de los Castro, y que estaban persuadidos de la influencia que llegaría a tener esta familia en la Corte cuando reinase el infante Don Pedro.
No se sabe a ciencia cierta pero parece que estos influyentes personajes, con, o sin el consentimiento Real, se llegaron a la finca de Doña Inés, y la dieron muerte a puñaladas.
La  Historia nos dice que cuando Don Pedro supo del tremendo crimen, su dolor fue inmenso, y también la leyenda dice, que llevó a cabo su venganza cuando pasados unos años, a la muerte de su padre, subió al trono. Mandó exhumar los restos de la que fue su esposa, sentó su cadáver en el trono, la mandó coronar como Reina, y dio orden de que fuese rendido vasallaje por todos los cortesanos del Reino, desfilando ante su cadáver besando su mano. Costumbre por otra parte, cuando eran  coronados los Reyes en aquel tiempo.

Después mandó arrestar a los tres instigadores de la muerte de su esposa, los cuales expiaron tremendamente su crimen, Pedro Coelho, y Álvaro Goncalves, al primero se le mandó arrancar el corazón por el pecho y al segundo por la espalda, Pacheco, el tercero pudo escapar y no se encontró su rastro, se cree que huyó a Francia.
Los funerales que el Rey mando que se hiciesen por el alma de su esposa, fueron regios, después su cuerpo fue depositado en una suntuosa tumba de mármol blanco, con su figura coronada como Reina, que su esposo mandó construir para ella, y muy cerca mandó que se edificase otra para el día que el  muriese, también dispuso que las tumbas con sus efigies, se tocasen por los pies, en su deseo estaba, que el día de su resurrección, lo primero que viesen sus ojos fuese el rostro de su esposa Inés.



            

  
Además de los recuerdos que yo pudiese tener de lo visto en su día de ésta obra teatral, he buscado en las biografías de estos personajes, pues quería ser lo mas exacta posible, sobre todo en nombres y fechas, y siempre lo digo, no hay como buscar en los libros para que estos nos presten toda su sabiduría, y para esto tengo la mejor enciclopedia temática. Sin embargo es en las referencias de las biografías encontradas en internet donde he podido encontrar y completar, la historia que hace tantos años pudimos contemplar en aquellos pases teatrales de Estudio I, en la I, y única cadena de TVE, que hubo en España.
Sus descendientes no ascendieron directamente a ningún trono, pero tuvieron mucha influencia y alianzas con todas las realezas europeas, y sobre todo en las coronas de Castilla Aragón y Portugal, llegando por lo menos la quinta generación, a emparentarse con los Hansburgo de Austria, pero esta ya, será otra historia.      
Seguramente el relato que he escrito no tiene ninguna relación con lo que puedan ser en si, “las historias de mi valle”, sin embargo si la tenemos, mi hermana y yo, quienes aquella noche, vimos por la primera cadena de televisión en aquellos años, esta preciosa historia, y también el que en mayor o menor medida el apellido Castro, tenga una rama muy importante en nuestra provincia. Por una causa o por otra, me siento muy a gusto resucitando  unas vidas que también es bueno conocer, si esta a sido de vuestro interés, con mucho gusto relataré alguna mas de estas históricas leyendas, pues aunque alguna vez las hallamos podido escuchar, se nos pueden haber perdido en la memoria,  por eso si estáis interesados los que leéis mi blog,  en conocerlas mejor, me ponéis una respuesta, yo os prometo relatar alguna de ellas,
                                                                                          

 Un saludo.

 MARY PÉREZ ,
            DE CELIS.
                                            



           
                           

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