sábado, 18 de febrero de 2017


                                    UN TIEMPO EN EL QUE FUIMOS NIÑOS: SEGUNDA PARTE

Cuando hace un tiempo publiqué un relato, sobre los años de nuestra niñez, en el que muchos no vimos reflejados, hacia una referencia a los niños de ahora, a esos grupos de chavalería que junto a los nuestros, pasan fines de semana, vacaciones, y algunas festividades en el pueblo.
Y digo junto a los nuestros, pero no porque los nuestros vivan en el pueblo en la actualidad, sino, por que al ser los fijos en muchas mas ocasiones entre nosotros- sea por cercanía, porque sus padres vienen mucho mas al pueblo, o porque  suelen intercambiar los días de ciudad con los del pueblo, incluso entre semana, están mucho mas en contacto con sus familias de aquí.
Hay incluso chavales, que una vez acabados sus estudios obligatorios, al no querer optar por otros más superiores, prefieren quedarse en el pueblo por si les surge algún trabajo que lo pudiese hacer compatible con su estancia en el. Estos por lo regular son hijos de padres que ya tienen casa en el pueblo desde que ellos eran muy pequeños, y a los que la vida en el campo les llena mucho mas que vivir en las pobladas ciudades. Precisamente todo lo contrario que hicieron sus padres, que hace años marcharon fuera de él para tener otras oportunidades que aquí no iban a encontrar.
Cierto que todo ha cambiado bastante, algunos de estos jóvenes han buscado trabajos autónomos, como pueden ser fontanería, albañilería, algún trabajo eventual o de temporada en algunos de los restaurantes de la zona, montar una peluquería … también tener ocasión de trabajar en las alternancias de los Ayuntamientos en esas cuadrillas que realizan obras públicas.

 Son alternancias de seis meses, pero algo es algo, trabajos bastante precarios, y muy alejados de lo que sus padres decidieron buscarse cuando marcharon del pueblo, sin embargo siempre será muy de agradecer el que los hijos prefieran vivir en unos lugares que aprendieron a querer y valorar desde muy pequeños, cuando sus padres –que tampoco dejaron de recordarlo- los traían siempre que podían. 
  Por lo regular, estos chavales que han preferido desarrollar su vida laboral en los pueblos de sus padres, con el tiempo también han buscado y encontrado otras formas de trabajo, son los que durante la semana tienen que salir precisamente a trabajar fuera, pero que el fin de semana vuelven al pueblo por encontrarse mucho mas identificado con esta forma de vida.
Sin embargo, esto es adelantarnos un poco a lo que fue su vida de niñez.  Ésta como ya recordaba en el primer reportaje que publiqué hace un tiempo, fue una niñez en la que se me quedaron multitud de anécdotas por referir, multitud de historias por recordar, multitud de juegos  por contar.

