viernes, 29 de julio de 2016

EL RECUERDO DE SUS VIDAS


Hace unos años publiqué en una revista local, la historia de recuerdo, de dos de los escritores que han sido muy importantes en la historia de nuestra provincia. Esta revista fue de tirada muy corta pues solo se distribuyó en nuestra Mancomunidad, donde precisamente empezó su andadura.
 Por ello he decidido que por la categoría de los personajes de que trataba, no estaría demás, reeditar aquel artículo, pues como lo titulé en su día, “Se merecen el recuerdo.”  Se trata nada mas y nada menos, que de los dos escritores costumbristas, que junto con Pereda, mas popularidad y conocimiento han dado a nuestra tierra, y que como seguramente ya habréis adivinado, se trata de Concha Espina, y Manuel  Llano. 
Aquel reportaje, que como digo, fue de tirada muy corta, se repartieron todos sus ejemplares, pues a nadie le es indiferente conocer mejor las vidas de unos escritores que tan bien nos han sabido representar, y que tanta categoría han dado a las historias y las vidas de nuestro entorno.
Voy a procurar no salirme mucho de lo que en ese relato escribí entonces, las cosas buenas, si están bien, y pueden enseñarnos, no porque se repitan, van a ser malas, muy al contrario, particularmente si un libro me gusta suelo releerlo, y seguramente que quien tenga como yo esa costumbre, encontrará en las sucesivas lecturas, muchos matices que le pasaron desapercibidos en las primeras, ¡¡Quien no ha vuelto a ver cuando ha tenido oportunidad una buena película, si de lo que trata nos ha llegado a interesar, o nos ha llegado al corazón!! Por todo ello espero que quien en su día leyó el artículo, y le gustó, no le importará volver a recordarlo, y a quien lo lea por primera vez, espero que les resulte ameno, de eso se trata, de que pasemos un rato entretenido, y aprendiendo, ( aquellos que no lo sepan) un poco mas de estas dos personas que como dije en su día. “Se merecen el recuerdo.”
El reportaje, al publicarlo ahora en internet, tiene una mayor difusión, y por ello lo voy a transcribir tal como lo hice en su día, este escrito, también fue dado a conocer en una publicación en la que colaboré hace unos años, y que también tuvo muy buena acogida, sin embargo hoy con la difusión de internet, puede llegar a mucha mas gente, y yo a través de mi blog, “Las historias de mi valle” quiero también que mucha mas gente las conozca.



    DESPUES DE ESTA INTRODUCCIÓN, PASO A RELATARLES EL ARTÍCULO, CON EL TITULO QUE LE DIO NOMBRE  “EL RECUERDO DE SUS VIDAS”

Hola amigos.   Hace una temporada, pasé por el valle de Cabuérniga en dirección a Torrelavega, cuando llegué a la comarca de Mazcuerras,  concretamente al pueblo de Luzmela, reduje el recorrido del coche, para contemplar en una pequeña glorieta, frente a una puerta, ---bastante pequeña por cierto- con hueco bordeado de viejas piedras de sillería, una escultura de una dama en actitud contemplativa. No dudé de que dicha escultura representaba a la que fue dueña y señora de la finca a la que daba acceso dicha puerta, y como muchos ya habréis adivinado, se trataba de la gran Concha Espina, cuya figura creo que en bronce, nos contempla sentada en una silla, con toda la serenidad y placidez, que seguramente hace años le darían la contemplación del precioso pueblo que vio nacer su vocación de escritora.

