Antigua taberna de la familia del Pozo, Puentenansa |
El meson de Celis recuerda a las antiguas tabernas |
Con este recuerdo quiero hoy, con este medio de difusión tan importante como
son las redes sociales, y a través de los miles de seguidores con que cuento en
mi blog, se le dé mucha más categoría, o…. mucha más importancia, a esas personas, que hace
tantos años nos acompañaron, desde aquellas antiguas tabernas, y que fueron
para los vecinos de su pueblo mucho mas que un dependiente, fueron amigos
solidarios en muchas ocasiones, los cuales seguramente sabían mucho de
escaseces y necesidades, también de ratos de tertulia sin más, de charlas en
las que la mente se relajaba ante unos vinos, muchas veces acompañada la
persona por el propio tabernero.
Por eso este relato quiero que sea como un pequeño homenaje
a quienes hace ya muchos años se fueron de nuestras vidas en las que dejaron
muy buenos recuerdos, estos eran los taberneros de antes. El único pesar que me
queda, después de haber redactado este relato, es el poquísimo material
fotográfico que he podido reunir de aquellos bares y tabernas de hace años.
Casa Cholo fue siempre un referente en la xona del nansa (Cosio) |
De
todos modos, si al leer este recuerdo, de lo que fueron las vidas de estas
personas y de sus familias hace tiempo, yo me sentiría muy agradecida de que
alguien me pudiese proporcionar alguna de esas fotos, que seguramente se conservan
en alguna caja en vuestras casas, pues estaría encantada de ir incluyéndolas en
el relato a medida que estas me fuesen llegando. Solo
quiero que vieseis en este reportaje, un recuerdo, y un reconocimiento, para
que ( como digo en otro lugar) su memoria no se olvide, y la juventud que no
conoció, y no vivió aquellos años, tenga algunas referencias de lo que
significaron esas personas en nuestras vidas y en nuestros pueblos ¡En todos
nuestros pueblos,! Y también de cualquier lugar que se pueda identificar con
estos taberneros. Pero muy especialmente
en la zona del Nansa, que es lo que yo más puedo conocer.
Casa Andres, en Celucos |
Con mucho gusto pasó a trascribir el artículo que publiqué en su día.
TABERNEROS …LOS DE ANTES!!
Es verdad ¡¡Que taberneros aquellos de antes!! Yo no puedo hablar de lo que no conozco, pero
de lo que si he conocido, si puedo decir con toda propiedad, ¡Que buenos
taberneros aquellos de antes!
Tengo comprobado que los artículos que más gustan a la
gente, son aquellos que hacen referencia a las cosas que vivimos hace años.
Sera porque con los años, estos recuerdos se vuelven borrosos, y solo hace
falta que alguna vez les demos un repaso para que nos traigan a la memoria
aquellos hechos que al fin y al cabo formaron parte de nuestra vida. También formaron parte del ir y venir de
nuestra comunidad, y de la comunidad de cualquiera que al leerlos, se sienta
identificado con cualquiera de ellos.
Y desde luego si alguien así puede dejar mucha historia en
nuestros pueblos, estos son aquellos taberneros de antes, custodios de muchos
secretos y muchas confidencias, junto a la toma de unos “chatos” de vino, fiadores de algunas deudas, seguramente
también pacientes escuchas de algunos desahogos, de algunas preocupaciones, y
como no, consejeros fiables de que una taberna era mejor como lugar de
convivencia, de sanos encuentros, y nunca lugares de grescas y de vinos
peleones.
Pues bien, seguro que en nuestros pueblos, (pondré como
ejemplo al mío, Celis, que como siempre digo, es el que más conozco) hemos
tenido unos cuantos propietarios de esas tabernas. Ahora bien, me gustaría que cada lector
situase su memoria y su pensamiento en los personajes de sus propios pueblos,
entre los que seguramente encontrará muchas situaciones similares a las
nuestras, en los antiguos taberneros que conocieron y trataron hace muchos
años.
