domingo, 3 de abril de 2016

UN TIEMPO EN QUE FUIMOS NIÑO


Pues si amigos hubo un tiempo en que todos fuimos niños, hoy que todos somos mayores podemos recordar un tiempo en el que éramos unos chavalucos, que solo esperábamos tener un rato libre para salir a jugar con  los demás compañeros, (y cuando hablo de compañeros lo hago en general ) críos y crias,
Pues  si,  hubo un tiempo en el que solo esperábamos tener aquellos ratos, que a veces eran muy pocos, en que, bien unos u otros, acudíamos a las casas de nuestros amigos  para que saliesen con nosotras a jugar.  A veces unos nos esperábamos a otros, pues según el momento, en su casa les habrían puesto mas o menos  obligaciones . No importaba, si había que esperarlos se esperaban, luego cuando ya esas obligaciones se habían cumplido, el sentirse libres se disfrutaba con mucha mas satisfacción.
¡Quién no recuerda aquellos juegos del recreo, cuando acudíamos a la escuela,! claro que en aquellos juegos participábamos muchísimos críos, en estos juegos había grupos por edades , y los juegos de los mayores nos llamaban mucho la atención a los mas pequeños, a veces nos incluían en alguno de ellos, y eso nos hacia parecer muy importantes, pero lo mas normal era que nos repartiésemos en función de nuestras edades. 

De los juegos de los mayores tengo en la memoria aquellas carreras que se organizaban , previo sorteo, para ver quien iniciaba la salida. Consistía este juego en ir repescando a cualquiera de las que la velocidad de la que iniciaba la salida, podía “coger”, esta ya quedaba sujeta a quien la había “pescado” y las dos de la mano volvían a salir disparadas en busca de la próxima atrapada,( aquí si hablo en chicas, porque, aunque en algunas ocasiones los niños se unían a nuestros juegos, estos, al tener su propia escuela, también solían jugar por su cuenta) y así la cuerda de niñas enlazadas conseguían arrinconar a las que eran mas rápidas y costaba mas su captura. Este juego aunque a veces nos incluían a las mas medianas, solo lo jugaban las mayores.  Hoy me parece increíble que no tuviésemos en aquellos años mas lesiones, corríamos de forma endiablada, a veces las caídas eran tremendas, nuestras rodillas acusaban unos golpes, que ríete tu de los que se dan los jugadores de futbol, estas criaban de continuo unos “postillones” que eran acumulativos, pues cuando parecía que empezaba a cicatrizar, un nuevo porrazo se estrellaba contra las sufridas rodillas, pero por dolorosas que fuesen estas lesiones, era mucho peor que la maestra, horrorizada por aquellos golpes, nos castigase a no poder jugar durante un tiempo. Esto lo había que cumplir a rajatabla, aunque el mirar como corrían las demás y no poder hacerlo las que estábamos “ lesionadas” nos pusiéramos de los nervios, porque haber quien era la atrevida que desobedecía , alguna lo hizo y el castigo fue doble , y la lesión también, y de estos golpes tampoco se libraban otras partes del cuerpo, torceduras, golpes en hombros espalda y cabeza… 

 


