sábado, 21 de mayo de 2016

SENDA DEL RIO DE LAS SANTANEJAS




Perteneciente al Municipio de Rionansa, y mas concretamente al Concejo de Celis contamos con un monte que asciende por las laderas de la llamada “Cuesta de Estolla,” y montes del “Táladru” así como la cara posterior de las cuestas de “Saldellamu.”  Dicho monte cuyo arbolado conoció tiempos mejores, pero que así y todo no deja de ser un importante conjunto de las mas variadas especies, tales como roble, avellano, abedul, alisa… también algún castaño en su parte mas baja, espino, algunas encinas en las partes mas rocosas, y los mas autóctonos y que se cuida mas su conservación,  como son el mítico tejo, y el muy ornamental y decorativo acebo.
En dicho monte en lo mas alto y escondido de su espesura, nace el rio de las Santanejas.
Es un rio corto en su recorrido, pero que tiene la categoría de ser un afluente de otro rio cuya importancia le viene dada por desembocar en el mar directamente, por ser amo y señor de su cauce, un cauce que no se lo cede a nadie, sino que desde que nace hasta que entrega su caudal  al mar, es dueño de todas sus aguas. Nuestro río Nansa.
Con esta introducción a modo explicativo, hoy les quiero hacer un relato de un recorrido que tiene como protagonista un lugar en tiempos muy conocido, y hoy prácticamente olvidado,   un recorrido que nace en la parte baja del  monte “Baos,”  nombre por el que siempre le hemos conocido, y de su inseparable compañero, el rio, un rio al que también siempre hemos conocido como rio de las “Santanejas.”
Hoy que en tantos lugares de nuestra provincia la gran afluencia de visitantes que acuden a nuestros pueblos nos hablan de los sitios que descubren en sus caminatas, nos han hecho darnos cuenta de lo poco que sabemos de nuestro entorno mas cercano, hemos recorrido durante tantos años nuestras montañas, nuestros montes, nuestros invernales, nuestras cuestas y senderos, que se nos olvido mirarlos, se nos olvido admirarlos, y se nos olvido que éramos dueños de un entorno en el que es un privilegio vivir.

 Claro que si volvemos la vista atrás , ¡!Quien puede culparnos de que esto fuese así¡¡ Los nuestros fueron años duros, no digamos los de los que nos precedieron. Esos lugares que ahora nos parecen un paraíso, -ensalzado por los muchos visitantes que tanto los admiran- fueron hace unos años(y en alguna medida todavía lo son para algunos) lugares de trabajos muy sacrificados. Las familias ganaderas de nuestros pueblos, vivieron en gran medida de ese trabajo del campo, el cual en su parte mas costosa, se realizaba en las grades praerias de los lugares mas altos de nuestros montes y montañas!
 Quién no recuerda el esfuerzo de tantos obreros, que una vez acabados los trabajos por relevos, de los que tenían la suerte de poder trabajar en las dos Empresas que hace años podían dar colocación a muchos de estos hombres,( porque que era una suerte, poder contar con un trabajo fijo en alguna de estas dos Empresas) y como digo al finalizar dicho trabajo acudir, sin un respiro, ni siquiera pasarse por casa, se encaminaban a esas praerias donde su mujer  sus hijos, y cualquier otro de los miembros que componían la familia, llevarían seguramente todo el día faenando con la hierba para que cuando él llegase se pudiera recoger.

 Y como digo era una suerte poder tener un trabajo que complementase lo que se faenaba en el campo. Años antes de que estas dos Empresas, de las que ya he hablado en otras muchas referencias, empezasen su caminar por nuestros pueblos, acogiendo un buen número de obreros del Concejo, y de otros pueblos cercanos, la mayoría de las familias veían como muchos de sus hijos, tenían que salir fuera de sus pueblos, en muchos casos lejos de su provincia, cuando no de su nación, a buscarse una mejor vida. No todos aceptaban marchar lejos, dejando atrás sus raíces, y estos fueron los que mas supieron de una vida del campo, a la que no le podían restar nadie de la familia ni un momento de esfuerzo, pero que también con ese mismo esfuerzo lograron salir adelante   

