UN TIEMPO EN EL QUE FUIMOS NIÑOS: SEGUNDA PARTE
Cuando hace un tiempo publiqué un relato, sobre los años de
nuestra niñez, en el que muchos no vimos reflejados, hacia una referencia a los
niños de ahora, a esos grupos de chavalería que junto a los nuestros, pasan
fines de semana, vacaciones, y algunas festividades en el pueblo.
Y digo junto a los nuestros, pero no porque los nuestros
vivan en el pueblo en la actualidad, sino, por que al ser los fijos en muchas
mas ocasiones entre nosotros- sea por cercanía, porque sus padres vienen mucho
mas al pueblo, o porque suelen
intercambiar los días de ciudad con los del pueblo, incluso entre semana, están
mucho mas en contacto con sus familias de aquí.
Hay incluso chavales, que una
vez acabados sus estudios obligatorios, al no querer optar por otros más
superiores, prefieren quedarse en el pueblo por si les surge algún trabajo que
lo pudiese hacer compatible con su estancia en el. Estos por lo regular son
hijos de padres que ya tienen casa en el pueblo desde que ellos eran muy pequeños,
y a los que la vida en el campo les llena mucho mas que vivir en las pobladas
ciudades. Precisamente todo lo contrario que hicieron sus padres, que hace años
marcharon fuera de él para tener otras oportunidades que aquí no iban a
encontrar.
Cierto que todo ha cambiado bastante, algunos de estos
jóvenes han buscado trabajos autónomos, como pueden ser fontanería,
albañilería, algún trabajo eventual o de temporada en algunos de los
restaurantes de la zona, montar una peluquería … también tener ocasión de
trabajar en las alternancias de los Ayuntamientos en esas cuadrillas que
realizan obras públicas.
Son alternancias de seis meses, pero algo es algo,
trabajos bastante precarios, y muy alejados de lo que sus padres decidieron
buscarse cuando marcharon del pueblo, sin embargo siempre será muy de agradecer
el que los hijos prefieran vivir en unos lugares que aprendieron a querer y
valorar desde muy pequeños, cuando sus padres –que tampoco dejaron de
recordarlo- los traían siempre que podían.
Por lo regular, estos chavales que han preferido desarrollar su vida
laboral en los pueblos de sus padres, con el tiempo también han buscado y
encontrado otras formas de trabajo, son los que durante la semana tienen que
salir precisamente a trabajar fuera, pero que el fin de semana vuelven al
pueblo por encontrarse mucho mas identificado con esta forma de vida.
Sin embargo, esto es adelantarnos un poco a lo que fue su
vida de niñez. Ésta como ya recordaba en
el primer reportaje que publiqué hace un tiempo, fue una niñez en la que se me
quedaron multitud de anécdotas por referir, multitud de historias por recordar,
multitud de juegos por contar.
Aquella niñez de hace ya bastantes años, poco o nada se
parece a la de estos chicos de ahora, sin embargo los críos son críos sea en el
tiempo que sea, y así como en algunos de mis artículos he hecho referencia a lo
que para nosotros tenía de novedad ver aquellos niños de las familias pudientes
que veraneaban en nuestros pueblos, cuya novedad no iba mas allá de un par de
días rondando las casonas solariegas de estas familias del veraneo de estos
señores, era solo el tiempo que los hijos de esas mismas familias tardaban en
aburrirse como monos, y con la misma curiosidad con que nosotros los espiábamos
a ellos a través del entreabierto portón de las entradas de sus casas, ellos
mismos se dedicaban también a observarnos a nosotros, y… ¡¡bingo!! Ya teníamos
hecha la conexión.
Después de esto el
compartir charlas y juegos era el principio de un tiempo en el que se fraguaron
unas relaciones de compañerismo que solo la vuelta a sus respectivos lugares de
residencia, una vez acabado el periodo vacacional, cortaba por un tiempo.