 A este juego lo llamábamos del “León” no se por que lo llamaríamos así, seguramente porque la primera que salía era la cazadora, la que iba cazando a las demás, hasta que se cazaba a la última. Esa era la mas fácil, de “pescar”, aunque claro está, hasta entonces también había sido la mas escurridiza, pero con una cadena de cerca de treinta agarradas, era muy difícil no darle caza.  De este juego,( por que había muchos mas) tengo un recuerdo que si no fuese porque pudo terminar en algo tremendo fue divertidísimo.  Mas que el recuerdo es la anécdota.
 Cuando el tiempo era lluvioso , los días que por algún motivo no teníamos escuela,  los críos y las crías nos juntábamos en el Portalón de Jesús el “Pasiego” por las tardes, y las pasábamos con estos juegos o con cualquier otro . Y aquí si que incluyo a los chavales, porque en este caso al no ser días lectivos, nos buscábamos unos a otros para que los juegos fuesen mas concurridos.  Este Portalón como ya he dicho en muchas ocasiones, era donde se hacia el baile los domingos, pero en realidad servía para todo. Pues bien, una de las tardes que estábamos precisamente jugando a el” León”  y cuando ya la cadena de “cazados” era muy larga, recuerdo que , uno de los críos, ( que era de los mas pequeños, pero siempre lo incluíamos en el juego porque era muy veloz,)  iba el último, y al coger impulso para cazar a otro de los que corrían, salió volando por encima del murete que separaba este local de la tierra de Milio. Bueno esto para la mucha gente que no lo conozca, es una finca de un vecino del pueblo justo al lado de uno de los laterales den Salón. Fue tal la velocidad que llevábamos en la carrera, que como digo del impulso con el que saltó por encima del murete, quedo con la cabeza  practicamente clavada en la tierra, y no era ninguna broma la altura por la que salió disparado .  Cosa de críos, todos salimos corriendo para ver que había pasado, y al verle allí clavado con la cabeza en el suelo, a todos nos entró la risa.  Pero pudo haber sido una tragedia.  Al recordar estas trastadas, yo soy de las que creo que los críos además de ser como de goma, teníamos con nosotros un Ángel de la guarda.

Pero había mas juegos, eran tiempos en que los sofisticados juguetes que ahora disfrutan nuestros nietos estaban muy lejos de siquiera imaginárnoslos  en nuestra niñez,¡¡¡Gracias a Dios!!!, Porque la nuestra fue una niñez en la que los juegos nos los inventábamos nosotros. No  quiero decir que no tuviésemos algunos juguetes, yo doy fe de que los Reyes en su fecha, algo nos dejaban, pero eso era todo, durante el resto del año, lo nuestro eran los juegos en los que participábamos en cuadrillas. Estas, además de las que ya teníamos en las escuelas, las formábamos fuera del horario escolar, eso sí, cuando las obligaciones que nos imponían en nuestras casas se habían cumplido. Porque nuestra niñez no estuvo falta de responsabilidades, en nuestros años infantiles se nos enseñó, que el cumplimiento del deber era muy importante, entre estas obligaciones podían estar el ir al monte a buscar los corderos, o alguna carga de leña, o a recoger rama para alguna cabra que estaba en las cuadras criando, o cuidar algún hermano pequeño…cebar las gallinas o los cerdos…sería muy largo el enumerar los mandados que teníamos que hacer en nuestras casas, para que después de haberlos cumplido con eficacia nos dieran unas horas de libertad, horas que aprovechábamos con ganas y entusiasmo, pues lo cierto es que el tiempo volaba cuando estábamos jugando. Tengo que decir que había algunos niños(pocos) que en su casa eran mas permisivos, y apenas les mandaban nada, esos amigos los solíamos aprovechar para que nos ayudasen en nuestras obligaciones, ellos lo hacían contentos, pues lo cierto era que lo único que les interesaba es que los demás estuviésemos disponibles cuanto antes, para así poder dedicar mas tiempo a los juegos.