A mi espalda ya perdido entre el monte y los peñascos el prao de las Santanejas

Hoy todos nos hemos hecho mayores, la gran mayoría de aquellos costosos trabajos ya no lo son tanto,  unas buenas pistas para llegar a lo mas alto de nuestros montes e invernales, se hacen con potentes todoterrenos, o con los muy socorridos tractores que tanto facilitan estos desplazamientos, por eso mi mejor recuerdo para tantos hombres y mujeres que se dejaron los mejores años de su vida en caminatas agotadoras, mi recuerdo a todos aquellos hombres que a la amanecida salían de sus casas con el “dalle” al hombro para cuando el sol empezase a calentar tener unas cuantas “Jazas” segadas y listas para ser “tresnadas”. Y mi recuerdo a tantas mujeres que en grupos salían de sus casas a la hora que mas calentaba el sol, para que con los cestos a la cabeza y alguna bolsa en las manos emprendían las subidas por esas cuestas para llevar los cocidos a sus maridos hijos y hermanos que llevaban desde tan tempranas horas faenando en las praerias mas altas. 

 Fueron años duros y trabajados, pero también fueron años de recuerdos familiares,  recuerdos que se contaban en esas “sentadas” a la sombra de los “fresnos”, cuando toda la familia se reunía para dar cuenta del cocido y el compango. Eran recuerdos y anécdotas que se transmitían de los abuelos a los hijos y los nietos, algo que yo siempre valoraré por lo mucho que de ellos aprendí, y si de algo de aquello me puedo sentir orgullosa, es de que esto queda escrito y pasados muchos años algunas personas con un sentimiento verdadero de sus orígenes podrá repasar y conocer.
  El río que hoy quiero describir, fue hace muchos años un río por el que corrían hermosas truchas y enormes anguilas, de estas si algo se me quedó grabado de mis años infantiles, eran los tremendos sustos que nos daban a mi y a mis amigas y compañeras de escuela, cuando por las tardes después de salir de clase, nuestras madres –que no  querían vernos  ociosas- nos mandaban a buscar unos “coloños” de “tarmaos,” y allá íbamos  una buena reata de chavalucas, que la verdad no se nos hacia costoso, después de todo era una forma como otra de pasar el rato, y el camino que nos llevaba hacia el monte no era de difícil recorrido, un poco de subida desde Celis a “Tabillas”, luego el camino muy tirado hasta pasado “Ribolastra” y después una profunda bajada hasta llegar al río, esto para unos críos que hacíamos el mismo recorrido que los mayores hacia las praerias altas en la época de la yerba, no era mas que un paseo, pero visto con la perspectiva actual, mándale hoy a cualquiera de estos críos que tenemos de descendientes, hacer otro tanto, como diría mi abuelo ¡!no están escorreaos¡¡.
Como digo los sustos que nos daban aquellas enormes anguilas solo serian superados por lo muy sabrosas que estarían si las habríamos podido pescar, lo mismo que aquellas hermosas truchas que contemplábamos en las limpias y transparentes aguas del río de las Santanejas. Pero en aquellos años, y a la velocidad que pasaban por nuestro lado cuando nos metíamos en aquellas frías aguas- cuando el calor nos lo permitía,- nos parecían unas grandes culebras que rozaban nuestras piernas, lo que provocaba en nosotras los gritos mas estridentes.
Para cruzar de una parte a otra del río, había un puente que, aunque bastante rudimentario, no estaba mal construido, dos muros de bien armadas piedras daban sostén a unos fuertes tableros,  y dos barandas paralelas que, aunque bastante inseguras, daban algo de protección a ambos lados del puente. Hay que decir que era de pequeña altura,  lo que si tenía era un buen ancho, pues a la otra parte del río, la que ya quedaba muy cerca del monte, había unos buenos praos por el que algunas veces pasaban las vacas con algún carro de hierva.  Hoy todos ellos han sido absorbidos por la maleza y el arbolado, pero la mayoría de mi generación, bien nos acordamos del gran prao que tenía Pedro Cos al otro lado del río, con su buena cuadra, en ese prao se pasaba este hombre muchos días del año, pues además de dicho prao, sus vacas pastaban por el monte en total libertad. 
Todavia se puede contemplar el muro que sostenia los tableros y las pasarelas del puente.
Mas arriba de el prao de Pedro había otros dos praos, esos ya muy metidos dentro de la espesura del monte , pero en unos claros del mismo.   Tenemos que tener en cuenta que los hombres del campo de hace ya muchos años no desperdiciaban nada, todo aquello que fuese aprovechable se aprovechaba, para las gentes que vivían del campo y del ganado todo giraba en torno a ese campo y ese ganado, los inviernos podían ser largos, y si algo les quitaba el sueño a estas  gentes que vivían de la ganadería, era que este se alargase mucho, con la consiguiente falta de yerba en sus “pajares”, comprar la cebada cuando esta yerba no alcanzaba, era algo que desequilibraba mucho sus economías, y las ventas de los “jatos” solo se lo permitían cuando el dinero era necesario para el sostenimiento de la familia, por eso no era nada extraño que allí donde se podía roturar un trozo de terreno se desbrozase para ponerlo a producir.  Sus nombres no eran muy originales, se llamaban “el prau monte, y el praucu monte,” por aquello de que uno era mucho mayor que el otro, tampoco el de Pedro tenía un nombre como para olvidar,  “el prau de las Santanejas” o el “prau” de Pedro Cos.