Esto claro está en lo referente al tiempo en que estos niños
eran eso- niños- pues pasados los años el rumbo que tomaban las vidas de unos y
otros, rara vez tenían algo en común, pero estas amistades que se fraguaban
durante los años vacacionales de estos chavales siempre tendrían ocasiones para
el recuerdo, y cierto es que hoy, que todos somos ya bastante mayores, cuando
nos volvemos a encontrar en esas visitas, ( cada vez mas escasas) que hacen a
sus casa del pueblo, nos saludamos con mucha simpatía y cariño.
Esta es una de las referencias a las que hago mención.
Otras
pueden ser mucho mas cercanas, mas familiares.¡ Quien no recuerda aquellos años
en que en la escuela se nos preparaba para los versos del mes de mayo! cuando
un mes antes nuestras maestras ayudadas por el párroco del pueblo, se esmeraban
en pasarnos en unas cuartillas, los versos
que nos teníamos que aprender de memoria, para recitarlos en la entrega
floral a la Virgen el último domingo del
mes
de mayo ¡ Quien no recuerda el nerviosismo de aquellos días previos al gran día, donde aquellas machaconas
lecciones se repetían una y otra vez,
para que las estrofas de aquellos versos sonasen armoniosamente! Porque para
las que éramos unas niñas en aquellos años,
el que estas estrofas salieran con gracia y sentimiento, cuando se los
dedicábamos a la Virgen en un día tan especial, en un día en el que la Iglesia
estaba a rebosar de familiares, amigos y toda la gente de nuestros tres
pueblos, era algo que nuestra “ honrilla” tenía que dejar con el listón muy
alto.
Ese día todo tenía que salir bien, iba en ello también el prestigio de
nuestras maestras, del Señor cura que ese día también tenía su parcela de lucimiento, de que
nuestros padres se sintieran orgullosos de nosotras… de las muchachas del coro,
que tanto se habían esmerado ese día en la decoración de la Iglesia, para
nuestro propio lucimiento.
Y no solo del lucimiento de la Iglesia, ellas
también se ocupaban de acondicionar nuestros vestidos alusivos para la ocasión. En este caso a unas nos ataviaban como si de unos angelitos se tratase, con
unas preciosas túnicas y con unas logradísimas alas de blanco plumaje, había
muchos otros personajes que encarnaban diferentes pasajes de la historia
sagrada, pero un personaje al que siempre era muy lucido imitar era representar
a la Virgen María.
El papel que le
tocase a la niña que la representara también era de una gran
responsabilidad, pues de los muchos años
en que a mí me tocó decir versos, recuerdo que a la niña que le tocaba, era la
que mas compleja tenia la memorización de todo lo que debía de aprenderse. Hay que tener en cuenta que la
Virgen a la que siempre colocaban en un
lugar muy vistoso en el altar, tenía que dar respuestas a todas las demás niñas
que acudían a su altar a recitarle los versos. Las niñas normalmente se
presentaban ante la Señora, ataviadas con sus vestidos de primera comunión.
Y si estas ya pasaban bastante de esa edad, las
mismas muchachas del coro les confeccionaban unas bonitas túnicas que completaban con
adornos de coronas de flores en el pelo.
Preciosa la despedida del mes de mayo, en nuestros pueblos del Concejo, siempre
hacían coincidir esta despedida con el último domingo de ese mes. Este mes con
mucha razón, siempre fue llamado el mes
de las flores.
Otro de los muchos recuerdos que me viene a la memoria, eran
aquellos recreos lluviosos cuando no podíamos salir a jugar, para las que
entonces, éramos unas niñas a las que no se nos permitían tantos ratos ociosos, el desaprovechar ese rato, era muy frustrante
( hablo de la escuela de las niñas, como ya expliqué en otra ocasión, los niños
tenían su propia escuela y maestro) Como digo ese rato tan desaprovechado, al
no poder salir de clase, nos resultaba muy aburrido, pero como el ingenio se
agudiza cuando la necesidad apremia, nos llevó, aconsejadas y dirigidas por la
maestra, a inventarnos un juego en el que el aprendizaje también estaba
presente.
