Hola amigos,
Con mucho gusto sigo dando salida a los reportajes que hace
unos años ya tenía publicados.
Hoy con la difusión
de internet , hace que cualquier tema
llegue con una pasmosa inmediatez, a
cualquier rincón de cualquier parte, así algunas de las personas que se sienten
identificadas, sabrán que su historia y su tiempo no han caído en el olvido
Por eso me hace ilusión, que un artículo que escribí hace
algunos años para una publicación, en la que colaboraba, hace que pueda ser leído
por mucha mas gente. Para mi esto es como un pequeño homenaje a
las personas a las que fue dedicado. Este artículo salió con el nombre de “Aquellas
guapas muchachas”. Desde luego el nombre no le podía hacer mas justicia, pues
hoy que han pasado tantos años, me queda la satisfacción, de que en algún lugar
de cualquier parte del mundo, habrá alguien que no dudará en confirmar, que
aquellas fueron unas preciosas muchachas
, y el recuerdo de cómo pasearon su belleza, a pesar de los tiempos tan
difíciles que les tocó vivir, será algo que ya nadie les podrá quitar, y estará
en su recuerdo para siempre.
Paso pues a
transcribir el relato del artículo que en su día di a conocer y que como digo
es algo que servirá como un pequeño recordatorio que me gustaría que
conservasen en su memoria.
Desde hace bastante tiempo, me rondaba en la cabeza, dedicar
un artículo a recordar a todas aquellas muchachas que en los años 40, 50, y 60
“moceaban” en mi pueblo,- que es como decir en cada uno de los pueblos en los
que transcurrió su vida.- Y me refiero a
estos años, porque de alguna forma,
son los que quedan en la memoria de las
personas que mas me pueden hacer referencia a ellos, además de la que yo misma
conservo de aquel tiempo.
De los años cuarenta solo se lo que he ido recopilando, pues
como nacida en el límite de esa década, solo lo se por referencias escuchadas a
quienes los vivieron.
En conversaciones que
he tenido con las que fueron unas guapas muchachas de entonces, he podido
hacerme una idea de cómo eran sus vidas en aquellos años.
Si hacemos caso a los detractores de que en un tiempo pasado
todo era muy malo, que había mucha miseria, muchas necesidades, podemos creer
que para estas muchachas la vida tenía que ser muy triste, muy deprimente… Sin
embargo como para todo en la vida, se tienen que escuchar las demás opiniones.
De estas tengo que decir que las hay mas a favor que en contra, por lo que me
cuentan, habría una de cal y otra de
arena, lo cual está muy bien, pues eso
mismo pasa ahora. Siempre he puesto muy en cuarentena a quienes hablan mal de
todo lo pasado, parece gente acomplejada por asumir un tiempo en el que también
había personas que disfrutaban mucho de lo que tenían, tal vez un poco ingenuamente,
tal vez bastante ignorantes de muchas de las problemáticas de la situación de
aquel tiempo, pero que como digo, disfrutaba de lo que tenia, y que fue aceptando la vida como le iba
llegando,( dichosas ellas).
Fueron personas que hoy día se sienten muy
satisfechas de lo que fue su vida, pues me dicen que si ponen en una balanza,
no creen encontrar en este tiempo humanamente tantas mejoras, en muchos casos
solo ven bastante insatisfacción y algo
de aburrimiento. Aquellos eran tiempos
de muchas carencias, pero eran tiempos de mucha ilusión, de ganas de disfrutar
el día a día, ilusión por ir cubriendo etapas, como disfrutar de la juventud,
mas tarde formar una familia, criar unos hijos, acondicionar una vivienda,
..tal vez hacerse a unas fincas, y unas pocas vacas,(pues no olvidemos que ésta
es tierra ganadera) superar los obstáculos con trabajo y con
ilusión,… malos tiempos y malos ratos no habrán faltado ni antes ni ahora, y
por supuesto , satisfacciones, e insatisfacciones, seguro que las habría antes
y las habrá ahora.