Hoy poco o nada queda de estos terrenos, las gentes que los trabajaban y que vivian del ganado, todas han desaparecido, han pasado muchos años.  Años mas tarde de que estas personas roturaran esos terrenos,  sus hijos ya trabajaban bien en las minas de la Florida o en la Empresa Saltos del Nansa, con lo que ya las familias vivían con algo mas de desahogo, pero todavía  tendrían que pasar muchos años mas, para que toda esta vida ganadera y de labrantío empezara a desaparecer, y por esas cosas de la vida cuando todo empezó a perderse fue precisamente cuando desaparecieron también estas Empresas, pues las nuevas generaciones ya no estaban dispuestas a volver a una vida en el campo llena de inseguridades, con unas trabas que cada día les exigían nuevas normas, normas que venían mandadas por una mayor seguridad e higiene en el trabajo pero que también tenían que hacerse a un costo que nadie parecía dispuesto a desembolsar, pues el campo también exigía una sujeción por la que la gente mas joven ya no quería pasar.

En epoca de lluvias el rio baja con un gran caudal.
 Y así fue como nuestros pueblos empezaron a ver como sus hijos tenían que buscarse la vida lejos de su familia, un pueblo que nunca dejaron del todo, y al que siempre regresaban en cuanto tenían ocasión.   Y esta es la historia de que unos lugares por los que siempre transitamos en nuestros años infantiles y juveniles, hoy solo sean senderos intransitables, que solo la nostalgia de quienes tanto, los anduvimos nos queden en el recuerdo, la naturaleza al final se cobra lo que es suyo, y yo particularmente siento una gran pena cuando al escucharnos hablar de estos sitios, nuestros hijos y mucho mas nuestros nietos, ni siquiera sepan donde están. Por eso hoy en mi paseo diario, sin  llegar al puente Rioseco, me desvié por la cambera que baja a la canal de dicho puente, con la intención de sacar unas fotos al cauce del río, un río que por algo le llamamos Rioseco, pues su cauce apenas lleva unos charcos de agua, y eso si las lluvias han permitido que lleguen hasta allí.

