Hace unos años publiqué en una revista local, la historia de recuerdo, de dos de los escritores que han sido muy importantes en la historia de nuestra provincia. Esta revista fue de tirada muy corta pues solo se distribuyó en nuestra Mancomunidad, donde precisamente empezó su andadura.
Por ello he decidido que por la categoría de
los personajes de que trataba, no estaría demás, reeditar aquel artículo, pues
como lo titulé en su día, “Se merecen el recuerdo.” Se trata nada mas y nada menos, que de los
dos escritores costumbristas, que junto con Pereda, mas popularidad y
conocimiento han dado a nuestra tierra, y que como seguramente ya habréis
adivinado, se trata de Concha Espina, y Manuel
Llano.
Aquel reportaje, que como digo,
fue de tirada muy corta, se repartieron todos sus ejemplares, pues a nadie le
es indiferente conocer mejor las vidas de unos escritores que tan bien nos han
sabido representar, y que tanta categoría han dado a las historias y las vidas
de nuestro entorno.
Voy a procurar no salirme mucho
de lo que en ese relato escribí entonces, las cosas buenas, si están bien, y
pueden enseñarnos, no porque se repitan, van a ser malas, muy al contrario,
particularmente si un libro me gusta suelo releerlo, y seguramente que quien
tenga como yo esa costumbre, encontrará en las sucesivas lecturas, muchos
matices que le pasaron desapercibidos en las primeras, ¡¡Quien no ha vuelto a
ver cuando ha tenido oportunidad una buena película, si de lo que trata nos ha
llegado a interesar, o nos ha llegado al corazón!! Por todo ello espero que
quien en su día leyó el artículo, y le gustó, no le importará volver a
recordarlo, y a quien lo lea por primera vez, espero que les resulte ameno, de
eso se trata, de que pasemos un rato entretenido, y aprendiendo, ( aquellos que
no lo sepan) un poco mas de estas dos personas que como dije en su día. “Se
merecen el recuerdo.”
El reportaje, al publicarlo ahora
en internet, tiene una mayor difusión, y por ello lo voy a transcribir tal como
lo hice en su día, este escrito, también fue dado a conocer en una publicación
en la que colaboré hace unos años, y que también tuvo muy buena acogida, sin
embargo hoy con la difusión de internet, puede llegar a mucha mas gente, y yo a
través de mi blog, “Las historias de mi valle” quiero también que mucha mas
gente las conozca.
DESPUES DE ESTA INTRODUCCIÓN, PASO A
RELATARLES EL ARTÍCULO, CON EL TITULO QUE LE DIO NOMBRE “EL RECUERDO DE SUS VIDAS”
Hola amigos. Hace una temporada, pasé por el valle de
Cabuérniga en dirección a Torrelavega, cuando llegué a la comarca de
Mazcuerras, concretamente al pueblo de
Luzmela, reduje el recorrido del coche, para contemplar en una pequeña
glorieta, frente a una puerta, ---bastante pequeña por cierto- con hueco
bordeado de viejas piedras de sillería, una escultura de una dama en actitud
contemplativa. No dudé de que dicha escultura representaba a la que fue dueña y
señora de la finca a la que daba acceso dicha puerta, y como muchos ya habréis
adivinado, se trataba de la gran Concha Espina, cuya figura creo que en bronce,
nos contempla sentada en una silla, con toda la serenidad y placidez, que
seguramente hace años le darían la contemplación del precioso pueblo que vio
nacer su vocación de escritora.
Para llegar a Cabuérniga,
partiendo de la bifurcación de Puentenansa, a tres k.m escasos , nos encontramos con el primer pueblo
perteneciente al Municipio de
Cabuérniga, Carmona. Este pueblo sin querer ofender a los
carmoniegos, es como un pie fuera del tiesto: solo dista, coma ya he dicho,
escasos tres k. de Puentenansa, a cuyo Municipio ( Rionansa) parecería mas
lógico que perteneciese, sin embargo, por aquellas cuestiones de aparcerías,
puertos y montes, ni Carmona, ni Cabuérniga parecen querer soltar amarras para
pertenecer a un Ayuntamiento mucho mas cercano y con mas facilidades para su
desplazamiento.