Los nuestros fueron unos años, en los que solo con el tiempo, nos hemos dado cuenta de lo felices que fueron, ¡y es cierto,!¡ Cuántos de los que ahora tenemos nietos no los hemos visto aburrirse como monos sin saber que hacer!, y tienen de todo, pero todo les cansa. y no es bueno que siempre estemos comparando los tiempos, pero yo, cuando les veo a veces tan apáticos, sin saber en que dar, ¡cuando tienen sus cuartos atestados de los últimos y mas modernos juguetes!, pienso que a pesar de lo poco que entonces teníamos, lo único que no nos faltaba a nosotros  era entusiasmo, y aquellos ratos de libertad que disfrutábamos, eran tan bien aprovechados que siempre nos sabían a poco, claro que para ser justos, éramos tantos los críos que había entonces en los pueblos, que sería muy difícil aburrirse, yo soy la primera que tengo que reconocer que con la escasez de chavalería que tenemos actualmente, los pocos que viven en el pueblo, además de tener edades muy diferentes, apenas se motivan para buscar la forma de compaginarse, porque,… cómo puede conectar un crio que cuente doce o trece años,- que es cuando mas pueden idear juegos acordes con esa edad,- con uno o dos mas que pueda haber en el pueblo de seis o siete años. ¡ Y esto es así, es que no hay mas!  quizás puedan contar con dos o tres mas que vengan en los fines de semana, pero poco mas, y esto yo lo vivo por que tengo nietos que están en esas edades. Pero bueno no se puede uno lamentar de lo que no tiene otra solución, porque la mejor de estas soluciones sería que nuestro pueblo se volviese a llenar de chavalería, pero como digo, los tiempos son otros, y son muy diferentes a los nuestros.  Lo bueno, para ser justos, es que las nuevas familias que actualmente tienen su segunda residencia en nuestro pueblo, y que ocupan sus casas en vacaciones, fiestas , o fines de semana, incorporan al vecindario, unos cuantos niños, que como todos los críos, rápidamente, han congeniado con los nuestros, y desde hace un tiempo la algarabía en estas ocasiones nos alegra la vida, pues no hay como los juegos y los gritos de los niños en sus juegos, sobre todo desde que cae la tarde, hasta las tantas de la noche, para comprobar que un pueblo tiene vida.


Pero sigamos con los años en que nosotros fuimos niños. Sigamos con el relato de nuestros juegos y entretenimientos. Porque juegos había para escoger, y algo que nos era común en aquel tiempo a todos, era que estos juegos iban por rachas, había temporadas que nos daba por jugar a la pelota,  pero no al juego del balón. A la pelota simplemente, en ese tiempo cada cría tenía su propia pelota. Esta para el juego que todas jugábamos, tenía que tener un tamaño parecido a las que ahora se utilizan para jugar al tenis, tal vez un poco mas grande, pero no mucho mas. Se componía este juego de una fila, de niñas,( los críos no jugaban casi nunca a este juego, por lo menos de mis años escolares no recuerdo nunca haber tenido a ninguno por compañero), esta fila, previo sorteo, se empezaba tirando contra la pared de la escuela la pelota, y con habilidad recogerla, e ir desarrollando un buen número de movimientos, sin que la pelota se nos escapase de las manos, en el momento en que por una distracción, o por un paso del juego mal dado, la pelota se te escapaba de las manos, perdías el juego, y se te castigaba a ser la última de la fila. Hoy al cabo de tantos años, pienso en la gran habilidad que se desarrollaba con este juego, solo para que se hagan una idea este constaba de unas palabras que se iban relatando en cada pelotazo contra la pared, al votar la pelota, y solo para las que se sientan nostálgicas de aquel juego les voy a refrescar un poco como eran esas palabras. Primero el tiro libre a la pared se decía “Amis una” segundo “sin mover”y no te podías mover, “sin reir” y no te podías reír, “muda” no podías decir ni palabra, “tepeté” y aquí se batían palmas por delante y por detrás con rapidez, pues al mismo tiempo se tenía que recoger la pelota. Para esto con cada palabra se lanzaba la pelota y se recogía, sin que pudiese botar ni una sola vez en el suelo, “con un pie” y se ponía una a la pata coja, “con el otro pie” pata coja del otro lado. Había dos o tres movimientos mas, que no recuerdo bien su nombre, se que uno se hacía dando unas vueltas con los brazos por delante sobre si mismos, y también con mucha rapidez, pues como digo en cada uno de ellos se tenía que recoger la pelota limpiamente. Bueno para no cansar al lector, solo diré que el juego a medida que las frases se sucedían tomaba mas y mas dificultad, pocas teníamos la suerte de llegar a concluirlo sin haber sufrido alguna penalización, pero aquellas que lo lograban eran premiadas con el reconocimiento de todas las demás compañeras.
 Al recordar las cosas de la niñez, nos suele venir a la memoria, aquello que mas nos entretenía. Por ejemplo, lo que mas nos gustaba a mi amiga Tere y a mí, era la lectura de aquellos fascículos, o cuadernillos con historietas de hechos heroicos, en los que unos personajes vivían unas aventuras increíbles. Había varios, como el Capitán Trueno, el Javato, el Guerrero del antifaz… 