Para llegar a Cabuérniga, partiendo de la bifurcación de Puentenansa, a tres k.m  escasos , nos encontramos con el primer pueblo perteneciente al  Municipio de Cabuérniga,  Carmona.  Este pueblo sin querer ofender a los carmoniegos, es como un pie fuera del tiesto: solo dista, coma ya he dicho, escasos tres k. de Puentenansa, a cuyo Municipio ( Rionansa) parecería mas lógico que perteneciese, sin embargo, por aquellas cuestiones de aparcerías, puertos y montes, ni Carmona, ni Cabuérniga parecen querer soltar amarras para pertenecer a un Ayuntamiento mucho mas cercano y con mas facilidades para su desplazamiento.
Desde siempre los carmoniegos, han tenido que salvar una distancia de mas de doce k. para atravesar la famosa collada a la que da nombre el pueblo de Carmona, de seiscientos metos de altitud, para llegar al primer pueblo al otro lado de la collada, Valle.  Desde luego el nombre le viene que ni pintado, pues aquí se centra, tanto a derecha como a izquierda, uno de los  valles mas bonitos, y con mas historia que podamos encontrar. Su contemplación completa, seria parada obligada en una de las numerosas vueltas y revueltas en su descenso hacia el valle. Su mirador de la “Vueltuca” parece un cuadro pintado por el mas inspirado de los artistas, desde este mirador se puede apreciar una vega muy llana y muy verde, salpicada de pueblecitos que dan a la vista, toda la alegría y la gracia, de un valle de cuento de hadas.
Llegados al final del descenso, por la derecha, siguiendo la carretera, y dejando a uno y otro lada de la misma los bonitos pueblos que avistamos desde el mirador, llegaríamos carretera adelante a las primeras estribaciones de la subida del puerto de Palombera, salida natural a la comarca de Campoo, atravesando la mejor reserva de árboles autóctonos de nuestra provincia.  A esta reserva le da nombre el río Saja, este río cantado por poetas y escritores, riega y da riqueza al valle ayudado por los numerosos torrentes que lo alimentan en su recorrido hacia el mar, tal vez agradeciendo así el descanso de su descenso por la tranquila y llana cuenca por la que ahora discurre.
 Ala izquierda, bajando también la collada, la otra dirección, y en contrapunto a las montañas,  esta salida será al mar a las costas y al resto de la provincia.  También en esta ruta seguimos encontrando pueblos y casonas del mejor sabor montañés, aunque con el lógico crecimiento urbanístico, se esté edificando actualmente con estilos mucho mas modernos.  Sin embargo también hay que decir que las casonas montañesas con varios siglos de antigüedad, que todavía hoy se pueden contemplar, mas que nunca se procura su conservación, y sea por sus propietarios, o por los ayuntamientos, se toma  conciencia de su valor, para que este patrimonio no se pierda.  Son casonas palaciegas con arcadas de sillería, preciosos corredores con ricos artesonados, escudos de armas de apellidos ilustres, que por lo costoso de su mantenimiento, muchas veces sus propios dueños han ido dejando en un cierto abandono. Ahora parece ser,  como ya indico, los ayuntamientos están favoreciendo su conservación, concienciándose de que es un rico patrimonio que hay que conservar y proteger.
Siguiendo la carretera, nos encontramos con el pueblo de Sopeña, y aquí un indicador nos dice, que en este pueblo nació Manuel Llano, sin embargo el pueblo de Carmona también reclama como suyo el lugar de su nacimiento.  Se comprende que cualquiera de los dos pueblos quieran tener como uno de sus hijos, a una persona tan especial, a un hombre que desde que dio sus primeros pasos y tuvo fuerzas para sostener una cachaba y colgarse al hombro un zurrón, se dedicó a cuidar el ganado. Este hombre fue el “ Sarruján mas famoso de Cantabria, pues el mismo se dio a conocer con ese nombre, “El sarruján de Carmona” y tal vez por eso, y por lo mucho que recorrió  esas colladas cuidando el ganado de otros, ( que no el suyo, pues no lo tenía) fue dando forma a una inteligencia, con la que años mas tarde, y después de desempeñar otros oficios, en los que en alguno de ellos, como el mismo cuenta en sus escritos, tuvo que soportar muchas humillaciones, hasta poder darse a conocer.  Estudió magisterio y periodismo, llegando a ejercer en un pueblo cercano a Torrelavega,  -Helgeras- y mientras tanto, nos dio a conocer las historias de aquellos seres que creó en su imaginación, en aquellas correrías por los montes y las colladas de Carmona. 