Consistía este juego, en hacer entre todas las niñas que se
quisieran sumar a el (que éramos muchas, pues no nos gustaba aburrirnos) unas representaciones, con la ayuda de
nuestras enciclopedias, de escenas que se dibujaban en ellas para ilustrar nuestras lecciones.
En
realidad era como hacer una escena de teatro mudo, que consistía en que la
mitad de las niñas que participábamos en el juego, se tenían que esconder,
mientras la otra mitad, escenificaba un pasaje histórico del libro, este pasaje
podía ser de las lecciones de religión, o de las de historia de España. Pero eso sí, muy bien trabajado y
convincente, hay que tener en cuenta que en estas dos materias, el poder
escenificar esos pasajes- y mas si como era el caso, esas lecciones ya las
habíamos dado,- no nos resultaba demasiado difícil adivinar de que pasaje, histórico
o religioso se trataba.
De verdad que en el tiempo que yo recuerdo de mis años escolares nuestras lecciones se nos enseñaban a conciencia. El grupo oculto, una vez hecha la escenificación, era avisado con un…Valeee… o un ¡Entrarrr! Después, el que se adivinase la escena muda del cuadro que se representaba, podía ser resuelto en un tiempo mas o menos corto,eso si, las niñas, si no eran unas eran otras, si no era mas pronto, era mas tarde siempre lo adivinábamos.
De verdad que en el tiempo que yo recuerdo de mis años escolares nuestras lecciones se nos enseñaban a conciencia. El grupo oculto, una vez hecha la escenificación, era avisado con un…Valeee… o un ¡Entrarrr! Después, el que se adivinase la escena muda del cuadro que se representaba, podía ser resuelto en un tiempo mas o menos corto,eso si, las niñas, si no eran unas eran otras, si no era mas pronto, era mas tarde siempre lo adivinábamos.
Recuerdo como si fuese ayer, la representación
bíblica que hicimos, de la venta de José por sus hermanos a los mercaderes
egipcios, fue una historia que a todas nos dejó impactadas cuando la maestra
nos explicaba aquel episodio, a muchas se nos escaparon las lágrimas.
Pienso
que éramos muy sensibles las niñas de entonces, no estábamos hechas a las
muchas escenas de violencia que mas tarde nuestros hijos, y hoy nuestros nietos,
contemplan en las noticias de la televisión, ¡gracias a Dios!
Hoy estos recuerdos que voy relatando, me parecen algo tan
lejano… Sin embargo no lo es tanto, son tres o cuatro generaciones atrás, son
los recuerdos de una niñez que seguramente todas las personas que lo lean se
les vendrán a la memoria muchos de ellos, otras puede ser que los tengan algo mas
adormecidos.
También en estos recuerdos,
sobre todo a los que tratan de aquel tiempo de versos del mes de mayo, a muchas
de nosotras nos faltan los referentes de nuestros padres.
Unos padre que
entonces eran bastante jóvenes, y que vivían estas actuaciones de sus hijos con
toda la ilusión del mundo. Antes he dicho que las muchachas del coro eran las
que mas se encargaban de muchas de estas
cosas del mes de mayo, sin embargo nuestras madres también ponían mucho de su
parte, ellas nos ayudaban a memorizar los versos, planchaban los vestidos y las
túnicas, unas veces nos daban ánimos y otras nos reprendían por la poca
atención que demostrábamos a la hora de recitar¡¡Como no lo hagas bien, prepárate!!
