HOLA AMIGOS,
Cuando he abierto mi blog para
dar salida a un nuevo relato, la idea que tenía en mi mente no era sobre el que
estoy escribiendo, sin embargo, como a veces me pasa, parece que mi mano y mi
cabeza me guían por otro sitio.
No es la primera vez que al
empezar la escritura, el pensamiento, o la memoria me traen recuerdos de algo
que empieza a darme vueltas, sobre otros temas que nada tienen que ver con lo
que ya tenía medio esbozado, así que me he vuelto a guiar por otra nueva
intuición, y voy a relatarles una historia que hace muchos años viví junto a mi
hermana Carmina, cuando siendo las dos muy jóvenes trabajamos en Santander en
un colegio cuidando niños,(en este caso eran todas niñas) cuando la Obra fundada por Don Daniel
García, acogía a todos los chavalucos mas necesitados de la provincia, en los
colegios de dicha Obra. Eran los
primeros años de la fundación de de la Obra
San Martín.
Sin embargo, aunque el arranque
surja de aquí, no es nada relacionado con este tema lo que me mueve a escribir
este relato, que por otra parte ya había
publicado en alguna ocasión, como un pequeño homenaje particular a la memoria
de una de las personas mas solidarias que ha dado nuestra Tierra de Cantabria.
Todo sucedió una noche en que una
vez habíamos acostado, ayudadas por las monjas que atendían el colegio, a las
mas de cuarenta niñas que teníamos a nuestro cargo, fuera de las horas lectivas.
Una vez acabada esta obligación, mi hermana y yo solíamos quedarnos en el gran salón,
que hacía de comedor y sala de juegos, charlando de las incidencias del día, y
también para ver los programas que daba
la televisión, en aquella primera ( y única) cadena que,- si no lo impedía
alguna circunstancia climatológica- podíamos entretenernos viendo. Hoy parece
imposible, dados los avances de cualquier tipo que tenemos,- pero sobre todo de
alta tecnología,- que hace cuarenta y tantos años, la sola contemplación de un
único canal de televisión, nos hubiese marcado en tantos sentidos, y con ello
me estoy refiriendo a lo mucho que aprendimos la gente de aquellas generaciones
con aquel aparato, desde el que podíamos contemplar un mundo que hasta hacía
solo unos pocos años, nos era tan desconocido.
Esa noche como digo, nos quedamos
un rato mirando la tele, solo nosotras dos, pues las monjas solían ver también
algún programa, pero en una pequeña salita, en lo que debía ser como una
especie de retiro, dado que la orden de su congregación, les exigía unas normas
que eran de obligado cumplimiento, sea por esto, o por alguna otra
circunstancia que ya no recuerdo, lo cierto era que estábamos encantadas de
tener aquel tiempo de tranquilidad para nosotras después de la cena, y de haber
dejado descansando a las niñas.
Y fue en una de esas sesiones de
televisión, cuando una de esas noches, pasaron una obra de teatro de aquellos
recordados “Estudio I” en los cuales los grandes actores de nuestro país,
recreaban las mejores historias de nuestros dramaturgos mas famosos. Estas
obras de teatro fueron durante unos cuantos años la mejor escuela cultural,
para que,- sobre todo en las zonas rurales,- poder tener un día a la semana la
oportunidad de ver por televisión, las obras mas importantes.
Fue aquél un tiempo como digo de
mucho aprendizaje, los pueblos, bien es cierto, no eran ignorantes de muchas de
las obras que la televisión nos enseñaba, todos recordamos, -los que tenemos
cierta edad,- aquellos teatros ambulantes, que bien avanzada la posguerra,
recorrían los pueblos de nuestras provincias, primero en grandes carretones, y
mas tarde en algún viejo camión, con un planten, que casi siempre era familiar,
para, en algún local mas o menos cubierto, o en alguna plaza, si esto no era
así, poner unas lonas que protegiesen el espectáculo que tocaba representar.
Las gentes, grandes y pequeños,
acudíamos a ver estos espectáculos, llenos de expectante curiosidad, y así, sin
siquiera darnos cuenta, empezaron a
quedársenos en la memoria nombres de autores, que nos enseñaban un mundo,
histórico, o de fantasía, con el que la gente que lo escuchaba, podía dejar que
su imaginación, pusiese el resto de su parte.