  Los Ojáncanos, las Anjanas… estas al contrario que los ojáncanos, que eran seres malvados, que se escondían entre los peñascos de los montes y salían por las noches para hacer toda clase de tropelías,- eran una especie de hadas, o espíritus protectores, que recorrían las callejas de los pueblos, para advertir a las muchachas, que no debían de exponerse a salir solas de sus casas por las noches. Era célebre la leyenda de que si por cualquier circunstancia alguna lo había hecho, estas llegasen a sus casas despavoridas, y les dijesen a sus madres,¡¡ que unas anjanas les habían tirado de las faldas, ¡! estas al parecer se les enganchaban en los “ rajales “de las callejas, que las muchachas, con la oscuridad, tomaban por manos que querían llevárselas, y claro cuanto  mas corrían mas se les enganchaban sus faldas.
Estas como muchas otras, son leyendas de esos seres mitológicos, que la imaginación de Manuel Llano, nos dio a conocer. “ La braña” y “El sol de los muertos,” son entre otros, relatos que el escribió, y nada menos que un personaje tan importante como Miguel de Unamuno, que llegó a conocerlo y tratarlo, dijo de el, que era el mejor escritor costumbrista de relatos de su época.
Seguimos carretera adelante, y llegamos a la Venta de Santa Lucia, aquí un puente separa la carretera que va a Cabezón de la Sal, de la que atraviesa otro de los valles, que, junto con el de Cabuérniga, mas bonitos de nuestra provincia.  El valle de Mazcuerras:
Aquí vivió otra de las escritoras mas importantes de nuestra tierra,- creo que la mejor- que junto con Pereda y Manuel Llano, (aunque este creo que un poco mas tardío) son el trío de escritores costumbristas, que mas renombre han dado a la literatura de nuestra tierra, y de la que mas extensa ha sido su publicación, exceptuando a Manuel Llano, que murió  muy joven, contaba solo con cuarenta años, y por ello no tuvo tiempo de publicar otros trabajos.
Concha Espina, al contrario de Manuel Llano, nació en una familia pudiente y de mucho abolengo, su padre era un importante armador de barcos, ella en algunos de sus escritos, deja constancia de que lo primero que atrae su mirada, son los barcos amarrados muy cerca de donde ella nace, en la portuaria calle de Méndez  Nuñez, el llamado muelle de Naos,( notas tomadas de sus biógrafos.)  Muere su madre siendo ella muy jovencita, y a los veinte años se casa con otro de los apellidos de mas renombre de la Montaña. Ramón de la Serna y Cueto, viajan a Chile y se instalan en Valparaíso. De regreso a España viven en Mazcuerras y Cabezón de la Sal. Tienen cuatro hijos y uno que murió a la edad de siete años. Después de catorce años de matrimonio muy infeliz, Concha Espina toma la importante decisión de separarse de su marido. Sigo sacando vivencias de esta gran escritora, sobre todo del emotivo relato que una de sus nietas hace para la revista de Cantabria, a la cual suelo recurrir cada vez que necesito referencias fehacientes de los temas que necesito conocer.
Concha Espina toma entonces las riendas de su vida y decide dedicarse a lo que mas le había gustado siempre; escribir.  Empeña sus joyas y se traslada a Madrid, es en aquella capital donde empieza a publicar sus libros, libros en los que en su mayoría toca los temas que tiene mas cerca del corazón, los de su tierra, no en vano “La niña de Luzmela” es su primera novela. La seguirían muchas mas, dos de estas son de lo mejór que se ha escrito del estilo costumbrista “El Jayón” y “la Esfinge Maragata” aunque si uno hace memoria de lo mucho que escribió sería difícil decidir por cual de ellas el lector se decantaría.
En  “El Jayón” se vive el drama de la mujer que tiene un hijo con el hombre que le prometió matrimonio, pero que después de un tiempo alejado de la aldea, regresa casado con otra, y ante el abandono y su propia culpa por tener un hijo con un hombre casado, deja a su hijo recién nacido a la puerta de la casa del matrimonio, para que ellos puedan criarlo junto a los suyos, pues son familia pudiente. Se cría junto a su hermano, y el drama continúa hasta el último momento, pues aunque su padre lo quiera tanto o mas que al hijo legítimo, para las gentes de aquella época este niño siempre fue el Jayón.


