Perteneciente al Municipio de Rionansa, y mas concretamente
al Concejo de Celis contamos con un monte que asciende por las laderas de la
llamada “Cuesta de Estolla,” y montes del “Táladru” así como la cara posterior
de las cuestas de “Saldellamu.” Dicho
monte cuyo arbolado conoció tiempos mejores, pero que así y todo no deja de ser
un importante conjunto de las mas variadas especies, tales como roble,
avellano, abedul, alisa… también algún castaño en su parte mas baja, espino,
algunas encinas en las partes mas rocosas, y los mas autóctonos y que se cuida
mas su conservación, como son el mítico
tejo, y el muy ornamental y decorativo acebo.
En dicho monte en lo mas alto y escondido de su espesura,
nace el rio de las Santanejas.
Es un rio corto en su recorrido, pero que tiene la categoría
de ser un afluente de otro rio cuya importancia le viene dada por desembocar en
el mar directamente, por ser amo y señor de su cauce, un cauce que no se lo cede
a nadie, sino que desde que nace hasta que entrega su caudal al mar, es dueño de todas sus aguas. Nuestro
río Nansa.
Con esta introducción a modo explicativo, hoy les quiero
hacer un relato de un recorrido que tiene como protagonista un lugar en tiempos
muy conocido, y hoy prácticamente olvidado, un recorrido que nace en la parte baja del monte “Baos,”
nombre por el que siempre le hemos conocido, y de su inseparable
compañero, el rio, un rio al que también siempre hemos conocido como rio de las
“Santanejas.”
Hoy que en tantos lugares de nuestra provincia la gran
afluencia de visitantes que acuden a nuestros pueblos nos hablan de los sitios
que descubren en sus caminatas, nos han hecho darnos cuenta de lo poco que
sabemos de nuestro entorno mas cercano, hemos recorrido durante tantos años
nuestras montañas, nuestros montes, nuestros invernales, nuestras cuestas y
senderos, que se nos olvido mirarlos, se nos olvido admirarlos, y se nos olvido
que éramos dueños de un entorno en el que es un privilegio vivir.
Claro que si
volvemos la vista atrás , ¡!Quien puede culparnos de que esto fuese así¡¡ Los
nuestros fueron años duros, no digamos los de los que nos precedieron. Esos
lugares que ahora nos parecen un paraíso, -ensalzado por los muchos visitantes
que tanto los admiran- fueron hace unos años(y en alguna medida todavía lo son
para algunos) lugares de trabajos muy sacrificados. Las familias ganaderas de
nuestros pueblos, vivieron en gran medida de ese trabajo del campo, el cual en
su parte mas costosa, se realizaba en las grades praerias de los lugares mas
altos de nuestros montes y montañas!
Quién no recuerda el esfuerzo de tantos
obreros, que una vez acabados los trabajos por relevos, de los que tenían la
suerte de poder trabajar en las dos Empresas que hace años podían dar
colocación a muchos de estos hombres,( porque que era una suerte, poder contar
con un trabajo fijo en alguna de estas dos Empresas) y como digo al finalizar
dicho trabajo acudir, sin un respiro, ni siquiera pasarse por casa, se encaminaban
a esas praerias donde su mujer sus hijos,
y cualquier otro de los miembros que componían la familia, llevarían
seguramente todo el día faenando con la hierba para que cuando él llegase se
pudiera recoger.
