Como cada año y coincidiendo con la bajada de las “tudancas”
de los altos puertos, Carmona se ha echado a la carretera para demostrar su admiración
a uno de sus mejores símbolos, su vaca Tudanca.
Desde tiempos que se pierden en la memoria, los Cántabros, y
sobre todo los cántabros de los pueblos altos ganaderos de nuestra provincia,
han tenido en este animal emblemático,
su mayor orgullo. Y no es para menos, la vaca Tudanca, tiene toda la gracia, la
armonía, la belleza y la majestad, de ser única en el mundo.
No es bueno pecar de excesos, y desde luego no será nunca
esa mi intención. No niego que yo nunca he sido muy de campo, y mucho menos de ganadería,
aunque desde que nací, en casa de mis abuelos pude contemplar ese animal. Y no
porque ellos fuesen propietarios de grandes cabañas, pero sí tuvieron las
suficientes, para desde muy chica entender con cuanto respeto se trató siempre
ese ganado. Había otras vacas, por supuesto, y estoy segura de que eran mucho
mas productivas para la economía familiar que las tudancas.
Sin embargo creo
que seguramente eran las “crías” de este ganado, las que con sus ventas, dejaban
en las reservas para los gastos mas importantes de las casas, el dinero extra
que se necesitaba en muchos momentos. ¡Quien no ha echado en tantos años de
vida ganadera, mano de algunos “jatos” tudancos, para saldar compras de fincas,
pagos imprevistos, contribuciones, o intercambios entre vecinos de algún
producto.
La “Tudanca” siempre ha estado ahí para salvar bastantes obstáculos y
necesidades.
Por esto y desde luego, por mucho mas, el que el pueblo de
Carmona, que junto con Tudanca, sean el
mejor exponente de la admiración, y el sentimiento de orgullo, que los Cántabros que en general sentimos por esta raza, no es de extrañar, que su famosa “pasá” siga siendo un ritual que año tras año, llene
las carreteras de muchos Ayuntamientos, para poder contemplar este "paseíllo" tan
lleno de belleza y tradición.
Lo que no se podrá olvidar tampoco, es, que, como
recuerdan todavía muchos “carmuniegos,” nada será nunca lo que era. Y es que la
nostalgia de años muy atrás, recuerdan aquellas “pasas” en las que las
rivalidades de los Díaz, y los Gómez, así como sus mas acérrimos seguidores, de
uno y otro bando ganadero, hacía de esta exposición su particular partido.
Tengo que decir que nunca presencie, esta auténtica rivalidad, que en muchos
casos he escuchado, llegó a auténticos enfrentamientos, tanto de vecinos como
familiares, pues no olvidemos que por convivencia mutua del mismo pueblo, algunos de
estos enfrentamientos no serian ajenos a disputas familiares.
Como caso
curioso, y que nos da una buena idea de lo matriarcales que eran estos pueblos,
he escuchado decir, que las que con mayor ahínco participaban en estas “
guerras de guerrillas”, ( nadie se lo tome al pie de la letra, esto es metafóricamente
hablando) eran precisamente las mujeres, las cuales llegaban en su numantina
defensa de sus respectivas ganaderías familiares, a autenticas y legendarias guerras campales.
¡¡Nunca se podrá saber, cuantas cosas tan llenas de tipismo
e historia se han perdido para siempre en nuestros pueblos!! ¡Cuántas leyendas, cuántas anécdotas,
cuántas cosas, irrecuperables, canciones que hablan de rivalidades, pero también de ensalzamiento de lo que para ellos representaban aquello en lo que creían y por lo que luchaban.
¡Vengan vacas, y terneros!
¡Vengan novillas y bellos!
Las cabañas de los Gómez,
La flor de los semilleros!
La contestación a esta coplilla de los Gómez, a buen seguro, iría rápidamente siendo replicada por los componentes de los seguidores de los Díaz. Lástima que no tenga a mano la letra de dicha réplica. No obstante en cuanto me pueda hacer a esas letras, la incluiré en el reportaje sin dudarlo. ¡En estos casos hay que ser muy neutral!
Desde luego no se puede hacer tragedia de lo
que ya no tiene vuelta de hoja, pero si que es bueno que en estos tiempos en
que las modernidades, a veces excesivas, y las tecnologías que tanto nos
invaden, puedan al fin y al cavo, para por lo menos dejar testimonio de las
otras muchas historias, que, aunque mucho mas modernizadas, que aquellas que se
recuerdan desde hace tantos años,
sean al menos el testimonio, de que las
tradiciones en nuestra tierra tienen mucha importancia, y desde luego, mientras
en nuestra juventud se siga manteniendo, e inculcando, el amor y orgullo por
esas tradiciones, que al revés de otros lugares de nuestra Nación, solo hacen
que seamos mas unidos y solidarios con los demás, nunca nos olvidaremos de lo
mejor de nuestras raíces.
En el artículo, y ya para que la lectura no interrumpa la contemplación del reportaje fotográfico, doy cuenta de casi todo lo visto y vivido en la "pasá" de este año 2018, que aunque bastante menos luminoso que la pasá del año anterior, no ha desmerecido mucho su importancia. Espero que sea de vuestro interes.
HASTA EL
PROXIMO AÑO EN LA “PASÁ”
MARY
PÉREZ. DE CELIS.