Aquella niñez de hace ya bastantes años, poco o nada se parece a la de estos chicos de ahora, sin embargo los críos son críos sea en el tiempo que sea, y así como en algunos de mis artículos he hecho referencia a lo que para nosotros tenía de novedad ver aquellos niños de las familias pudientes que veraneaban en nuestros pueblos, cuya novedad no iba mas allá de un par de días rondando las casonas solariegas de estas familias del veraneo de estos señores, era solo el tiempo que los hijos de esas mismas familias tardaban en aburrirse como monos, y con la misma curiosidad con que nosotros los espiábamos a ellos a través del entreabierto portón de las entradas de sus casas, ellos mismos se dedicaban también a observarnos a nosotros, y… ¡¡bingo!! Ya teníamos hecha la conexión.
  Después de esto el compartir charlas y juegos era el principio de un tiempo en el que se fraguaron unas relaciones de compañerismo que solo la vuelta a sus respectivos lugares de residencia, una vez acabado el periodo vacacional, cortaba por un tiempo.
Esto claro está en lo referente al tiempo en que estos niños eran eso- niños- pues pasados los años el rumbo que tomaban las vidas de unos y otros, rara vez tenían algo en común, pero estas amistades que se fraguaban durante los años vacacionales de estos chavales siempre tendrían ocasiones para el recuerdo, y cierto es que hoy, que todos somos ya bastante mayores, cuando nos volvemos a encontrar en esas visitas, ( cada vez mas escasas) que hacen a sus casa del pueblo, nos saludamos con mucha simpatía y cariño.
Esta es una de las referencias a las que hago mención.
 Otras pueden ser mucho mas cercanas, mas familiares.¡ Quien no recuerda aquellos años en que en la escuela se nos preparaba para los versos del mes de mayo! cuando un mes antes nuestras maestras ayudadas por el párroco del pueblo, se esmeraban en pasarnos en unas cuartillas, los versos  que nos teníamos que aprender de memoria, para recitarlos en la entrega floral  a la Virgen el último domingo del mes 
 de mayo ¡ Quien no recuerda el nerviosismo de aquellos días previos  al gran día, donde aquellas machaconas lecciones  se repetían una y otra vez, para que las estrofas de aquellos versos sonasen armoniosamente! Porque para las que éramos unas niñas en aquellos años,  el que estas estrofas salieran con gracia y sentimiento, cuando se los dedicábamos a la Virgen en un día tan especial, en un día en el que la Iglesia estaba a rebosar de familiares, amigos y toda la gente de nuestros tres pueblos, era algo que nuestra “ honrilla” tenía que dejar con el listón muy alto.
 Ese día todo tenía que salir bien, iba en ello también el prestigio de nuestras maestras, del Señor cura que ese día  también tenía su parcela de lucimiento, de que nuestros padres se sintieran orgullosos de nosotras… de las muchachas del coro, que tanto se habían esmerado ese día en la decoración de la Iglesia, para nuestro propio lucimiento.
Y no solo del lucimiento de la Iglesia, ellas también se ocupaban de acondicionar nuestros  vestidos alusivos para la ocasión.  En este caso a unas nos ataviaban  como si de unos angelitos se tratase, con unas preciosas túnicas y con unas  logradísimas alas de blanco plumaje, había muchos otros personajes que encarnaban diferentes pasajes de la historia sagrada, pero un personaje al que siempre era muy lucido imitar era representar a la Virgen María.
  El papel que le tocase a la niña que la representara también era de una gran responsabilidad,  pues de los muchos años en que a mí me tocó decir versos, recuerdo que a la niña que le tocaba, era la que mas compleja tenia la memorización de todo lo que debía  de aprenderse. Hay que tener en cuenta que la Virgen  a la que siempre colocaban en un lugar muy vistoso en el altar, tenía que dar respuestas a todas las demás niñas que acudían a su altar a recitarle los versos. Las niñas normalmente se presentaban ante la Señora, ataviadas con sus vestidos de primera comunión.

 Y  si estas ya pasaban bastante de esa edad, las mismas muchachas del coro les confeccionaban  unas bonitas túnicas que completaban con adornos de coronas  de flores en el pelo. Preciosa la despedida del mes de mayo, en nuestros pueblos del Concejo, siempre hacían coincidir esta despedida con el último domingo de ese mes. Este mes con mucha razón, siempre fue  llamado el mes de las flores.
Otro de los muchos recuerdos que me viene a la memoria, eran aquellos recreos lluviosos cuando no podíamos salir a jugar, para las que entonces, éramos unas niñas a las que no se nos permitían tantos ratos ociosos,  el desaprovechar ese rato, era muy frustrante ( hablo de la escuela de las niñas, como ya expliqué en otra ocasión, los niños tenían su propia escuela y maestro) Como digo ese rato tan desaprovechado, al no poder salir de clase, nos resultaba muy aburrido, pero como el ingenio se agudiza cuando la necesidad apremia, nos llevó, aconsejadas y dirigidas por la maestra, a inventarnos un juego en el que el aprendizaje también estaba presente.
Consistía este juego, en hacer entre todas las niñas que se quisieran sumar a el (que éramos muchas, pues no nos gustaba aburrirnos)  unas representaciones, con la ayuda de nuestras enciclopedias, de escenas que se dibujaban  en ellas para ilustrar nuestras lecciones.
 En realidad era como hacer una escena de teatro mudo, que consistía en que la mitad de las niñas que participábamos en el juego, se tenían que esconder, mientras la otra mitad, escenificaba un pasaje histórico del libro, este pasaje podía ser de las lecciones de religión, o de las de historia de España.  Pero eso sí, muy bien trabajado y convincente, hay que tener en cuenta que en estas dos materias, el poder escenificar esos pasajes- y mas si como era el caso, esas lecciones ya las habíamos dado,- no nos resultaba demasiado difícil adivinar de que pasaje, histórico o religioso se trataba. 