Lo cierto es que ¡cómo se nos han ido pasando los años…! Y cómo han cambiado los tiempos… Yo confieso que cuando veo a mis nietos con caras de pasmo cuando les cuento estas historias… Historias que por otra parte son muy verdaderas, pero que como digo, al ver sus caras yo misma me doy cuenta de lo muy alejadas que están sus vidas de las nuestras, algo que no pasaba en nuestras generaciones, donde el mismo entusiasmo que nuestros padres tenían con estas cosas, la tenían nuestros abuelos, eran unos abuelos a los que les escuchábamos cuando nos relataban sus historias con una gran atención, de los que aprendimos muchísimas cosas, con los que teníamos un contacto tan cercano que no es raro que muchos de nuestros recuerdos estén mas relacionados con ellos que con nuestros propios padres. Nada será nunca igual, nos cueste mas o menos asimilarlo, los tratos familiares mas parecidos al concepto de tribu que existía en nuestros años infantiles, creo que no volverá a repetirse, esta es otra era, es la era de la tecnología ( palabra que en nuestra niñez ni se conocía), y así tendrá que ser. Nuestras primeras referencias de niños nos vinieron dadas de lo que nos decían nuestros maestros, o nuestros padres y abuelos, ellos eran la palabra de nuestra historia, y la creímos y respetamos, porque eso nos habían enseñado siempre, por lo menos a creerlas. No, nada será igual, y tendremos que acostumbrarnos a ello.
Lo cierto es que ¡cómo se nos han ido pasando los años…! Y cómo han cambiado los tiempos… Yo confieso que cuando veo a mis nietos con caras de pasmo cuando les cuento estas historias… Historias que por otra parte son muy verdaderas, pero que como digo, al ver sus caras yo misma me doy cuenta de lo muy alejadas que están sus vidas de las nuestras, algo que no pasaba en nuestras generaciones, donde el mismo entusiasmo que nuestros padres tenían con estas cosas, la tenían nuestros abuelos, eran unos abuelos a los que les escuchábamos cuando nos relataban sus historias con una gran atención, de los que aprendimos muchísimas cosas, con los que teníamos un contacto tan cercano que no es raro que muchos de nuestros recuerdos estén mas relacionados con ellos que con nuestros propios padres. Nada será nunca igual, nos cueste mas o menos asimilarlo, los tratos familiares mas parecidos al concepto de tribu que existía en nuestros años infantiles, creo que no volverá a repetirse, esta es otra era, es la era de la tecnología ( palabra que en nuestra niñez ni se conocía), y así tendrá que ser. Nuestras primeras referencias de niños nos vinieron dadas de lo que nos decían nuestros maestros, o nuestros padres y abuelos, ellos eran la palabra de nuestra historia, y la creímos y respetamos, porque eso nos habían enseñado siempre, por lo menos a creerlas. No, nada será igual, y tendremos que acostumbrarnos a ello.
Otro de los recuerdos que mas tengo en la memoria, eran los
de cuando acudíamos en el verano a las praerias mas altas, a los praos de los
invernales, en ese tiempo- y una vez acabados los trabajos de las zonas bajas,
de los praos de la “mies”- todas las familias nos desplazábamos a esas
praerias, donde durante un tiempo mas o menos largo,- todo dependería de los
terrenos que cada familia tuviese en esos lugares. La rutina que siempre se
seguía para acudir a ese trabajo -por lo
que yo recuerdo en mi familia -era
siempre la misma. Una vez acabados los trabajos en los praos del pueblo, se
subía a los mas cercanos en la distancia, por ejemplo, yo recuerdo que mi
familia primero acudía a las praerias de la Espina. Estos prados no eran
costosos en distancia, pero los que conozcan esas subidas por esas peñas de la
Espina, -que en nuestra zona son todos los vecinos- saben que su subida por unas peñas con un sol
y un calor inmisericorde, sin una mala sombra bajo la que poder descansar un
rato, es algo de lo mas agotador, si a
esto le añades que siendo la peor hora de subida, esta se hacía cargadas con los cestos del
cocido, los panes, y alguna vitualla mas que fuese necesaria, no lo hacían mas
fácil precisamente. Yo con quien mas tengo el recuerdo de esas subidas es con
mi tía Azucena, la mas joven de la familia, y que aun no se había casado por
esas fechas. Y otro de esos recuerdos es de lo mucho que ella odiaba esa
subida, siempre le escuché decir que prefería mucho mas cualquiera de los otros
lugares a los que tocaba acudir una vez acabados los trabajos en este, ¡¡No
soporto esta peña!! Ni el calor que mandan estas piedras!! Prefiero mil veces
subir a “Saldellamu” estará el doble de distante, pero por lo menos te puedes
sentar a descansar a la sombra de algún avellano o de algún fresno. Mi tía tenía su buen genio, todo hay que
decirlo.