De algunas de las mujeres con las que tengo mis charlas, y
me cuentan sus historias y sus vivencias, me resulta pasmoso lo bien que se lo
pasaban en sus años mozos. Yo les digo que con tantos trabajos y tantas
carencias, no serian tiempos con muchas ocasiones para divertirse, sin embargo
ellas me contestan, ¡¡Que va!!, había de todo,
tienes razón en que adelantos no había,- no como los que ahora
disfrutamos- pero tu ves a la gente que se lo pase ahora mejor? sobre todo a
los mas jóvenes? Nosotras aprovechábamos
los días de fiesta a tope, lucíamos los pocos vestidos que podíamos estrenar
con toda la ilusión de saber que pasaría mucho tiempo hasta que pudiéramos
estrenar otro, y desde luego cuando nos lo compraban no había nada que nos
hiciera mas felices.
La verdad es que cuando contemplo fotos de jóvenes de hace
muchos años, me quedo pasmada al ver lo guapas que eran, y lo mucho que lucían.
Con aquellos vestidos floreados, o a rayas, con aquellas faldas de amplias
“campanas” y sus cinturas estrechadas por anchos cinturones,-muy a la
moda.- O las famosas faldas “tubo” que
tanto las favorecían, incluso las medias con costura, que en aquellos años eran
una necesidad, pues no había otras, pero que tanta gracia les daba a sus piernas. En fin
yo pienso cuando las contemplo, que aquellas eran unas guapas muchachas, que lo
que estrenaban lo lucían, que tenían formas, que estaban bien hechas ,… que
pasados unos años se estropeaban mas que las de ahora, pues si, todo hay que decirlo, hoy una muchacha de35 o 40 años puede parecer
mas joven que las de 20 o 25 de hace años…también la estética y el acceso a los
cosméticos que ahora tenemos, no lo
tenían entonces, pero los años de su lucimiento, estas jóvenes no tendrían para
nada que apartarse, para que pasasen cualquiera de las chavalas de hoy día, ¡ni
mucho¡ menos, y desde luego sus años mozos los lucieron en todo su esplendor.
Muchas que éramos unas crías en aquellos años, recordamos
aquel baile dominguero en el Salón del Pasiego. “El Portalón, ” y como al
compás de los pasodobles o las rumbas, de las baladas de Jorge Sepúlveda, o de
las de Antonio Machín, de los corridos mejicanos del gran Jorge Negrete, o de
aquellas cumbias que ya empezaban a sonar en nuestro baile, en aquellos discos
microsurcos que, Memes, yerno de Jesús “el Pasiego”, y la persona que mas hizo
en décadas por Celis, nuestro pueblo, fuese el mas importante, y el que mas
gente atraía de toda la comarca, y quien los compraba, para que la juventud
siempre estuviese a la última en conocimiento musical.
Con los años, la generación a la que pertenezco, fuimos
tomando el relavo de las que ya estaban en otras obligaciones, seguramente
casadas, y con hijos, y siguiendo la vida en otros derroteros, aunque sin por
ello dejar de tener muy presentes los días mas señalados de nuestras fiestas, y
salir a divertirse como cuando estas obligaciones no les ocupaban tanto tiempo.