  De verdad que en el tiempo que yo recuerdo de mis años escolares nuestras lecciones  se nos enseñaban a conciencia.  El grupo oculto, una vez hecha la escenificación, era avisado con un…Valeee… o un ¡Entrarrr!  Después, el que se adivinase la escena muda del cuadro que se representaba, podía ser resuelto en un tiempo mas o menos corto,eso si,  las niñas, si no eran unas eran otras, si no era mas pronto, era mas tarde siempre lo adivinábamos. 
 Recuerdo como si fuese ayer, la representación bíblica que hicimos, de la venta de José por sus hermanos a los mercaderes egipcios, fue una historia que a todas nos dejó impactadas cuando la maestra nos explicaba aquel episodio, a muchas se nos escaparon las lágrimas.
 Pienso que éramos muy sensibles las niñas de entonces, no estábamos hechas a las muchas escenas de violencia que mas tarde nuestros hijos, y hoy nuestros nietos, contemplan en las noticias de la televisión, ¡gracias a Dios!      
Hoy estos recuerdos que voy relatando, me parecen algo tan lejano… Sin embargo no lo es tanto, son tres o cuatro generaciones atrás, son los recuerdos de una niñez que seguramente todas las personas que lo lean se les vendrán a la memoria  muchos  de ellos,  otras puede ser que los tengan algo mas adormecidos.
  También en estos recuerdos, sobre todo a los que tratan de aquel tiempo de versos del mes de mayo, a muchas de nosotras nos faltan los referentes de nuestros padres.
 Unos padre que entonces eran bastante jóvenes, y que vivían estas actuaciones de sus hijos con toda la ilusión del mundo. Antes he dicho que las muchachas del coro eran las que mas se  encargaban de muchas de estas cosas del mes de mayo, sin embargo nuestras madres también ponían mucho de su parte, ellas nos ayudaban a memorizar los versos, planchaban los vestidos y las túnicas, unas veces nos daban ánimos y otras nos reprendían por la poca atención que demostrábamos a la hora de recitar¡¡Como no lo hagas bien, prepárate!!    
  
  Lo cierto es que ¡cómo se nos han ido pasando los años…! Y cómo han cambiado los tiempos… Yo confieso que cuando veo a mis nietos con caras de pasmo cuando les cuento estas historias… Historias que por otra parte son muy verdaderas, pero que como digo,  al ver sus caras yo misma me doy cuenta de lo muy alejadas que están sus vidas de las nuestras, algo que no pasaba en nuestras generaciones, donde el mismo entusiasmo que nuestros padres tenían con estas cosas, la tenían nuestros abuelos, eran unos abuelos a los que les escuchábamos cuando nos relataban sus historias con una gran atención, de los que aprendimos muchísimas cosas, con los que teníamos un contacto tan cercano que no es raro que muchos de nuestros recuerdos estén mas relacionados con  ellos que con nuestros propios padres.  Nada será nunca igual, nos cueste mas o menos asimilarlo, los tratos familiares mas parecidos al concepto de tribu que existía en nuestros años infantiles, creo que no volverá a repetirse, esta es otra era, es la era de la tecnología ( palabra que en nuestra niñez ni se conocía), y así tendrá que ser. Nuestras primeras referencias de niños nos vinieron dadas de lo que nos decían nuestros maestros, o nuestros padres y abuelos, ellos eran la palabra de nuestra historia, y la creímos y respetamos, porque eso nos habían enseñado siempre, por lo menos a creerlas. No, nada será igual, y tendremos que acostumbrarnos a ello.