No quiero confundir a la gente, por que diga “taberneros los
de antes”. Yo no quiero quitarle ningún mérito a los propietarios de los bares
que tenemos actualmente, porque precisamente ahí está la diferencia. Hoy la palabra `tabernero` es que hasta ha
caído en desuso, son dueños de tal o cual bar, o para dar más categoría a la
palabra, se les conoce como Empresarios de la hostelería. Desde luego el nombre no deja de tener su
empaque. Lo que no relaciono yo, es la vieja taberna que conocí desde muy
pequeña, con los modernos locales, en el
mismo lugar de aquellas, y que actualmente están regentados por los hijos
primero, y actualmente por los nietos de aquellos antiguos taberneros, leyendas
vivas del ir y venir de la historia de sus parroquianos.
Restaurante la Portilla en el tiempo de Amparito y Francisco '' Quico'' |
Empezaré por la tienda del Tío Julio,( lo de tienda era el
nombre con el que también eran conocidas las antiguas tabernas) y la aclaración
es obligada, dado que, si bien las tabernas hace muchos años, eran en los
pueblos lugares reservados casi exclusivamente a los hombres, no dejaban de ser
donde el resto de la gente del pueblo se abastecía de todo aquello que se
necesitaba para el consumo de la familia. Por eso las tabernas de los pueblos
eran también tiendas para todo, algo que se complementaba perfectamente.
De la tienda del tío
Julio, o tienda la Portilla, me ha quedado el recuerdo de un mostrador muy
alto,( seguramente lo de alto seria porque yo era muy pequeña) de madera al fondo
del local, con unas viejas estanterías, también de madera, combadas por el peso
de las botellas, o de los demás usos que se les daban. Justo debajo de estas
estanterías, unas cubas incrustadas bajo
sus tablas, con un tubo tapado con un gran tapón de corcho, servía
para verter el vino en unas jarras o en botellas, con un embudo coloreado por
su uso, con las que era servido el vino en el mostrador, o comprado para el
consumo en las casas.
Restaurante la Portilla en la actualidad |
El tío Julio solía tener a la vista cualquier cosa que se
precisase, como cajas de cerillas, velas que daban un fuerte olor a cera,
cajetillas de tabaco, tubos de aspirinas, ovillos de cuerda de “guita” tan
precisa para el amarre de los chorizos en las matanzas. También
sujetas en unas puntas entre las juntas de las estanterías, había colgadas botas de vino, ristras de ajos, o de
pimientos secos… algunas boinas, o algún sombrero, rollos de alambre… en el techo, sujetas
asimismo por algún clavo, creo recordar, cestos de mimbre, o alguna “triguera,” también pequeñas “maconas” cordeles, o
“jaretos” de los que se usaban para sujetar la hierba en los carros. También
los llamados “jarmosos,” que eran marmitas de reluciente aluminio y de variados
tamaños… Un sinfín de utensilios con los que la gente del pueblo podía abastecerse
de lo más necesario en una casa de labranza como eran la mayoría del pueblo en
aquellos años. Además de esto, en la tienda del tío Julio se podían comprar
algunos comestibles, ( pocos) el surtido era muy sencillo, algunas cajas de
galletas, algún paquete de café, creo recordar también la venta de algunos
productos a granel, como podrían ser, harina lentejas, alubias… pero poco mas,
en esto había mucho mas surtido en otra de las tiendas del pueblo. La de Jesús
el pasiego.
De Amparo su mujer, la recuerdo trasteando en la cocina
apenas vislumbrada desde la parte de fuera del mostrador. Son recuerdos ya muy lejanos, pues del tío
Julio, que era ya bastante mayor, siendo yo una cría, tengo en la memoria, como
cuando me mandaban a buscar algún recado a su tienda, inclinaba su alta
estatura por encima del mostrador ( al que yo no llegaba) para preguntarme –¡Haber
mozuca, que te mando a buscar tu "guela!"- Estos o
algunos parecidos, son los recuerdos que yo puedo conservar del tío Julio,
pues debía de tener entre ocho o diez
años cuando él murió, quizás alguno más, pero no lo recuerdo.
De lo que si tengo muy vivo en la memoria, es de cómo
aquella antigua taberna, se transformo cuando su hija Amparito, junto a Francisco,
su marido,- Quico el de la Portilla,- como siempre se le conoció, se hicieron
cargo del negocio de sus padres cuando a estos les llegó la edad de la
jubilación, o tal vez la carga de los
años, pues para mí que a estas gentes de antes solo los jubilaban los muchos
años de trabajo, y que el cuerpo ya no daba más de sí.