Hace años, en los días cuaresmales, en el Salón del Pasiego, no había baile, la religiosidad se vivía de forma mas estricta, o mas recogida, sin
embargo era un tiempo muy divertido, pues al no poder acudir como cada domingo
al baile del Portalón, la juventud se buscaba otros entretenimientos. Si el
tiempo era lluvioso, en el mismo salón se jugaba a las “prendas” o a la
“banderita” o al “pañuelo” Eran juegos muy entretenidos, y en todos
participaban lo mismo los chicos que las chicas, también se jugaba al “ corro”
cantando canciones alusivas al propio juego, las tardes se pasaban casi sin
darte cuenta, claro que entonces nuestra hora de retirada, no iba mas allá de
las diez de la noche, las parejas que cortejaban entonces, se paseaban por la
carretera, o sentadas en los listones de las portillas de alguna finca, de las
que bordeaban la carretera, y los ratos de mas intimidad, pues los podían
tener, cuando ya de retirada, cortejaban un rato, sentados en algún banco a la
puerta de la casa de la novia. ¡¡ que lejos quedaba, el desparpajo con que
ahora las muchachas llevan a sus casas a sus amigos, novios, o lo que está mas
de moda, ¡compañeros! Son otros tiempos, de eso no cabe ninguna duda.+
Si el tiempo era soleado, otro de los entretenimientos de la
chavalería, consistía en reunirse en algún prado jugando al “escondite” o
sentados en grupos contando anécdotas vividas por cualquiera de ellos, en los
que no faltaban las bromas o los chistes recurrentes. Tengo que decir que de
las reuniones de estos grupos se formaron muchas parejas que hoy ya son
abuelos, por todo ello, el que no se pudiese bailar durante las cuatro o cinco semanas
cuaresmales, no significaba que la juventud no se lo pudiera pasar
estupendamente.
Por la semana eran pocos los ratos para el entretenimiento,
los quehaceres eran constantes, pero también había algún que otro momento, y si
no lo había se buscaba.
De estos el mas socorrido era por las tardes cuando se
aprovechaba para ir a la fuente. Como ya he referido en otras ocasiones, hace
años, cuando las mujeres iban a por el agua, se aprovechaba para echar unas
charlas si se encontraban allí con otras vecinas, pero esto lo mas normal era
durante el día, por la tarde eran las mas jóvenes, las que buscaban la ocasión
de poder ir a la fuente, y solían ponerse de acuerdo entre ellas, pues ese rato
lo disfrutaban para conversar sobre los temas que mas les interesaban, como
cambiar impresiones sobre los últimos muchachos que habían llegado al baile, si
eran simpáticos, si eran guapos, si habían quedado en volver al domingo
siguiente….
Otra de las costumbres de hace años, era que en las tardes
del otoño tardío, y el invierno, cuando los días se acortaban, y los trabajos
del campo estaban acabados, las muchachas acudían a aprender a coser. En el pueblo había dos modistas, que se
repartían las clases, estas eran, mi abuela Luisa, y Rosa, “La nena” eran años
en que apenas se compraba nada confeccionado, y como decían sus madres, por lo
menos que aprendan para ellas. En ese tiempo, ayudadas por las modistas, estas
muchachas se confeccionaban sus vestidos, que para el diario podían ser de
telas sencillas, con vistas al verano, pero para las fiestas estos se le
encargaban a las modistas, pues las telas eran escogidas con mucho esmero.
También existía mucho secretismo, sobre todo con los vestidos que se lucirían en las fiestas patronales, para lo cual estas modistas no dejaban que ni un solo retal se conociese hasta el día de la fiesta. Lo cierto era que las madres eran las mas interesadas, en que nadie supiese de antemano, como serian los vestidos de sus hijas, y claro, las modistas ponían todo de su parte para defender su parroquia.
También existía mucho secretismo, sobre todo con los vestidos que se lucirían en las fiestas patronales, para lo cual estas modistas no dejaban que ni un solo retal se conociese hasta el día de la fiesta. Lo cierto era que las madres eran las mas interesadas, en que nadie supiese de antemano, como serian los vestidos de sus hijas, y claro, las modistas ponían todo de su parte para defender su parroquia.
Yo esto lo sufrí siendo una cría, pues por mi afición a hacerle
los vestidos a una pequeña muñeca que siempre llevaba en mi bolsa de los trapos, no se me permitía
tocar ninguno de estos retales hasta que pasaba la fiesta.
Como digo a las casas
de estas modistas, acudían casi todas las jóvenes del Concejo. Cada una de
ellas se repartían un buen número de muchachas que, aprender no se lo que aprenderían, todo iría
en función de la afición que le pusieran. Lo cierto es que a ellas les
encantaba acudir al taller, pues era otra forma de pasar la tarde en animada
compañía, y… bueno algo..algo… si que aprenderían. Esta costumbre se alargó
durante bastantes años, muchos diría yo,
pues como nieta de modista, lo que yo recuerdo, era como todos los inviernos la sala de mi abuela se llenaba de muchachas.