Esto en cuanto a historias de caballerías, pero había muchas otras historias, las había de aventuras, bélicas, románticas, de miedo… Todas nos gustaban, a todas nos apuntábamos, lo malo de esto era lo difícil que nos resultaba poder hacernos a estos cuadernillos, que para nosotras eran como una necesidad, pues en aquellos años si no era por una causa muy perentoria, poco se viajaba, y a los pocos que nos podíamos hacer, eran los que algunos amigos que estudiaban fuera nos prestaban cuando venían al pueblo, aparte que en nuestras casas tampoco se gastaban el dinero en darnos caprichos. Creo que fue entonces cuando  yo descubrí  el amor a la lectura, algo que me ha acompañado toda mi vida. Cómo no recordar las aventuras de “Pantera Roja”, “El Aguilucho”, “El Pequeño Luchador”, O las historias de “Roberto Alcazar y Pedrín”, O mas adelante las de “Tintin” y su perro “Malú”. O las románticas, como “Azucena”o  “Sissi Emperatrid”. Todas estas historias llenaron muchas horas de lectura en mis años infantiles y casi juveniles.
Lo que no se puede negar, es que en mis años escolares, no se nos inculcase este aprendizaje, por la lectura. Sería injusto no recordar aquellos libros que teníamos en nuestra humilde biblioteca de la escuela, eran unos libros muy bien alineados en las estanterías del viejo armario que en una esquina de nuestra escuela, nos servían para aprender a leer correctamente. De aquellas lecturas lo que mas recuerdo, era cuando la maestra nos ponía en fila junto a su mesa, y por cursos, nos mandaba de una en una,  leer el capítulo correspondiente. Así leyendo en voz alta nos corregía las faltas que nos saltábamos en la lectura, y al mismo tiempo nos enseñaba cuándo teníamos que hacer un alto en los puntos, las comas, la entonación en las exclamaciones, las interrogaciones, etc etc. Cada una de nosotras empezaba a leer un capítulo del libro, y así capítulo a capítulo, iba avanzando la fila. En estas lecturas todas las demás niñas que componíamos la fila debíamos estar muy atentas a lo que la compañera leía en voz alta, pues muchas veces cuando la maestra, se daba cuenta de que alguna de nosotras no prestaba la debida atención, nos sorprendía preguntándonos por cualquier párrafo de la lectura, y si no habíamos escuchado con atención, el castigo podía consistir en pasarnos de rodillas el resto de la clase. Esto no era lo peor, pues también podía ser que nos diese un ataque de risa cuando alguna de las lecturas nos contase algo divertido, aunque la mayoría de los libros que leíamos mas bien fuesen todo lo contrario. Sin embargo yo recuerdo que en alguna ocasión leyendo algún capítulo del Quijote, con las ocurrencias del bueno de Sancho Panza, la hilaridad era tan contagiosa que la maestra nos castigó a todo el grupo a pasarnos de rodillas el resto de la clase, y también recuerdo como al mirarnos a todas de rodillas en fila, mirándonos unas a las otras,  a la que le dio el ataque de risa fue a la propia maestra .   
Lines la del Cortijo y Carmina ``la rojita´´ cuando tenian 10 años