Con la remodelación del nuevo local, la antigua taberna del
tío Julio, paso a ser un bar bastante moderno para aquellos años, perdió su
aire de tabernona oscura, con sus vigas renegridas por el humo de los muchos
cigarros fumados a través de tantos años por sus parroquianos, con aquellas
viejas sillas de madera, donde alrededor de unas cuantas mesas, los hombres
pasaban el rato jugando alguna partida a las cartas, dejando pasar el tiempo,
sobre todo en las tardes invernales. En
estas partidas no se jugaba dinero,¡ no lo había,! si acaso algún vino que pagaban
los que perdían, y poco mas, yo recuerdo como mi padre, al que le gustaba jugar
unas partidas a las cartas como al que mas, en los pocos ratos de ocio que el
trabajo le dejaba, al no ser mucho de vinos, solía canjear sus ganancias(
cuando ganaba) por unos caramelos, o por algún paquete de galletas, de aquellos
paquetes que todos recordareis tubulares, de diez galletas “”María” que era
como se vendían en aquellos años, y nos los repartía a mis hermanas y a mí,
sentado a la mesa de la cocina esperando la cena, mientras mi madre, con su
sempiterna labor de punto entre manos, siempre rezongaba por aquel “vicio” de
mi padre de jugar a las cartas.
También recuerdo cuando alguna noche al
llegar, mientras nosotras esperábamos
expectantes el reparto, mi padre se
hacia el desentendido, y entonces mi madre- no sin cierta malicia- nos decía,
¡¡ala crías, volver a jugar que papa hoy perdió.
Volviendo al cambio que esta vieja taberna experimentó,
fueron los nuevos dueños, Francisco y Amparito quienes lo hicieron posible, y
aquella transformación no le restó nada de su habitual acogimiento, ello se
debió en parte, a que Quico supo ganarse
muy pronto la confianza de los parroquianos, era muy bromista y bastante
“chungón” y a veces sus bromas sentaban mal a los mas quisquillosos, pero el si
alguno se enfadaba más de la cuenta, optaba
por contemporizar, y sin darle mayor importancia al asunto, esperando que todo
se calmase le Francisco tenía algo que suele
ser un buen principio, y era que sabía atraerse a la juventud.
A veces, cuando no andaban bien de dinero
podía fiarles, en el convencimiento que
estos mismos chavales en cuanto podían, saldaban con el su cuenta, y nunca
nadie se enteraba de sus eventuales apuros económicos. También les daba buenos consejos, y cuando
marchaban a la “mili”, no les faltaron unas pesetas en sus bolsillos, o alguna
remesa de dinero cuando éstos, alguna vez, les escribieron alguna carta, en la que
dejaban entrever que pasaban alguna necesidad que otra.
Junto a Quico, su mujer Amparito, también supo de un trabajo sin horas, arrastrando una dolorosa dificultad física, sacando adelante el trabajo de un comedor en el que nunca faltaron clientes, era una cocina sencilla y muy de pueblo, pero por lo que yo pude comprobar en alguna ocasión, abundante y con una apetecible presentación. Lo que sí tuvo siempre Amparito era un vivo genio con el que nunca se mordía la lengua cuando lo sacaba a relucir. Solía ser el contrapunto de Quico, su marido, al que si había que soltarle la bronca por algún motivo, Amparito no se cortaba ni un pelo. A su favor estaba que de su casa jamás se marcho nadie sin comer, fuese a la hora que fuese, y muchas de estas comidas, eran a gentes que se podían presentar a horas intempestivas, pero que estos comprendían que sería por algún motivo ajeno a ellos. Seguramente allá en su cocina, Amparito rezongaría un rato, pero ella les daba de comer.
Eran tiempos en los que
estos chavales toda su dependencia, dependía de sus padres, y estos, al que mas
y al que menos seguramente tenían en casa muchas necesidades que cubrir,
¡aquello si eran crisis! Pero haber donde iban a quejarse. Su vuelta a casa
suponía una boca mas que alimentar, pero también una ayuda para sus padres, pues cuando se acababan los
trabajos más perentorios, sobre todo los de verano con la hierba, salían a
buscarse la vida en cualquier otro trabajo, por sacrificado que este fuese.