“La Esfinge Maragata” lo escribe durante un tiempo que pasa en León, en casa de unos familiares, y se inspira en la vida que llevan aquellas mujeres de la zona de la maragatería, en un tiempo en el que para poder buscarse la vida los hombres emigran fuera de su tierra, muchas veces al otro lado del mar, la protagonista, tiene que sacrificar su felicidad como salida desesperada a una situación familiar que le resulta insostenible, pero sobre todo en el trasfondo de esta novela se puede ver la miseria y falta de oportunidades de unas mujeres que se ven obligadas a aceptar lo que sus familias les imponen, convirtiéndose en esfinges, que sacrifican su vida y su felicidad, muchas veces por la conveniencia de sus familias.
En León escribiría también, otra de sus mejores novelas. “El metal de los muertos” esta vez ambientada sobre el trabajo de los mineros, que también causarían una fuerte impresión en su vida .
 Concha Espina es muy creíble, por que escribía lo que veía y lo que tenía mas cerca del corazón, por eso sus novelas, llegaban a la gente, y se publicaba todo lo que salía de su pluma.
 “Altar mayor”  “ Despertar para morir”  “Agua de nieve” “ El cáliz rojo”… y muchas mas que tendría que tener memoria para recordarlas.
Creo que leí en alguna publicación, que a Concha Espina solo le faltó un voto para ser premio Novel de literatura.  En Santander, el rey Alfonso XIII, innaguró un monumento a la escritora, en el que se la representa en una serena madurez, junto a una fuente, en los jardines de Pereda, en cuyo homenaje, estuvo acompañada por la familia real de entonces. No olvidemos que la familia real veraneaba en Santander y siempre tuvieron muy buena relación con la escritora y su familia.

Con ser muy importante la vida y la obra de la escritora, la de su hijo el gran periodista Víctor de la Serna, no la siguió de muy  lejos. Fue también un escritor muy reconocido en todos los centros literarios de la Nación, siempre reivindicando su tierra y su porción de corazón hacia su Mazcuerras del alma. A el se debe la entrañable inscripción, en el monumento que dedicó a los “foramontanos” que salían de estos valles por el puerto de Palombera camino de Castilla, en un emocionado alegato al trabajo de aquellos hombres.  “Aquí empieza eso tan grande y hermoso que se llama España”.  Estas gentes en su mayoría, eran canteros y carreteros, que por cierto dejaron muchas muestras por el resto de la Nación de su buen hacer.
Lo que si tubo en vida Concha Espina, fue el reconocimiento de su importante obra literaria.  Se le concedieron multitud de premios, entre ellos, el Premio Nacional de Literatura.  La Cruz de Isabel la Católica, o el premio Fastenrath,-  premio concedido precisamente, por la novela “La esfinge maragata”. Y como apunto en otras líneas, fue la primera mujer que estuvo a un paso de serle concedido el premio Nobel de literatura. Y eso en una escritora que en los últimos años de su vida, se quedó ciega, pero ella, con su gran fuerza de voluntad, se las ingeniaba, para, guiándose por una falsilla, seguir con una vocación que fue el motor de su vida.
                              SIEMPRE VIVÍ EN LA MONTAÑA,
                               Y MORIR EN ELLA QUIERO,
                               QUE CORRE EL AIRE MAS PURO,
                                 Y ESTOY MAS CERCA DEL CIELO.
 

Espero que les guste este recorrido que mi memoria, ayudada por las referencias de su vida, escrita por sus biógrafos, y los repasos por algunas de sus novelas, les he podido relatar, y así hará que todos nos animemos a darle un repaso a todo lo mucho y bueno que ella nos dejó escrito.
                                   MARY  PÉREZ.  DE  CELIS.