Lo que yo no sabía entonces, es que pasados los años, y cumpliendo un deseo de
mi abuela, de la que guardo el mejor de los recuerdos, y que siempre vio en mi
una gran afición por la costura, con el tiempo yo también tuve mis principios
en su taller, y también fui modista, y como ella, con el tiempo, también enseñé
a otros grupos de aprendizas. De esas muchachas conservo hoy en día muy buenos
recuerdos. Pero esto ya formaría parte de otra historia.
Otra de las costumbres que duró muchos años, y en la que
participaban de muy buena gana la chavalería de entonces, era cuando en el
otoño, en la recogida del maíz, se hacían las “deshojas” Esta costumbre, era
muy propia de la zona de Rionansa, donde siempre se sembraron buenas tierras de
maíz, y solían hacerse en las casas mas pudientes, en las que, como es lógico,
la recolección era mucho mayor. Las “ desojas” consistían en que una vez
almacenado el maíz en algún desván, pajar, o cuadra, se pasaba aviso a quien quisiera
acudir, unos días de la semana,-normalmente era por la noche, pues por el día
cada cual ya tenía sus propias obligaciones,- para ayudar en este menester.
Como era una tarea muy entretenida, nunca faltaban voluntarios, sobre todo entre la gente mas joven, pues era una buena excusa para pasar juntos unos buenos ratos. Las tareas se repartían, entre unos que deshojaban, y otros que seleccionaban el mejor maíz para el consumo y la siembra, ( apartando el peor, para el consumo de los animales), y así trasladándolo a sus lugares correspondientes. Si los propietarios de estas “deshojas” eran un poco rumbosos, al final de la tarea, se podían asar unas castañas, y se repartían unas “copucas” de anís, para rematar el trabajo. Esta costumbre venía de muy antiguo, y ya en mi época casi había caído en desuso, y aunque todavía se hacia alguna de tarde en tarde, yo casi no las recuerdo. Por supuesto recuerdo las que se hacían pero cada uno en su propia casa, y desde luego cada vez menos.
Como era una tarea muy entretenida, nunca faltaban voluntarios, sobre todo entre la gente mas joven, pues era una buena excusa para pasar juntos unos buenos ratos. Las tareas se repartían, entre unos que deshojaban, y otros que seleccionaban el mejor maíz para el consumo y la siembra, ( apartando el peor, para el consumo de los animales), y así trasladándolo a sus lugares correspondientes. Si los propietarios de estas “deshojas” eran un poco rumbosos, al final de la tarea, se podían asar unas castañas, y se repartían unas “copucas” de anís, para rematar el trabajo. Esta costumbre venía de muy antiguo, y ya en mi época casi había caído en desuso, y aunque todavía se hacia alguna de tarde en tarde, yo casi no las recuerdo. Por supuesto recuerdo las que se hacían pero cada uno en su propia casa, y desde luego cada vez menos.
Lo que sí tuvieron mucho auge hace años en el pueblo, fueron
las fiestas navideñas, eran unas veladas, que, aprovechando, la salida por la
noche a la misa del gallo, en los bares del pueblo, se convidaba a los
parroquianos a chocolate. Era una forma de alargar la noche, y que a la juventud
nos venía muy bien, los bares de Quico y Memes, atraían, junto con el de Casa
Jandro en el barrio de “La Coterona” toda la juventud, para lo cual Memes no
dudaba en abrirnos el “Portalón” para bailar. Esta costumbre se trasladó
también a la Nochevieja, y aunque no teníamos en esta ocasión la excusa de la
Misa del gallo como en Nochebuena, al ser la noche que era, nuestros padres nos
dejaban trasnochar, eso sí, por ser una noche en la que también a ellos les
gustaba salir un rato después de la cena, al fin y al cabo era el último día
del año, y Celis se animaba mucho en estas fiestas, sino a santo de que nos
iban a dejar en libertad hasta las tantas, si hasta en las fiestas del pueblo
teníamos marcada la hora de volver a casa. Lo mismito que ahora hace la
juventud actual. Lo cierto es que esta
costumbre atraía un verdadero hervidero de chavalería de otros pueblos, y
durante muchos años esto dos días eran los
mas esperados en Navidades.