Y como digo era una suerte poder tener un trabajo que
complementase lo que se faenaba en el campo. Años antes de que estas dos
Empresas, de las que ya he hablado en otras muchas referencias, empezasen su
caminar por nuestros pueblos, acogiendo un buen número de obreros del Concejo,
y de otros pueblos cercanos, la mayoría de las familias veían como muchos de
sus hijos, tenían que salir fuera de sus pueblos, en muchos casos lejos de su
provincia, cuando no de su nación, a buscarse una mejor vida. No todos
aceptaban marchar lejos, dejando atrás sus raíces, y estos fueron los que mas
supieron de una vida del campo, a la que no le podían restar nadie de la
familia ni un momento de esfuerzo, pero que también con ese mismo esfuerzo
lograron salir adelante
A mi espalda ya perdido entre el monte y los peñascos el prao de las Santanejas |
Hoy todos nos hemos hecho mayores, la gran mayoría de
aquellos costosos trabajos ya no lo son tanto,
unas buenas pistas para llegar a lo mas alto de nuestros montes e
invernales, se hacen con potentes todoterrenos, o con los muy socorridos
tractores que tanto facilitan estos desplazamientos, por eso mi mejor recuerdo
para tantos hombres y mujeres que se dejaron los mejores años de su vida en
caminatas agotadoras, mi recuerdo a todos aquellos hombres que a la amanecida
salían de sus casas con el “dalle” al hombro para cuando el sol empezase a
calentar tener unas cuantas “Jazas” segadas y listas para ser “tresnadas”. Y mi
recuerdo a tantas mujeres que en grupos salían de sus casas a la hora que mas
calentaba el sol, para que con los cestos a la cabeza y alguna bolsa en las
manos emprendían las subidas por esas cuestas para llevar los cocidos a sus
maridos hijos y hermanos que llevaban desde tan tempranas horas faenando en las
praerias mas altas.
Fueron años duros y
trabajados, pero también fueron años de recuerdos familiares, recuerdos que se contaban en esas “sentadas”
a la sombra de los “fresnos”, cuando toda la familia se reunía para dar cuenta
del cocido y el compango. Eran recuerdos y anécdotas que se transmitían de los
abuelos a los hijos y los nietos, algo que yo siempre valoraré por lo mucho que
de ellos aprendí, y si de algo de aquello me puedo sentir orgullosa, es de que
esto queda escrito y pasados muchos años algunas personas con un sentimiento
verdadero de sus orígenes podrá repasar y conocer.
El río que hoy
quiero describir, fue hace muchos años un río por el que corrían hermosas
truchas y enormes anguilas, de estas si algo se me quedó grabado de mis años
infantiles, eran los tremendos sustos que nos daban a mi y a mis amigas y
compañeras de escuela, cuando por las tardes después de salir de clase,
nuestras madres –que no querían vernos ociosas- nos mandaban a buscar unos “coloños”
de “tarmaos,” y allá íbamos una buena
reata de chavalucas, que la verdad no se nos hacia costoso, después de todo era
una forma como otra de pasar el rato, y el camino que nos llevaba hacia el
monte no era de difícil recorrido, un poco de subida desde Celis a “Tabillas”,
luego el camino muy tirado hasta pasado “Ribolastra” y después una profunda
bajada hasta llegar al río, esto para unos críos que hacíamos el mismo
recorrido que los mayores hacia las praerias altas en la época de la yerba, no
era mas que un paseo, pero visto con la perspectiva actual, mándale hoy a
cualquiera de estos críos que tenemos de descendientes, hacer otro tanto, como
diría mi abuelo ¡!no están escorreaos¡¡.
Como digo los sustos que nos daban aquellas enormes anguilas
solo serian superados por lo muy sabrosas que estarían si las habríamos podido
pescar, lo mismo que aquellas hermosas truchas que contemplábamos en las
limpias y transparentes aguas del río de las Santanejas. Pero en aquellos años,
y a la velocidad que pasaban por nuestro lado cuando nos metíamos en aquellas
frías aguas- cuando el calor nos lo permitía,- nos parecían unas grandes
culebras que rozaban nuestras piernas, lo que provocaba en nosotras los gritos
mas estridentes.
Para cruzar de una parte a otra del río, había un puente
que, aunque bastante rudimentario, no estaba mal construido, dos muros de bien
armadas piedras daban sostén a unos fuertes tableros, y dos barandas paralelas que, aunque bastante
inseguras, daban algo de protección a ambos lados del puente. Hay que decir que
era de pequeña altura, lo que si tenía
era un buen ancho, pues a la otra parte del río, la que ya quedaba muy cerca
del monte, había unos buenos praos por el que algunas veces pasaban las vacas
con algún carro de hierva. Hoy todos
ellos han sido absorbidos por la maleza y el arbolado, pero la mayoría de mi
generación, bien nos acordamos del gran prao que tenía Pedro Cos al otro lado
del río, con su buena cuadra, en ese prao se pasaba este hombre muchos días del
año, pues además de dicho prao, sus vacas pastaban por el monte en total
libertad.