Desde siempre los carmoniegos,
han tenido que salvar una distancia de mas de doce k. para atravesar la famosa
collada a la que da nombre el pueblo de Carmona, de seiscientos metos de
altitud, para llegar al primer pueblo al otro lado de la collada, Valle. Desde luego el nombre le viene que ni
pintado, pues aquí se centra, tanto a derecha como a izquierda, uno de los valles mas bonitos, y con mas historia que
podamos encontrar. Su contemplación completa, seria parada obligada en una de
las numerosas vueltas y revueltas en su descenso hacia el valle. Su mirador de
la “Vueltuca” parece un cuadro pintado por el mas inspirado de los artistas,
desde este mirador se puede apreciar una vega muy llana y muy verde, salpicada
de pueblecitos que dan a la vista, toda la alegría y la gracia, de un valle de
cuento de hadas.
Llegados al final del descenso,
por la derecha, siguiendo la carretera, y dejando a uno y otro lada de la misma
los bonitos pueblos que avistamos desde el mirador, llegaríamos carretera
adelante a las primeras estribaciones de la subida del puerto de Palombera,
salida natural a la comarca de Campoo, atravesando la mejor reserva de árboles
autóctonos de nuestra provincia. A esta
reserva le da nombre el río Saja, este río cantado por poetas y escritores,
riega y da riqueza al valle ayudado por los numerosos torrentes que lo
alimentan en su recorrido hacia el mar, tal vez agradeciendo así el descanso de
su descenso por la tranquila y llana cuenca por la que ahora discurre.
Ala izquierda, bajando también la
collada, la otra dirección, y en contrapunto a las montañas, esta salida será al mar a las costas y al
resto de la provincia. También en esta
ruta seguimos encontrando pueblos y casonas del mejor sabor montañés, aunque
con el lógico crecimiento urbanístico, se esté edificando actualmente con
estilos mucho mas modernos. Sin embargo
también hay que decir que las casonas montañesas con varios siglos de
antigüedad, que todavía hoy se pueden contemplar, mas que nunca se procura su
conservación, y sea por sus propietarios, o por los ayuntamientos, se toma conciencia de su valor, para que este
patrimonio no se pierda. Son casonas
palaciegas con arcadas de sillería, preciosos corredores con ricos artesonados,
escudos de armas de apellidos ilustres, que por lo costoso de su mantenimiento,
muchas veces sus propios dueños han ido dejando en un cierto abandono. Ahora
parece ser, como ya indico, los ayuntamientos
están favoreciendo su conservación, concienciándose de que es un rico
patrimonio que hay que conservar y proteger.
Siguiendo la carretera, nos
encontramos con el pueblo de Sopeña, y aquí un indicador nos dice, que en este
pueblo nació Manuel Llano, sin embargo el pueblo de Carmona también reclama
como suyo el lugar de su nacimiento. Se
comprende que cualquiera de los dos pueblos quieran tener como uno de sus
hijos, a una persona tan especial, a un hombre que desde que dio sus primeros
pasos y tuvo fuerzas para sostener una cachaba y colgarse al hombro un zurrón,
se dedicó a cuidar el ganado. Este hombre fue el “ Sarruján mas famoso de Cantabria,
pues el mismo se dio a conocer con ese nombre, “El sarruján de Carmona” y tal
vez por eso, y por lo mucho que recorrió
esas colladas cuidando el ganado de otros, ( que no el suyo, pues no lo
tenía) fue dando forma a una inteligencia, con la que años mas tarde, y después
de desempeñar otros oficios, en los que en alguno de ellos, como el mismo
cuenta en sus escritos, tuvo que soportar muchas humillaciones, hasta poder
darse a conocer. Estudió magisterio y
periodismo, llegando a ejercer en un pueblo cercano a Torrelavega, -Helgeras- y mientras tanto, nos dio a
conocer las historias de aquellos seres que creó en su imaginación, en aquellas
correrías por los montes y las colladas de Carmona.