Junto a Quico, su mujer Amparito, también supo de un trabajo sin horas, arrastrando una dolorosa dificultad física, sacando adelante el trabajo de un comedor en el que nunca faltaron clientes, era una cocina sencilla y muy de pueblo, pero por lo que yo pude comprobar en alguna ocasión, abundante y con una apetecible presentación. Lo que sí tuvo siempre Amparito era un vivo genio con el que nunca se mordía la lengua cuando lo sacaba a relucir. Solía ser el contrapunto de Quico, su marido, al que si había que soltarle la bronca por algún motivo, Amparito no se cortaba ni un pelo. A su favor estaba que de su casa jamás se marcho nadie sin comer, fuese a la hora que fuese, y muchas de estas comidas, eran a gentes que se podían presentar a horas intempestivas, pero que estos comprendían que sería por algún motivo ajeno a ellos. Seguramente allá en su cocina, Amparito rezongaría un rato, pero ella les daba de comer.
Hoy su hija Belén junto a su marido Jorge, siguen la
tradición (no tabernera) pero si hostelera, en el nuevamente remodelado
Restaurante, “La Portilla” Pero pasados
los años esta será otra historia, solo que esta historia seguramente serán
otros quienes la cuenten.
De la taberna de Jesús el “Pasiego” y Catalina su mujer, se
podía decir poco más o menos. Lo que variaba aquí, era la distribución del
local. Este estaba situado en la planta baja de la magnífica casa familiar de
vivienda. Aquí, además del mostrador de madera, sus
estanterías de bebidas, y las imprescindibles cubas del vino que se servía a
granel, tenía un apartado para tienda, y
en ella, además de los comestibles muy bien alineados en sus estanterías, había
un lugar muy bien delimitado, donde Jesús el pasiego en otras estanterías de
madera, pero mucho mas artísticas, exponía un montón de piezas de telas. Todo un
lujo en una tienda de pueblo en aquellos años, y que permitía a las mujeres,
poder confeccionar las ropas necesarias, sobre todo para el uso diario. En este
comercio se vendían piezas de sábanas, cortes de pantalones,- estos sobre todo
de aquella tela de “mahón” que era la
más usada para confeccionar los pantalones de diario de los hombres, piezas de telas para manteles.
La Capellania, antigua casa-taberna del pasiego, mas tarde de Memes y Remedios |
También se podían encontrar una buena
variación de las llamadas “pisanas” que al decir de mi abuela, que como modista
era bastante entendida, eran de muy buena calidad. Con ellas las mujeres confeccionaban, o
mandaban confeccionar, los vestidos de diario. Porque entre estas telas que vendía Jesús el
pasiego, también había algunos lujos, estas podían ser las de algunas telas que
por no poder estar al alcance de las escasas economías de aquellos años, se
compraban solo cuando la ocasión lo pedía.
Para las fiestas más señaladas, para las bodas, para si había que
emprender algún viaje...
Antiguo portalon de baile o Salon de Memes |
En la tienda del pasiego, que como he señalado en alguna que
otra ocasión, se podían encontrar las más variadas cosas, era sin lugar a duda
el comercio que mejor abastecía las necesidades, no solo del pueblo, también
los pueblos de los alrededores encontraban en este comercio todo lo necesario,
sin tener que desplazarse a otros lugares más alejados, - dado que entonces no
se contaba ni de lejos con las facilidades con que ahora cuentan las familias,
que pueden tener en su casa para cualquier desplazamiento, uno o varios coches
a su disposición,- este comercio, con el gran surtido de que disponía,
facilitaba enormemente la vida de sus clientes.