Otro de los recuerdos que conservo de aquellas lecturas, eran las historias que de ellos aprendimos, los había con una gran carga de emotividad, como las historias que nos contaban la colección de libros llamados “ Diario de un estudiante” su autor era el escritor italiano Edmundo de Amicis, y la lectura de estas historias estaban ambientadas en las últimas décadas de la Italia del  1800. Narraba los recuerdos que como en un diario, un estudiante nos contaba. Sus experiencias en su colegio, junto a sus amigos y compañeros de estudios, su trato con estos, y con los diferentes profesores y maestras que les impartían las clases, y las lecturas que el mismo analizaba del relato del mes.  Entre estos relatos, por cierto, conocimos por primera vez la historia de Marco, el niño que dejó su tierra italiana, para salir en busca de la madre desaparecida en la Argentina.  Historia que años mas tarde la televisión se ocupo de difundir por todo el mundo en una serie famosísima.  También la pena que este estudiante  que  sintió, por la muerte de su maestra de literatura… o la enfermedad de tuberculosis de un compañero de clase.  Otro de los relatos del mes, que nos contaba el estudiante, y que yo releí muchas veces fue, “Sangre romañola”, y en el nos contaba la historia de redención de un pequeño golfillo, que  a pesar de los consejos que su anciana abuela, con la que vivía, le daba para apartarlo del mal camino, el no hacía mucho caso a estos buenos consejos. Una noche en que unos malhechores entraron a robar en casa de su abuela, el salió en su defensa recibiendo una puñalada que iba destinada a su querida abuela, interponiéndose entre esta y aquellos criminales, muriendo por defenderla. Eran estas unas historias con una gran carga de sentimentalismo, de moralina ,-algo que no me parece nada mal,- al fin y al cabo ninguna de las dos cosas son perjudiciales, algo que con el tiempo se va perdiendo, y no era raro que así como en las lecturas del Quijote nos entrara la risa, con estas otras lecturas, se nos saltasen las lágrimas muy facilmente.   Estas  y muchas historias mas fueron las ( por lo menos a mi ) me enseñaron a tener en los libros la mejor de las compañías, lecturas que aprendimos cuando éramos niñas en aquellos libros de Edmundo de Amicis .


Pero nuestros juegos eran muchos mas.  Quién no recuerda  aquel, “ Tres marinos en un mar,” en el que un grupo de la chavalería, tenía que buscar por cualquier parte del pueblo, al grito de “Otros tres en su busca van” a otro número igual de chavalería. Y una vez encontrados ( cosa bastante dificultosa ) pues en este tiempo de búsqueda, los escondidos podían cambiar de lugar cuando se apercibían que los que los andaban buscando ya los tenían mas o menos localizados, claro que en aquellas idas y venidas, no era difícil poderse encontrar unos con otros, y entonces se daba por finalizado el juego, y vuelta a empezar, pero esto ya con cambio de jugadores, pues al ser por sorteo en este juego no siempre estábamos todos conformes con los que nos habían tocado en el reparto.
Otro clásico de aquellos años, ( y que por cierto parece que también tiene mucha aceptación hoy en día) era el juego del “ Escondite” , o “La maya” como lo llamábamos  en mi niñez,  esta “ maya” podía ser una piedra pequeña, o un trozo de madera o ladrillo, algo con lo que golpear tres veces en el lugar de salida.  Creo que la mayoría conoce este juego de que hablo, lo que pasa es que con los años puede haber tenido algunas variaciones. Yo recuerdo, que previo sorteo nos íbamos eliminando, hasta que al quedar la última, esta era la encargada de levantar la “Maya” cuando localizaba a cualquiera de las escondidas, que ya se habían buscado su propio escondrijo, a veces solas o en grupo si el lugar escogido era lo suficientemente amplio. La dificultad de este juego era cuando alguna de nosotras se exponía a salir del escondrijo, para salvarnos a todas, y era descubierta por la que nos buscaba, ya perdía el juego en todo lo que este durase, claro que si nos salvaba era la que también recibía todas las felicitaciones del resto de sus compañeras.

Ultimos niños de las escuelas de Celis. Todos ellos pasaron ese año a la concenttracion de Puentenanso. 40 años nos contemplan.. .  