Solo años mas tarde, y cuando ya
la televisión empezó a entrar en nuestras casas, la memoria nos trajo el
recuerdo de aquellas historias que habíamos visto en los teatrillos de nuestros
pueblos, escenificadas por aquellos ambulantes “titiriteros,”y con ello también
recordamos los nombres de dichos autores. Yo recuerdo como siempre, antes de
empezar la función, el que hacía de maestro de ceremonia, salía al escenario
para explicarnos de forma sencilla, el tema de la obra, y también de la misma
forma nos hablaba de su autor, o autores, por ello cuando pasados los años
pudimos contemplar estas obras en la televisión, todos estábamos mas o menos
familiarizados con esos nombres.
La historia que vimos esa noche
mi hermana y yo, era un relato histórico, que durante mucho tiempo comentamos y
recordamos. Lo extraordinario es que después de tantos años, al venírseme a la
memoria la siga recordando tan vivamente, se llamaba “Corona de amor y muerte,”
y su autor era uno de los mejores dramaturgos que haya dado la literatura de
nuestra tierra, Alejandro Casona.
Seguramente cualquiera de las
obras teatrales de este autor, puede ser mucho mas conocida que este drama, sin
embargo son los amores desgraciados los que por alguna razón se hacen
inolvidables, y si no ahí tenemos a Romeo y Julieta, Abelardo y Eloisa… los
amantes de Teruel, Juan Diego Martínez de Marcilla e Isabel de Segura… En este
caso lo que la televisión nos relataba esa noche, era la historia de amor del
Infante Pedro de Portugal, que mas tarde seria Rey de este país como Pedro I,
con Inés de Castro, noble gallega, y la hi
storia data del bajo medievo,
concretamente del 1300.
Este infante era hijo y heredero
del Rey de Portugal, Alfonso IV “el Bravo.” Se enamora el príncipe de la hija natural de Pedro Fernández de
Castro, perteneciente a la corona de España. Se sabe poco de su infancia, se
cree que fue educada junto a la que sería Reina de Portugal, y prima suya Doña
Constanza, hija del Infante Don Juan Manuel de Villena. Doña Inés era integrante del séquito que
acompañó a Doña Constanza cuando esta se desposó con Don Pedro, con la que por
cuestiones dinásticas la habían prometido. Doña Constanza, supo de los amores de su
esposo con su pariente Doña Inés, por cuyos celos siempre la consideró la
prostituta real. Pasados unos años murió Doña Constanza del parto de un hijo.
Doña Inés fue siempre repudiada
por los nobles de la corte portuguesa, sus hijos fueron
considerados ilegítimos, y con
ello también siempre se atrajo el repudio del Rey Don Alfonso IV, pues al ser su hijo heredero de la corona, no
consideraba digna de él a la que era su amante.
Con este ambiente tan hostil, Don
Pedro decide casarse en secreto con la que el consideraba ya su esposa, para
una vez fuese proclamado Rey, nadie pudiese negarse ante los hechos consumados.
(Habían pasado unos años de la muerte de Doña Constanza,) y con ello, aunque
fuese en secreto, daría legitimidad a la que era la madre de sus cuatro hijos, -fueron
cinco pero uno de ellos, Alfonso, murió al poco de nacer.-
Los nobles portugueses no dejaron
de intrigar, para que el Rey, padre de Don Pedro, condenase a muerte a Doña
Inés, tal era el odio que les inspiraba la que ellos consideraban una
advenediza, y eran además enemigos de los Castro, la familia gallega de Doña Inés. Por ello aunque este se resistía a ordenar su
muerte, por considerar que Doña Inés al fin y al cavo era inocente de toda
culpa, tampoco fue suficientemente firme
en imponer su autoridad.
El drama se desarrolló un día en
que el Rey, aprovechando que su hijo
estaba ausente organizó una cacería muy próxima a la finca donde se encontraba
Doña Inés con sus hijos. Enterada esta de la proximidad del Rey, y temerosa de
lo que pudiese suceder, salió a su encuentro acompañada de sus hijos,
suplicando clemencia, pues temía por las intenciones que pudiesen traer, este
se conmovió con las lagrimas de Doña Inés, y decidió marcharse sin hacerle
ningún daño.