Y después como digo, tocaban las praerias mas alejadas, así entre días de un calor sofocante, y otros
nublados, transcurrían los veranos de la hierba. Sin embargo, por mucho que
costasen esas subidas( como digo a la hora que mas calentaba el sol) siempre
eran preferibles a que el tiempo fuese nublado o lluvioso, pues en este caso el
tiempo de estos trabajos se eternizaba. Todos estos recuerdos que relato, son
recuerdos de la niñez, pues los que entonces éramos niños no nos librábamos de
“prestar” una ayuda a los trabajos de los mayores, eran tiempos en que se nos
enseñaba que los trabajos se aprendían desde pequeños, y nunca nos faltaron donde
emplear nuestro esfuerzo. En esas caminatas a los praos mas altos también había
tiempo para compartir comentarios entre las gentes que nos encontrábamos por
esos senderos y camberas. Hay que decir que siempre a esta hora las que acudían
eran las mujeres de la casa, a ellas les tocaba quedarse preparando la comida que
había que llevar una vez cocinada a los hombres que ya estaban en los prados
desde una muy temprana hora de la mañana, por eso esas subidas se hacían a la
hora que mas calentaba el sol, y si el día estaba nublado, igual, pues en
esos días se aprovechaba para otros quehaceres, por ejemplo, había que
escoge todo aquello que el ganado
pudiese desechar… escajos, helechos, “ mastrantos”… para esos trabajos eran
para los que mas nos utilizaban a los críos, también para pisar la hierba en
los pajares…ir en busca de agua a las fuentes cercanas… o lejanas, que de todo
había.
En honor a la verdad, los que éramos unos críos en aquel
tiempo tampoco nos lo pasábamos mal, chavalería había en abundancia, y a todos
nos mandaban los mismos trabajos, de estos no nos librábamos nadie, pero
también teníamos nuestros ratos para los juegos, hay que tener en cuenta que la
mayoría de las familias tenían sus invernales unos cercanos a los otros, por lo
menos los que estaban en la misma
vertiente, otros no, otros podían estar en terrenos mas alejados, pero
en todos ellos los niños acudíamos en
ese tiempo junto con nuestras familias, incluso había algunas de estas familias
que se pasaban todo el tiempo de la agostada sin bajar a sus casas del pueblo,
aunque estas eran las menos.
Por las tardes, cuando todo el mundo bajaba de los praos,
era cuando la chavalería aprovechábamos para nuestros juegos, hay que
tener en cuenta que las tardes veraniegas se alargan mucho, y aunque había que
cenar pronto, pues tampoco nos podíamos acostar muy tarde, dado que al día
siguiente había que madrugar, no por ello dejábamos de aprovechar esos ratos al
atardecer para nuestros juegos.