No quiero dejar pasar la ocasión, para hacer un recuerdo
de homenaje a los propietarios de estos
bares, que fueron durante muchísimos años el buque insignia de la época de
mayor esplendor del pueblo de Celis, como nunca mas sería conocido.
Aquella época pasó, hoy la juventud tiene otras formas de
divertirse. Lo que en los años 40 50 y 60 fue el “Portalón”, paso en los 70 a
ser un moderno Salón Recreativo, muy en línea con las mas modernas salas de
fiesta de cualquier villa o ciudad de mucha mayor importancia. Lo malo –si es
que se le puede llamar así- fue que lo que esta moderna sala de fiestas gano en
renovación, lo perdió en espontaneidad, pues como ya he dicho en otras
ocasiones, el salón del pasiego era un baile abierto, al que podía entrar todo
el mundo. Los niños jugábamos y corríamos entre las parejas de bailarines,
estorbando y ganándonos algún que otro empujón. Las personas mayores también
pasaban allí sus buenos ratos, las madres no perdían ocasión de ver lucirse a
sus hijas, y de paso enterarse de quienes las rondaban. Todo esto se acabó con
la nueva transformación de lo que siempre fue un gran “Portalón” que en el
invierno se cerraba con unos listones de madera, que se colocaban sobre el
murete o pared que lo rodeaba como a media altura. Adosado a este, un banco de
obra paralelo al murete, servía de asiento entre baile y baile. Dos amplias
ventanas, una enfrente de la otra, que se cerraban, o se abrían, dependiendo
del tiempo, y alumbrando cuando
anochecía por unas cuantas bombillas en el techo. En el verano se desmontaban
los tableros, y el salón era un lugar totalmente abierto.
Fue un lugar muy recurrente en el pueblo, pues además del
baile dominguero, en el se celebraba cualquier
evento que fuese necesario, lo mismo servía para tratar temas del pueblo,
que hacía de improvisado teatro para aquellas compañías ambulantes, que hace
muchos años recorrieron nuestros pueblos, y aunque su representación fuese
mejorable, culturalmente hay que reconocer que aprendimos mucho con sus
actuaciones.
En este salón nadie pago nunca por entrar en el, claro que
los pocos gastos que generaba este local, se suplían con la cantidad de
parroquianos que acudían al bar del mismo propietario, y que estaba situado
justo enfrente del salón del baile.
Como digo, todo esto se acabó con la moderna sala de fiestas
en que fue transformado dicho salón. En el se realizó una obra que lo cerró
totalmente, se instaló una moderna barra de bar, se colocaron en el techo las
también modernas luces sicodélicas giratorias de colores, se tapizaron los
bancos de obra con mullidas telas,… y lo mas importante, en la puerta un
portero impedía la entrada a todo aquel que no pagase su correspondiente
entrada con derecho a consumición. Fueron años en que Celis fue el punto de
encuentro de gente de cualquier punto de la provincia, y de esto dan fe los
muchos matrimonios que se formaron entre las jóvenes del pueblo, y los
muchachos que aquí acudieron. Por cierto hoy siguen viniendo, ya que muchos de
estos matrimonios ( que ya cuentan con nietos) les gusta venir a sus casas del
pueblo. Seguro que en sus memorias, acudirán
de vez en cuando los recuerdos de aquellos años.
Pero lo que nunca dejó de tener, ni antes , ni después el
pueblo de Celis, y su Concejo, fueron las guapas muchachas que tanto lucimiento
dieron al “Salón del Pasiego”, y como no, las que consiguieron que el baile de
Celis fuese un referente de la juventud durante muuuchas décadas. ¡¡¡¡Que tiempos!!!!
UN SALUDO DE MARI PÉREZ. DE
CELIS