 Como digo baje a sacarle unas fotos, y sin apenas proponérmelo fui siguiendo por la vaguada al comprobar que el sendero estaba bastante despejado. Mientras me paraba a sacar fotos no dejaba de pensar lo poco que costaría trazar unas bonitas rutas siguiendo el cauce de este río con unos senderos que lo harían transitable, y que serian unos preciosos paseos, por lo menos desde el lugar de las Santanejas que describo, hasta su desembocadura en el barrio de las Barcenas, donde entrega sus escasísimas aguas al río Nansa.  Una vez llegados a dicha salida, poder seguir haciendo el recorrido, bien subiendo por el sendero de la “Penilla” hasta Celis, o bien cruzando la pasarela que une el río con la carretera de Celucos, llegarnos a este pueblo, y seguir por la misma carretera cruzando el puente de la Herreria para volver al lugar de partida, Celis.
Toda esta ruta, que por cierto, en otros muchos lugares ya se han puesto en marcha iniciativas para hacerlas recuperables, no se tardaría en su recorrido mas allá de hora y media, un poco mas si se da la vuelta por Celucos , y si se quiere contemplar la naturaleza que desde el mismo lugar del antiguo puente de la “Santanejas”,- ya desaparecido -  en pleno monte este nos ofrece. Hoy en ese lugar los árboles crecen libres formando preciosas umbrías alrededor de las frescas piscinas que el río forma en esta parte, una de las mas montaraces y espectaculares,  pues por esta parte todavía el rio si que lleva bastante agua, un agua que no va mas allá del lugar que a medio camino en su bajada hasta el puente de Rioseco , se traga otro de los fenómenos de esta ruta, ¡La cueva “Riconoria”¡ una cueva que solo cuando las lluvias son muy abundantes con grandes crecidas del río, esta se la cede al cauce. Si no, esta cueva, cuyo tragadero de aguas es un misterio, reclama todo lo que su boca puede tragar. Cuando era una cría bastante pequeña, y pasaba por estos senderos con mi tía Azucena,  a echar las cabras al monte,  por la noche tenía pesadillas soñando que por la boca de aquella cueva, salían culebras que allí tenían sus escondrijos.
En la boca de la cueva Riconoria desaparecen la mayoria de las aguas del rio de las Santanejas

No quiero terminar el relato de este recorrido por una zona tan bonita de nuestro pueblo, sin dar otra de las opciones que se pueden seguir, y que asimismo enlazaría y haría mucho mas completo este recorrido,  este lo haríamos saliendo desde Celis por lo que llamamos la “Catañera  Batian”, seguir por el desvío de “Tabillas”, camino de “Rivolastra”, en su descenso hasta el  río, para después, si se quiere seguir por todo el cauce ya descrito , o volvernos otra vez por donde vinimos.   Esta ruta que cualquiera puede hacer en plan de marcha hoy se puede hacer, pero contando con tramos muy perdidos de estos senderos, incluso bastante inaccesibles, sobre todo por la parte que sigue el cauce del río, aunque por la parte alta hasta Celis sus senderos también tienen una buena falta de desbroce,  están bastante abandonados.
Preciosa ruta que por la canal de Rioseco nos lleva hasta el rio de las santanejas

Pues nada mas, hoy estos valles nuestros creo que – así como en otras épocas nadie habría pensado nunca en ello- un fenómeno relativamente nuevo, nos puede ayudar a que nuestros pueblos vuelvan a renacer, y este no lo dudemos será el turismo, unas gentes que como ya he dicho otras veces, nos están descubriendo los lugares tan espléndidos que nos rodean, nos comentan que vivimos en unos paraísos que solo los que marcharon de estas tierras hace años añoran y valoran.

Llegada de la senda de la canal de rioseco al rio nansa


 Pues no dejemos pasar el tren. Yo viví en Liébana hace años y allí si que no lo dejaron escapar, tampoco nos acomplejemos pensando que lo nuestro no es tan bueno como lo que mas, cada lugar tiene sus encantos, y los nuestros si los sabemos aprovechar son infinitos. Pues adelante , que los que podéis ponerlos en práctica sois muy jóvenes, y desde luego que no queden por desidia las cosas sin hacerse, esta ruta sería una buena forma de empezar. Después el camino del  Táladro tampoco sería mala idea.    Ya se que solo son eso, ideas, pero creo que son muy buenas ideas.     
Rio Nansa en su camino hacia el mar
                                            
 COMPLETA EL REPORTAGE UN BONITO ALBUN DE FOTOS DE ESTA SENDA:


































                  UN  SALUDO DE   MARY PÉREZ .   DE  CELIS.

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