Todavia se puede contemplar el muro que sostenia los tableros y las pasarelas del puente. |
Mas arriba de el prao de Pedro había otros dos praos, esos ya muy
metidos dentro de la espesura del monte , pero en unos claros del mismo. Tenemos que tener en cuenta que los hombres
del campo de hace ya muchos años no desperdiciaban nada, todo aquello que fuese
aprovechable se aprovechaba, para las gentes que vivían del campo y del ganado
todo giraba en torno a ese campo y ese ganado, los inviernos podían ser largos,
y si algo les quitaba el sueño a estas
gentes que vivían de la ganadería, era que este se alargase mucho, con
la consiguiente falta de yerba en sus “pajares”, comprar la cebada cuando esta
yerba no alcanzaba, era algo que desequilibraba mucho sus economías, y las
ventas de los “jatos” solo se lo permitían cuando el dinero era necesario para
el sostenimiento de la familia, por eso no era nada extraño que allí donde se
podía roturar un trozo de terreno se desbrozase para ponerlo a producir. Sus nombres no eran muy originales, se
llamaban “el prau monte, y el praucu monte,” por aquello de que uno era mucho
mayor que el otro, tampoco el de Pedro tenía un nombre como para olvidar, “el prau de las Santanejas” o el “prau” de
Pedro Cos.
Hoy poco o nada queda de estos terrenos, las gentes que los
trabajaban y que vivian del ganado, todas han desaparecido, han pasado muchos
años. Años mas tarde de que estas
personas roturaran esos terrenos, sus
hijos ya trabajaban bien en las minas de la Florida o en la Empresa Saltos del
Nansa, con lo que ya las familias vivían con algo mas de desahogo, pero
todavía tendrían que pasar muchos años
mas, para que toda esta vida ganadera y de labrantío empezara a desaparecer, y
por esas cosas de la vida cuando todo empezó a perderse fue precisamente cuando
desaparecieron también estas Empresas, pues las nuevas generaciones ya no
estaban dispuestas a volver a una vida en el campo llena de inseguridades, con
unas trabas que cada día les exigían nuevas normas, normas que venían mandadas
por una mayor seguridad e higiene en el trabajo pero que también tenían que
hacerse a un costo que nadie parecía dispuesto a desembolsar, pues el campo
también exigía una sujeción por la que la gente mas joven ya no quería pasar.
En epoca de lluvias el rio baja con un gran caudal. |
Y
así fue como nuestros pueblos empezaron a ver como sus hijos tenían que
buscarse la vida lejos de su familia, un pueblo que nunca dejaron del todo, y
al que siempre regresaban en cuanto tenían ocasión. Y esta es la historia de que unos lugares por
los que siempre transitamos en nuestros años infantiles y juveniles, hoy solo
sean senderos intransitables, que solo la nostalgia de quienes tanto, los
anduvimos nos queden en el recuerdo, la naturaleza al final se cobra lo que es
suyo, y yo particularmente siento una gran pena cuando al escucharnos hablar de
estos sitios, nuestros hijos y mucho mas nuestros nietos, ni siquiera sepan
donde están. Por eso hoy en mi paseo diario, sin llegar al puente Rioseco, me desvié por la
cambera que baja a la canal de dicho puente, con la intención de sacar unas
fotos al cauce del río, un río que por algo le llamamos Rioseco, pues su cauce
apenas lleva unos charcos de agua, y eso si las lluvias han permitido que
lleguen hasta allí.
Como digo baje a sacarle unas fotos, y sin apenas
proponérmelo fui siguiendo por la vaguada al comprobar que el sendero estaba
bastante despejado. Mientras me paraba a sacar fotos no dejaba de pensar lo
poco que costaría trazar unas bonitas rutas siguiendo el cauce de este río con
unos senderos que lo harían transitable, y que serian unos preciosos paseos,
por lo menos desde el lugar de las Santanejas que describo, hasta su
desembocadura en el barrio de las Barcenas, donde entrega sus escasísimas aguas
al río Nansa. Una vez llegados a dicha
salida, poder seguir haciendo el recorrido, bien subiendo por el sendero de la
“Penilla” hasta Celis, o bien cruzando la pasarela que une el río con la
carretera de Celucos, llegarnos a este pueblo, y seguir por la misma carretera cruzando
el puente de la Herreria para volver al lugar de partida, Celis.