Otro de los recuerdos que mas tengo en la memoria, eran los de cuando acudíamos en el verano a las praerias mas altas, a los praos de los invernales, en ese tiempo- y una vez acabados los trabajos de las zonas bajas, de los praos de la “mies”- todas las familias nos desplazábamos a esas praerias, donde durante un tiempo mas o menos largo,- todo dependería de los terrenos que cada familia tuviese en esos lugares. La rutina que siempre se seguía para acudir a ese trabajo  -por lo que yo recuerdo en mi familia  -era siempre la misma. Una vez acabados los trabajos en los praos del pueblo, se subía a los mas cercanos en la distancia, por ejemplo, yo recuerdo que mi familia primero acudía a las praerias de la Espina. Estos prados no eran costosos en distancia, pero los que conozcan esas subidas por esas peñas de la Espina, -que en nuestra zona son todos los vecinos-  saben que su subida por unas peñas con un sol y un calor inmisericorde, sin una mala sombra bajo la que poder descansar un rato, es algo de lo mas agotador,  si a esto le añades que siendo la peor hora de subida,  esta se hacía cargadas con los cestos del cocido, los panes, y alguna vitualla mas que fuese necesaria, no lo hacían mas fácil precisamente. Yo con quien mas tengo el recuerdo de esas subidas es con mi tía Azucena, la mas joven de la familia, y que aun no se había casado por esas fechas. Y otro de esos recuerdos es de lo mucho que ella odiaba esa subida, siempre le escuché decir que prefería mucho mas cualquiera de los otros lugares a los que tocaba acudir una vez acabados los trabajos en este, ¡¡No soporto esta peña!! Ni el calor que mandan estas piedras!! Prefiero mil veces subir a “Saldellamu” estará el doble de distante, pero por lo menos te puedes sentar a descansar a la sombra de algún avellano  o de algún fresno.  Mi tía tenía su buen genio, todo hay que decirlo. 

Y después como digo, tocaban las praerias mas alejadas,  así entre días de un calor sofocante, y otros nublados, transcurrían los veranos de la hierba. Sin embargo, por mucho que costasen esas subidas( como digo a la hora que mas calentaba el sol) siempre eran preferibles a que el tiempo fuese nublado o lluvioso, pues en este caso el tiempo de estos trabajos se eternizaba. Todos estos recuerdos que relato, son recuerdos de la niñez, pues los que entonces éramos niños no nos librábamos de “prestar” una ayuda a los trabajos de los mayores, eran tiempos en que se nos enseñaba que los trabajos se aprendían desde pequeños, y nunca nos faltaron donde emplear nuestro esfuerzo. En esas caminatas a los praos mas altos también había tiempo para compartir comentarios entre las gentes que nos encontrábamos por esos senderos y camberas. Hay que decir que siempre a esta hora las que acudían eran las mujeres de la casa, a ellas les tocaba quedarse preparando la comida que había que llevar una vez cocinada a los hombres que ya estaban en los prados desde una muy temprana hora de la mañana, por eso esas subidas se hacían a la hora que mas calentaba el sol, y si el día estaba nublado,  igual, pues en  esos días se aprovechaba para otros quehaceres, por ejemplo, había que escoge  todo aquello que el ganado pudiese desechar… escajos, helechos, “ mastrantos”… para esos trabajos eran para los que mas nos utilizaban a los críos, también para pisar la hierba en los pajares…ir en busca de agua a las fuentes cercanas… o lejanas, que de todo había. 
 
En honor a la verdad, los que éramos unos críos en aquel tiempo tampoco nos lo pasábamos mal, chavalería había en abundancia, y a todos nos mandaban los mismos trabajos, de estos no nos librábamos nadie, pero también teníamos nuestros ratos para los juegos, hay que tener en cuenta que la mayoría de las familias tenían sus invernales unos cercanos a los otros, por lo menos los que estaban en la misma  vertiente, otros no, otros podían estar en terrenos mas alejados, pero en todos ellos los niños acudíamos  en ese tiempo junto con nuestras familias, incluso había algunas de estas familias que se pasaban todo el tiempo de la agostada sin bajar a sus casas del pueblo, aunque estas eran las menos.
Por las tardes, cuando todo el mundo bajaba de los praos, era cuando la chavalería   aprovechábamos para nuestros juegos, hay que tener en cuenta que las tardes veraniegas se alargan mucho, y aunque había que cenar pronto, pues tampoco nos podíamos acostar muy tarde, dado que al día siguiente había que madrugar, no por ello dejábamos de aprovechar esos ratos al atardecer para nuestros juegos.