En casa del pasiego, además de las telas, no faltaban los
complementos, tales como los detalles de mercería, con sus hilaturas,
pasamanerías, corchetes, automáticos, piquillos, galones, hilos para repasar, aquellos hilos de carretes, de una gran
resistencia, también un buen surtido para bordados… con ser esto mucho, estas
mercancías se incrementaron mucho mas, cuando en la tienda del pasiego tomaron el relevo su hija Remedios y Memes, su
yerno, un hombre de una gran iniciativa, que además de darle un gran vuelco al
local, continuarían modernizarlo y
abasteciéndole de multitud de otros productos, tales como un buen surtido en
ferretería, droguería, bisutería, ropa interior, por supuesto comestibles de una mayor
variación. Desde luego no seríamos justos si no le reconociéramos a Meme y a
Remedios, las muchas mejoras que introdujeron en su negocio cuando al jubilarse
su padre, se hicieron cargo de este.
Aquel “Portalón” que tanta fama dio a nuestro pueblo en los
días del pasiego, se multiplicó por mucho con el interés que Memes se tomó en
aquel salón de baile, costeando de su propio bolsillo un moderno tocadiscos
para el que cada temporada nos compraba a la juventud de Celis, las últimas
tendencias.
Mucho antes de esto, su suegro tuvo el gran mérito de acondicionar
el local que sería desde los primeros años de su andadura, en los años
cuarenta, el mejor punto de encuentro,
de todas las generaciones, de la juventud de toda la zona. Y aunque el
aparato de música de los tiempos del “Pasiego” seria de lo mas rudimentario, no dejó de ser
un gran principio, que mas adelante Memes, con su gran interés por este salón de baile,
cambió por otro mucho más moderno, consiguiendo que este fuese un inmejorable
lugar de diversión. Un lugar en el que jugábamos siendo críos en
los días lluviosos del invierno, y estorbando a las parejas de bailarines en
las tardes de los domingos, cuando corríamos entre ellos a jugar a pescarnos
unos a otros. No hay que olvidar que en el portalón del pasiego la entrada era
de total libertad para todo el mundo. Estos juegos darían paso con los años a
nuestros primeros intentos de baile, y como se dice ahora, a nuestros primeros
“ligues,” con lo que se iban completando esos ciclos que se sucedían año tras
año, cuando las nuevas “hornadas” de chavalería venían empujando a las
anteriores.
Nunca podremos olvidar, las numerosas generaciones
juveniles, todo lo que – primero el “Portalón”- y mas tarde el estupendo Salón
de Memes, supuso para (y lo digo sin exagerar) una gran parte de nuestra
provincia, pues de ello dan fe las numerosas parejas que se fueron formando
entre la multitud de jóvenes que se desplazaban cada domingo a este lugar. Hoy estas parejas, ya abuelos, siguen
viniendo por el pueblo donde tal vez recuerden a esos nietos, que aquí empezó
lo que ahora es su vida.
El salón del pasiego, fue siempre muy aprovechado para cualquier
evento. Aquí se debatían los concejos comunales,
también en la Cuaresma de hace años, al no permitirse el baile, se aprovechaba,
los domingos para que la juventud tuviese un lugar de encuentro, y se buscaban
las formas de suplir dicho baile con otras alternativas, para las que, desde
luego, ideas no faltaron nunca.
Este local servía también para que aquellos teatros ambulantes,
que cada cierta temporada recalaban en nuestros pueblos, pudieran montar en él su escenario, en el que
interpretaban las obras de los dramaturgos más famosos. Con los años y ya en la era de la televisión,
muchos recordaríamos aquellos comediantes, y lo mucho que con ellos aprendimos,
viendo muchas de estas mismas obras, recreadas por los mejores actores de la
pequeña pantalla.
Restaurante Casa Jandro |
Durante bastante tiempo, y una vez jubilados Memes y Remedios, su hija María
Paz, junto a su marido Fonso, se hicieron cargo del negocio familiar, con lo
que como digo, estos comercios tuvieron, y tienen, toda la confianza y la
solera que dan estas sagas familiares, en las que el buen hacer se lleva en la
sangre. Hoy este comercio está cerrado al público como
bar, y se ha convertido en un bonito museo, que puede ser contemplado por aquellas
personas que quieran pasar sus vacaciones, pernoctando en la casa rural que es
ahora la vivienda familiar. El antiguo
“Portalón ”siguió siendo durante unos años más, una estupenda sala de fiestas,
que en nada envidiaba a la de cualquier villa o capital, mucho más importante
que nuestro pequeño pueblo. Sin embargo
a este salón también le llegó su cierre, la juventud se buscaba otros lugares más
alejados, los tiempos fueron cambiando.