Lo bueno
que tenía el verano es que no había escuela, algo que ninguno echábamos en
falta. Y no es que durante el tiempo de escuela lo pasábamos mal, claro que en
aquel tiempo el que las maestras nos castigasen con algún “reglazo”( pues
solían tener la mano muy larga) o con
ponernos de rodillas, o con cualquier forma que se les ocurriese para que no
nos desmandásemos mas de la cuenta, también se aprendían otras muchas cosas. Es
el primer lugar donde empiezas a saber lo que es la amistad, a valorar el
compañerismo, yo particularmente pienso que, aunque tuviésemos nuestras peleas,
los críos somos los primeros que nos olvidamos de ellas, ¡¡Como van a durar
mucho los enfados si precisamente al cavo de un momento es a quien vas a
recurrir para tus juegos!! Claro que hoy día, con las cosas que se escuchan del
tan llamado acoso infantil, te resulta muy difícil identificar a esta
chavalería que maltrata con bastante sadismo, a unos niños, por el simple hecho
de hacerle la vida imposible, con los críos de nuestros pueblos de mis años de
escuela. Peleas como digo había, pero para eso estaban nuestros maestros, siempre pendientes de que nadie se
desmandase, y también recuerdo como en algunas ocasiones a los contrincantes
les obligaban a pedirse perdón y darse la mano.
Como todo en la vida, nada es
mejor ni peor, eran unas escuelas en las
que había mucha masificación, pues también había muchos niños, sin embargo
nuestro aprendizaje fue muy bueno, dadas las carencias que había, y había algo
que creo que falta bastante en estos tiempos tan repletos de nuevas tecnologías
¡había respeto!, pero tal vez de eso ni siquiera tengan la culpa los propios
chicos, pues la enorme permisividad que tienen los críos de ahora está a años
luz de las normas que se nos daban a nosotros. Hoy los chicos no juegan al
juego de “ a la una la mula.” O a las canicas, os acordais? Era aquello de…”bola,
pié, matute, y guá el “gua” era cuando había suerte y la canica entraba en el hoyo, si no, a esperar
que al que le tocase la siguiente jugada no fuese mas hábil que tu y te ganase
la partida. Creo que los chicos de ahora no los conocen, se perderán como otros
muchos juegos mas. Hacen mas deporte,
pero es porque tienen sus profesores y buenos polideportivos. Nuestros deportes
nos los proporcionaban todo lo que trabajábamos desde muy pequeños ayudando en
nuestras casas, y los ratos libres los pasábamos con los juegos que nosotros
mismos nos inventábamos.
Que nadie lo vea esto como una crítica, son solo las
reflexiones de cómo nos han cambiado los tiempos, por supuesto tanto antes como
ahora habrá de todo, ni antes eran tan malos esos tiempos, ni los de ahora son tan
buenos, los avances están ahí, y eso no lo para nadie, otras cosas… bueno ya
veremos, yo solo he querido hacer memoria de unos años en los que como en la
primera parte de este relato, que se publicó hace un tiempo, esos recuerdos de
cuando éramos niños, no se pierdan del todo, pues como niños que fuimos también
tuvimos unas vivencias que pasados los años nadie recordará nada de ellas, y si
esto que queda escrito a alguien le da
de vez en cuando un repaso, alguno de esos recuerdos podrá salvarse, por lo
demás adelante con el progreso, pues nos ha traído un sinfín de cosas muy
buenas.
UN
SALUDO DE MARY PÉREZ. DE CELIS. PD:
He tenido algunas dificultades para encontrar fotos de antiguos juegos infantiles, es comprensible, dado el poco material fotográfico de hace años. Seguramente alguna habrá, en algunas familias se podrá encontrar alguno de estos recuerdos, pero como digo, es dificultoso dar con ellos. De todos modos, y aunque algunas de las fotos del reportaje ya han sido utilizadas en otros árticulos, no por ello es menor el gusto por contemplarlas, al fin y al cavo son los recuerdos que nuestra memoria podrá conservar, y no por que sean repetidos van a perder nada de su valor. Y de las mas actuales, pues podremos tener tambien un recuerdo de ellas cuando pasen los años.
Cuanta historia real tiene tu comentario y digo real por el parecido con mi vida, con mi historia que viví en mi Galicia Juan Luis Dapena
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