Los Ojáncanos, las Anjanas… estas al
contrario que los ojáncanos, que eran seres malvados, que se escondían entre
los peñascos de los montes y salían por las noches para hacer toda clase de
tropelías,- eran una especie de hadas, o espíritus protectores, que recorrían
las callejas de los pueblos, para advertir a las muchachas, que no debían de
exponerse a salir solas de sus casas por las noches. Era célebre la leyenda de
que si por cualquier circunstancia alguna lo había hecho, estas llegasen a sus
casas despavoridas, y les dijesen a sus madres,¡¡ que unas anjanas les habían
tirado de las faldas, ¡! estas al parecer se les enganchaban en los “ rajales
“de las callejas, que las muchachas, con la oscuridad, tomaban por manos que
querían llevárselas, y claro cuanto mas
corrían mas se les enganchaban sus faldas.
Estas como muchas otras, son
leyendas de esos seres mitológicos, que la imaginación de Manuel Llano, nos dio
a conocer. “ La braña” y “El sol de los muertos,” son entre otros, relatos que
el escribió, y nada menos que un personaje tan importante como Miguel de
Unamuno, que llegó a conocerlo y tratarlo, dijo de el, que era el mejor
escritor costumbrista de relatos de su época.
Seguimos carretera adelante, y
llegamos a la Venta de Santa Lucia, aquí un puente separa la carretera que va a
Cabezón de la Sal, de la que atraviesa otro de los valles, que, junto con el de
Cabuérniga, mas bonitos de nuestra provincia.
El valle de Mazcuerras:
Aquí vivió otra de las escritoras
mas importantes de nuestra tierra,- creo que la mejor- que junto con Pereda y
Manuel Llano, (aunque este creo que un poco mas tardío) son el trío de
escritores costumbristas, que mas renombre han dado a la literatura de nuestra
tierra, y de la que mas extensa ha sido su publicación, exceptuando a Manuel
Llano, que murió muy joven, contaba solo
con cuarenta años, y por ello no tuvo tiempo de publicar otros trabajos.
Concha Espina, al contrario de
Manuel Llano, nació en una familia pudiente y de mucho abolengo, su padre era
un importante armador de barcos, ella en algunos de sus escritos, deja
constancia de que lo primero que atrae su mirada, son los barcos amarrados muy
cerca de donde ella nace, en la portuaria calle de Méndez Nuñez, el llamado muelle de Naos,( notas
tomadas de sus biógrafos.) Muere su
madre siendo ella muy jovencita, y a los veinte años se casa con otro de los
apellidos de mas renombre de la Montaña. Ramón de la Serna y Cueto, viajan a
Chile y se instalan en Valparaíso. De regreso a España viven en Mazcuerras y
Cabezón de la Sal. Tienen cuatro hijos y uno que murió a la edad de siete años.
Después de catorce años de matrimonio muy infeliz, Concha Espina toma la
importante decisión de separarse de su marido. Sigo sacando vivencias de esta
gran escritora, sobre todo del emotivo relato que una de sus nietas hace para
la revista de Cantabria, a la cual suelo recurrir cada vez que necesito
referencias fehacientes de los temas que necesito conocer.
Concha Espina toma entonces las
riendas de su vida y decide dedicarse a lo que mas le había gustado siempre;
escribir. Empeña sus joyas y se traslada
a Madrid, es en aquella capital donde empieza a publicar sus libros, libros en
los que en su mayoría toca los temas que tiene mas cerca del corazón, los de su
tierra, no en vano “La niña de Luzmela” es su primera novela. La seguirían
muchas mas, dos de estas son de lo mejór que se ha escrito del estilo
costumbrista “El Jayón” y “la Esfinge Maragata” aunque si uno hace memoria de
lo mucho que escribió sería difícil decidir por cual de ellas el lector se
decantaría.