Hoy este antiguo “Portalón,”
sirve para otro menester, también muy necesario en nuestro pueblo. Son nuevos tiempos y nuevas costumbres.
La taberna de Jandro y Rosina, se encontraba(aun se
encuentra) a la salida del pueblo en dirección carretera de Pesues. En el
barrio de la “Coterona” y era otro de los lugares de esparcimiento de las
gentes de Celis más visitados. Su buena bodega tenia justa fama, Rosina era una cocinera muy apreciada por todos
aquellos parroquianos que acudían a esta taberna-bodega. Dicha clientela también le venía dada por los
muchos concursos de bolos que se celebraban en la bolera que estaba situada,
cruzando la carretera, justo enfrente de su taberna, y que era también
propiedad de Jandro y Rosina.
Platos muy variados y apetecibles en Casa Jandro |
El juego de los bolos, ha sido una afición muy arraigada
desde siempre en la Comarca del Nansa, raro
será el pueblo, grande o pequeño, que, -sobre todo en las tardes veraniegas-
cuando las faenas del campo, o cualquier otra obligación se lo permitiera, que
estos parroquianos no acudiesen a la bolera de Casa Jandro, en la Coterona,
para pasar unos buenos ratos practicando unas “tiradas” a los bolos, tiradas
que se compensaban consumiendo unos vinos de la apreciada bodega de la taberna
de Jandro y Rosina.
Puentenansa, Casa Fidel, una casa con mucha solera |
Como la taberna del tío Julio, y la de Jesús el pasiego, con
los años también Jandro y Rosina, dieron paso a su hila Mary y su yerno
Serafín, los cuales también realizaron en este local una importante obra de
remodelación. Hay que tener en cuenta, que los nuevos propietarios, que al
final, después de hacerse cargo del negocio familiar, eran también la familia más
directa de estos, lo que más les interesaba era facilitar el trabajo, con unas
mejoras que ya resultaban imprescindibles para un mejor funcionamiento de dicho
negocio. Y así fue durante bastantes
años, en el que este restaurante contó con una gran clientela, a la que Rosina,
con su enorme vocación de cocinera, colaboró, y fue una gran ayuda para su hija
y su yerno todo el tiempo que su salud se lo permitió.
Taberna y restaurante de la familia Cossio (Camijanes) |
Hoy todos estos antiguos negocios familiares, que pasaron de
padres a hijos, son sus nietos quienes, de una forma o de otra continúan con
ellos, y digo de una forma o de otra, porque ninguno de ellos seria reconocido
en aquellas viejas tabernas, ni siquiera en el nuevo aire que les dieron sus
padres años atrás, y que todavía tuvieron en sus años de recorrido, un término
medio entre la vieja “tabernona” de sus abuelos, y los modernísimos
restaurantes que ahora dirigen sus nietos, unas tabernas que fueron pasando a
sus hijos y nietos, y donde muchos clientes vimos como aquellos viejos y entrañables taberneros,
fueron pasando a sus hijos,- y un tiempo después a sus nietos,- con el delantal de mando, los recuerdos de
toda una vida, muchas horas de trabajo, y el recuerdo de su compañía y su buen
hacer.
Para finalizar, he recabado los nombres de algunos de
aquellos viejos taberneros, que quedan todavía en la memoria de los mas
veteranos de la zona. Entre ellos me dan nombres como´, Teodorín de Polaciones,
El Rubio de Carmona, Pilar y hermanos del restaurante “ El Sindicato” en
Puentenansa. Tambien en Puentenansa, el bar tienda y restaurante de Maria Rosa,
así como el restaurante de Fidel y Adelina, Casa Cosme en el Arrudo, Casa Cholo en Cosio... Tabernas, Bares, Tiendas para todo en cualquier pueblo de toda la zona que como digo siempre quedaran en el recuerdo. Con el tiempo me gustaría incrementar este reportaje con todas aquellas fotos que me puedan hacer llegar, o que yo pueda encontrar.
Casa Cesar en Bielva, siempre ha tenido una cocina con mucha fama |
UN SALUDO DE MARY PÉREZ. DE CELIS.