  Lo bueno que tenía el verano es que no había escuela, algo que ninguno echábamos en falta. Y no es que durante el tiempo de escuela lo pasábamos mal, claro que en aquel tiempo el que las maestras nos castigasen con algún “reglazo”( pues solían tener la mano muy larga)  o con ponernos de rodillas, o con cualquier forma que se les ocurriese para que no nos desmandásemos mas de la cuenta, también se aprendían otras muchas cosas. Es el primer lugar donde empiezas a saber lo que es la amistad, a valorar el compañerismo, yo particularmente pienso que, aunque tuviésemos nuestras peleas, los críos somos los primeros que nos olvidamos de ellas, ¡¡Como van a durar mucho los enfados si precisamente al cavo de un momento es a quien vas a recurrir para tus juegos!! Claro que hoy día, con las cosas que se escuchan del tan llamado acoso infantil, te resulta muy difícil identificar a esta chavalería que maltrata con bastante sadismo, a unos niños, por el simple hecho de hacerle la vida imposible, con los críos de nuestros pueblos de mis años de escuela. Peleas como digo había, pero para eso estaban nuestros maestros,  siempre pendientes de que nadie se desmandase, y también recuerdo como en algunas ocasiones a los contrincantes les obligaban a pedirse perdón y darse la mano.


 Como todo en la vida, nada es mejor ni peor,  eran unas escuelas en las que había mucha masificación, pues también había muchos niños, sin embargo nuestro aprendizaje fue muy bueno, dadas las carencias que había, y había algo que creo que falta bastante en estos tiempos tan repletos de nuevas tecnologías ¡había respeto!, pero tal vez de eso ni siquiera tengan la culpa los propios chicos, pues la enorme permisividad que tienen los críos de ahora está a años luz de las normas que se nos daban a nosotros. Hoy los chicos no juegan al juego de “ a la una la mula.” O a las canicas, os acordais? Era aquello de…”bola, pié, matute, y guá el “gua” era cuando había suerte y  la canica entraba en el hoyo, si no, a esperar que al que le tocase la siguiente jugada no fuese mas hábil que tu y te ganase la partida. Creo que los chicos de ahora no los conocen, se perderán como otros muchos juegos mas. Hacen  mas deporte, pero es porque tienen sus profesores y buenos polideportivos. Nuestros deportes nos los proporcionaban todo lo que trabajábamos desde muy pequeños ayudando en nuestras casas, y los ratos libres los pasábamos con los juegos que nosotros mismos nos inventábamos. 

Que nadie lo vea esto como una crítica, son solo las reflexiones de cómo nos han cambiado los tiempos, por supuesto tanto antes como ahora habrá de todo, ni antes eran tan malos esos tiempos, ni los de ahora son tan buenos, los avances están ahí, y eso no lo para nadie, otras cosas… bueno ya veremos, yo solo he querido hacer memoria de unos años en los que como en la primera parte de este relato, que se publicó hace un tiempo, esos recuerdos de cuando éramos niños, no se pierdan del todo, pues como niños que fuimos también tuvimos unas vivencias que pasados los años nadie recordará nada de ellas, y si esto que  queda escrito a alguien le da de vez en cuando un repaso, alguno de esos recuerdos podrá salvarse, por lo demás adelante con el progreso, pues nos ha traído un sinfín de cosas muy buenas.
        UN SALUDO DE MARY PÉREZ.   DE CELIS.  
                   PD:
  He tenido algunas dificultades para encontrar fotos de antiguos juegos infantiles, es                    comprensible, dado el poco material fotográfico de hace años. Seguramente alguna habrá, en algunas familias se podrá encontrar alguno de estos recuerdos, pero como digo, es dificultoso dar con ellos. De todos modos, y aunque algunas de las fotos del reportaje ya han sido utilizadas en otros árticulos, no por ello es menor el gusto por contemplarlas, al fin y al cavo son los recuerdos que nuestra memoria podrá conservar, y no por que sean repetidos van a perder nada de su valor.  Y de las mas actuales, pues podremos tener tambien un recuerdo de ellas cuando pasen los años.
                                                       

1 comentario:

  1. Cuanta historia real tiene tu comentario y digo real por el parecido con mi vida, con mi historia que viví en mi Galicia Juan Luis Dapena

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