Toda esta ruta, que por cierto, en otros muchos lugares ya
se han puesto en marcha iniciativas para hacerlas recuperables, no se tardaría
en su recorrido mas allá de hora y media, un poco mas si se da la vuelta por
Celucos , y si se quiere contemplar la naturaleza que desde el mismo lugar del
antiguo puente de la “Santanejas”,- ya desaparecido - en pleno monte este nos ofrece. Hoy en ese
lugar los árboles crecen libres formando preciosas umbrías alrededor de las
frescas piscinas que el río forma en esta parte, una de las mas montaraces y
espectaculares, pues por esta parte
todavía el rio si que lleva bastante agua, un agua que no va mas allá del lugar
que a medio camino en su bajada hasta el puente de Rioseco , se traga otro de
los fenómenos de esta ruta, ¡La cueva “Riconoria”¡ una cueva que solo cuando
las lluvias son muy abundantes con grandes crecidas del río, esta se la cede al
cauce. Si no, esta cueva, cuyo tragadero de aguas es un misterio, reclama todo
lo que su boca puede tragar. Cuando era una cría bastante pequeña, y pasaba por
estos senderos con mi tía Azucena, a
echar las cabras al monte, por la noche
tenía pesadillas soñando que por la boca de aquella cueva, salían culebras que
allí tenían sus escondrijos.
En la boca de la cueva Riconoria desaparecen la mayoria de las aguas del rio de las Santanejas |
No quiero terminar el relato de este recorrido por una zona
tan bonita de nuestro pueblo, sin dar otra de las opciones que se pueden
seguir, y que asimismo enlazaría y haría mucho mas completo este
recorrido, este lo haríamos saliendo
desde Celis por lo que llamamos la “Catañera
Batian”, seguir por el desvío de “Tabillas”, camino de “Rivolastra”, en
su descenso hasta el río, para después, si
se quiere seguir por todo el cauce ya descrito , o volvernos otra vez por donde
vinimos. Esta ruta que cualquiera puede
hacer en plan de marcha hoy se puede hacer, pero contando con tramos muy
perdidos de estos senderos, incluso bastante inaccesibles, sobre todo por la
parte que sigue el cauce del río, aunque por la parte alta hasta Celis sus
senderos también tienen una buena falta de desbroce, están bastante abandonados.
Preciosa ruta que por la canal de Rioseco nos lleva hasta el rio de las santanejas |
Pues nada mas, hoy estos valles nuestros creo que – así como
en otras épocas nadie habría pensado nunca en ello- un fenómeno relativamente
nuevo, nos puede ayudar a que nuestros pueblos vuelvan a renacer, y este no lo
dudemos será el turismo, unas gentes que como ya he dicho otras veces, nos
están descubriendo los lugares tan espléndidos que nos rodean, nos comentan que
vivimos en unos paraísos que solo los que marcharon de estas tierras hace años
añoran y valoran.
Llegada de la senda de la canal de rioseco al rio nansa |
Pues no dejemos pasar
el tren. Yo viví en Liébana hace años y allí si que no lo dejaron escapar,
tampoco nos acomplejemos pensando que lo nuestro no es tan bueno como lo que
mas, cada lugar tiene sus encantos, y los nuestros si los sabemos aprovechar
son infinitos. Pues adelante , que los que podéis ponerlos en práctica sois muy
jóvenes, y desde luego que no queden por desidia las cosas sin hacerse, esta
ruta sería una buena forma de empezar. Después el camino del Táladro tampoco sería mala idea. Ya se que solo son eso, ideas, pero creo
que son muy buenas ideas.
Rio Nansa en su camino hacia el mar |
COMPLETA EL REPORTAGE UN BONITO ALBUN DE FOTOS DE ESTA SENDA:
UN SALUDO DE
MARY PÉREZ . DE
CELIS.
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