Les podía enumerar muchísimos juegos mas, en los que participábamos los niños de mi época, como los “corros” “ la banderita” “ las canicas”… eso sin contar lo mucho que jugábamos con los pocos juguetes que por Navidades nos dejaban los Reyes Magos. O con aquellas muñecas de cuerpo de cartón y carita de casco que tanto miedo nos daba que se nos cayesen al suelo. Bastante mas adelante ya nos tocó alguna de las primeras que salieron todas de plástico, y que ya tenían una gran movilidad en sus brazos y piernas, y a las que era una gran alegría hacerle los vestidos, pues se los podíamos encajar mucho mejor. En estos juegos de muñecas, así como en las lecturas de cuentos, y mas adelante buenos libros, siempre tuve como la mejor de las compañías a mi amiga Tere , amiga que a medida que nos hacíamos mayores siguió siendo la mejor.
Pues nada mas, desde luego se me quedan muchas cosas que contar de aquellos años de la niñez, cosas que algún día si la memoria quiere Dios conservármela, podre seguir escribiendo. Como ya he dicho en otras muchas ocasiones, son estos recuerdos los que quedaran de un tiempo que se fue para siempre, ya nunca se van a ver la cantidad de niños que había en aquellos años, los tiempos imponen sus leyes,  y hoy la vida sigue otro rumbo, las familias ya no son aquella sucesión de abuelos, hijos, nietos… Estos apenas se ven, pues los horarios de trabajo a veces son tan ajustados, que apenas si se coincide en las horas de las comidas, las exigencias de los nuevos tiempos en los que la mayoría de las compras son todo deudas aplazadas, muebles.. coches.. viviendas,… compras de mayor o menor desembolso, pero que parece que ya se nos han hecho imprescindibles, necesitan también  que para sostener estos gastos,  en las casas la mayoría de sus miembros tengan que salir a buscarse un trabajo. Es el progreso. Lo que yo no se es como lo llamarían aquellos abuelos que vivieron unos tiempos, a los que ahora, paradogicamente, los  tenemos por tiempos decadentes. ¡¡ Pues vendita decadencia!!
                   UN SALUDO DE  MARY  PÉREZ.  DE CELIS. 
            
           

                 
                                                   

6 comentarios:

  1. Amparito Varela Gomez5 de abril de 2016, 17:42

    Madre mía Mari !Cuanto te dá la cabeza !Está bién que recuerdes éstas cosas pasadas ya en tiempos lejanos y que a todos nos gusta volver a recordar ,así que sigue contando cosas que las leemos con mucho gusto Yo soy mayor que tú y también las he vivido ,pero ya casi casi se me han olvidado es bueno que tú nos refresques la memoria

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  2. Gracias Amparito por que siempre me das muchos ánimos

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  3. Mari yo no me canso de leer tus historias porque no escribes un libró?. Mari tu puedes tienes mucho para escribir y cabeza para ello yo te animo

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  4. Muchas gracias a la persona anónima que te gustan mis relatos, contar historias es muy bonito y es verdad que tengo vivencias y memoria para recordarlas, lo de escrivir un libro, es un poco mas complicado, aunque tengo un relato largo que si daría para una bonita novela, pero no se si yo tendría la capacidad suficiente para lograr hacerlo... tal vez algún día...

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  5. Cómo te envidio, Mari (envidia sana, claro está) de haber podido disfrutar de esa vida, sí quizás con menos recursos materiales, pero con la mayor y mejor de las riquezas: haber conocido y vivido la diversión más auténtica y satisfactoria que ofrecían esos juegos tradicionales, además de los valores de verdadera amistad, empatía, sociabilidad, imaginación... que conllevaban.
    ¡Gracias por ayudarnos a transportarnos mentalmente a ese maravilloso mundo de antaño con tus relatos!

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  6. Pido perdòn por que se me pueden habèr colado algunas faltas ortograficas en mis relatos, algo que para mi es de gran fustracciòn, pues asì como domino de una forma bastante aceptable la redacciòn, lo de la ortografia siempre fuè hablando de letras, mi asignatura a mejorar, pues mi falta de memoria visual, unido a esa deficiencia mia para la ortograìa, como digo, de una gran fustracciòn. Pido nuevamente pordòn y comprensón a los lectores.

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