En “El Jayón” se vive el drama de la mujer que
tiene un hijo con el hombre que le prometió matrimonio, pero que después de un
tiempo alejado de la aldea, regresa casado con otra, y ante el abandono y su
propia culpa por tener un hijo con un hombre casado, deja a su hijo recién
nacido a la puerta de la casa del matrimonio, para que ellos puedan criarlo
junto a los suyos, pues son familia pudiente. Se cría junto a su hermano, y el
drama continúa hasta el último momento, pues aunque su padre lo quiera tanto o
mas que al hijo legítimo, para las gentes de aquella época este niño siempre
fue el Jayón.
“La Esfinge Maragata” lo escribe
durante un tiempo que pasa en León, en casa de unos familiares, y se inspira en
la vida que llevan aquellas mujeres de la zona de la maragatería, en un tiempo
en el que para poder buscarse la vida los hombres emigran fuera de su tierra,
muchas veces al otro lado del mar, la protagonista, tiene que sacrificar su
felicidad como salida desesperada a una situación familiar que le resulta
insostenible, pero sobre todo en el trasfondo de esta novela se puede ver la
miseria y falta de oportunidades de unas mujeres que se ven obligadas a aceptar
lo que sus familias les imponen, convirtiéndose en esfinges, que sacrifican su
vida y su felicidad, muchas veces por la conveniencia de sus familias.
En León escribiría también, otra
de sus mejores novelas. “El metal de los muertos” esta vez ambientada sobre el
trabajo de los mineros, que también causarían una fuerte impresión en su vida .
Concha Espina es muy creíble, por que escribía
lo que veía y lo que tenía mas cerca del corazón, por eso sus novelas, llegaban
a la gente, y se publicaba todo lo que salía de su pluma.
“Altar mayor”
“ Despertar para morir” “Agua de
nieve” “ El cáliz rojo”… y muchas mas que tendría que tener memoria para
recordarlas.
Creo que leí en alguna
publicación, que a Concha Espina solo le faltó un voto para ser premio Novel de
literatura. En Santander, el rey Alfonso
XIII, innaguró un monumento a la escritora, en el que se la representa en una
serena madurez, junto a una fuente, en los jardines de Pereda, en cuyo
homenaje, estuvo acompañada por la familia real de entonces. No olvidemos que
la familia real veraneaba en Santander y siempre tuvieron muy buena relación
con la escritora y su familia.
Con ser muy importante la vida y
la obra de la escritora, la de su hijo el gran periodista Víctor de la Serna,
no la siguió de muy lejos. Fue también
un escritor muy reconocido en todos los centros literarios de la Nación,
siempre reivindicando su tierra y su porción de corazón hacia su Mazcuerras del
alma. A el se debe la entrañable inscripción, en el monumento que dedicó a los
“foramontanos” que salían de estos valles por el puerto de Palombera camino de
Castilla, en un emocionado alegato al trabajo de aquellos hombres. “Aquí empieza eso tan grande y hermoso que se
llama España”. Estas gentes en su
mayoría, eran canteros y carreteros, que por cierto dejaron muchas muestras por
el resto de la Nación de su buen hacer.
Lo que si tubo en vida Concha
Espina, fue el reconocimiento de su importante obra literaria. Se le concedieron multitud de premios, entre
ellos, el Premio Nacional de Literatura.
La Cruz de Isabel la Católica, o el premio Fastenrath,- premio concedido precisamente, por la novela
“La esfinge maragata”. Y como apunto en otras líneas, fue la primera mujer que
estuvo a un paso de serle concedido el premio Nobel de literatura. Y eso en una
escritora que en los últimos años de su vida, se quedó ciega, pero ella, con su
gran fuerza de voluntad, se las ingeniaba, para, guiándose por una falsilla,
seguir con una vocación que fue el motor de su vida.
SIEMPRE VIVÍ EN
LA MONTAÑA,
Y MORIR EN ELLA
QUIERO,
QUE
CORRE EL AIRE MAS PURO,
Y ESTOY MAS
CERCA DEL CIELO.
Espero que les guste este
recorrido que mi memoria, ayudada por las referencias de su vida, escrita por
sus biógrafos, y los repasos por algunas de sus novelas, les he podido relatar,
y así hará que todos nos animemos a darle un repaso a todo lo mucho y bueno que
ella nos dejó escrito.
MARY PÉREZ.
DE CELIS.