Entre los caballeros que clamaban por la
muerte de Doña Inés, tres eran los que mas hostilidad tenían hacia ella,
Alfonso Goncálvez, Pedro Coelho y Diego López Pacheco, como digo, enemigos
declarados de la familia de los Castro, y que estaban persuadidos de la
influencia que llegaría a tener esta familia en la Corte cuando reinase el
infante Don Pedro.
No se sabe a ciencia cierta pero
parece que estos influyentes personajes, con, o sin el consentimiento Real, se
llegaron a la finca de Doña Inés, y la dieron muerte a puñaladas.
La
Historia nos dice que cuando Don Pedro supo del
tremendo crimen, su dolor fue inmenso, y también la leyenda dice, que llevó a
cabo su venganza cuando pasados unos años, a la muerte de su padre, subió al
trono. Mandó exhumar los restos de la que fue su esposa, sentó su cadáver en el
trono, la mandó coronar como Reina, y dio orden de que fuese rendido vasallaje por
todos los cortesanos del Reino, desfilando ante su cadáver besando su mano. Costumbre
por otra parte, cuando eran coronados
los Reyes en aquel tiempo.
Después mandó arrestar a los tres
instigadores de la muerte de su esposa, los cuales expiaron tremendamente su
crimen, Pedro Coelho, y Álvaro Goncalves, al primero se le mandó arrancar el
corazón por el pecho y al segundo por la espalda, Pacheco, el tercero pudo
escapar y no se encontró su rastro, se cree que huyó a Francia.
Los funerales que el Rey mando
que se hiciesen por el alma de su esposa, fueron regios, después su cuerpo fue
depositado en una suntuosa tumba de mármol blanco, con su figura coronada como Reina,
que su esposo mandó construir para ella, y muy cerca mandó que se edificase
otra para el día que el muriese, también
dispuso que las tumbas con sus efigies, se tocasen por los pies, en su deseo
estaba, que el día de su resurrección, lo primero que viesen sus ojos fuese el
rostro de su esposa Inés.
Además de los recuerdos que yo
pudiese tener de lo visto en su día de ésta obra teatral, he buscado en las
biografías de estos personajes, pues quería ser lo mas exacta posible, sobre
todo en nombres y fechas, y siempre lo digo, no hay como buscar en los libros
para que estos nos presten toda su sabiduría, y para esto tengo la mejor
enciclopedia temática. Sin embargo es en las referencias de las biografías
encontradas en internet donde he podido encontrar y completar, la historia que
hace tantos años pudimos contemplar en aquellos pases teatrales de Estudio I,
en la I, y única cadena de TVE, que hubo en España.
Sus descendientes no ascendieron
directamente a ningún trono, pero tuvieron mucha influencia y alianzas con
todas las realezas europeas, y sobre todo en las coronas de Castilla Aragón y
Portugal, llegando por lo menos la quinta generación, a emparentarse con los Hansburgo
de Austria, pero esta ya, será otra historia.
Seguramente el relato que he
escrito no tiene ninguna relación con lo que puedan ser en si, “las historias
de mi valle”, sin embargo si la tenemos, mi hermana y yo, quienes aquella noche,
vimos por la primera cadena de televisión en aquellos años, esta preciosa historia,
y también el que en mayor o menor medida el apellido Castro, tenga una rama muy
importante en nuestra provincia. Por una causa o por otra, me siento muy a
gusto resucitando unas vidas que también
es bueno conocer, si esta a sido de vuestro interés, con mucho gusto relataré
alguna mas de estas históricas leyendas, pues aunque alguna vez las hallamos
podido escuchar, se nos pueden haber perdido en la memoria, por eso si estáis interesados los que leéis mi
blog, en conocerlas mejor, me ponéis una
respuesta, yo os prometo relatar alguna de ellas,
Un saludo.
MARY PÉREZ ,
DE
CELIS.
Que historia tan bonita
ResponderEliminarpreciosa Amparito , y verdadera
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